Capítulo dos

1251 Words
Siento los rayos del sol en el rostro y ese dolor terrible de cabeza de todas las mañanas, recordé la horrible pesadilla que había tenido, necesito mis pastillas. Abrí mis ojos sorprendida al ver que estaba en una habitación grande muy sobria, tiene una cama gigante en la que estoy recostada, un sofá al lado, un guardarropa y se ve al fondo un baño. ¿Qué rayos? ¿Dónde estoy? Quiere decir que lo de anoche no fue un sueño. Me levanté confundida, después de recorrer la habitación decidí salir para saber, ¿qué carajos está pasando? Salí de la habitación y no ví a nadie, lo primero que pensé es en buscar una salida de aquí. Comencé a acelerar el paso buscando una salida de este inmenso lugar sin hacer notar que estoy tratando de huir, pero para mi mala suerte esto no es tan fácil, abrí una puerta gigante que supuse era la salida pero resulta que del otro lado hay un grupo de mujeres y hombres entrenando y por el ruido que hizo la puerta todos fijaron la vista en mí, sin decir nada la cerré con el rostro sonrojado de la vergüenza, ojalá hubiera terminado ahí, pero sentí un escalofrío cuando escuché una voz áspera detrás de mí. — ¿A dónde crees que vas? Me detuve, algo en esa voz me hacía detenerme aún no podía descifrar qué era, me di la vuelta y miré a ese hombre grande y musculoso de ojos color miel y cabello castaño que me ha traído aquí, realmente emana un aura atemorizante y de autoridad. – Yoo… buscaba el baño– respondí. No podía decirle que estaba escapando así que fue lo primero que se me ocurrió. – Tienes un baño en la habitación– espetó, arqueando una ceja. –Supongo que no lo ví, de igual forma este lugar es gigantesco y me perdí– justifique. – Vamos– ordenó. Cuando se dió la vuelta, aproveché para intentar correr, pero él ya lo sabía y me sostuvo con su fuerte mano al lanzarme sobre su hombro hasta llegar a la habitación. Me soltó tirándome a la cama, retrocedí al sentir pánico, pensé que quería hacerme algo, pero solo se dió la vuelta caminando hacia la puerta, se detuvo sosteniendo la manija. –Brent te traerá comida y te dirá lo que necesitas saber. Abrió la puerta y se fue. –¡Espera no puedes dejarme aquí encerrada!– grite levantándome de la cama, pero es tarde y se ha ido. *** Estoy viendo en la ventana como mujeres y hombres pasan, todos parecen muy ejercitados y altos; al final puedo observar un bosque espeso, este lugar se ve extraño, algo escalofriante, ¿en dónde estaré? Escuché que la puerta se abrió y ví al chico de ojos azules y cabello color arena entrar. –Hola, lamento haberme demorado, soy Brent, ¿te acuerdas de mí?– Se presentó amablemente. Su apariencia no tiene nada que ver con su personalidad, tiene una resplandeciente sonrisa y aunque se ve bastante fuerte, es muy amable. Asentí con la cabeza. –Soy Lily– me presenté mirando la bandeja de comida que tiene en sus manos, realmente mi estómago gruñe de hambre. –Te traje algo de comer y puedes preguntarme lo que quieras– comentó. Colocó la bandeja en una mesita junto al sillón, sin pensarlo me acerque y comencé a comer. –¿Dónde estoy? ¿Por qué me trajeron aquí? ¿Quiénes son ustedes? ¿Quiénes eran los hombres de anoche? ¿Por qué no me dejan ir? –Comencé a preguntar al dar el último trago de agua al vaso. –Ok, esas son muchas preguntas, necesito que no te asustes con lo que te diré y créeme que te diré la verdad. Aunque tiene una sonrisa y habla despacio no entiendo ¿Qué quiere decir con esas palabras? –Estás en la casa de la manada de hombres lobos, los hombres que viste anoche eran vampiros y querían atacar a los humanos estaban cerca de nuestro territorio así que decidimos ir y debiste impresionar al Alpha ya que fue él quien decidió traerte– explicó con toda tranquilidad. Parpadeé por su extraña confesión y en cuestión de segundos comencé a reír sin parar de todas las tonterías que dijo, por supuesto que me ha dado un poco de información útil, quiere decir que no estoy lejos de casa solo tengo que buscar la forma de escapar de este manicomio. –Eso fue muy gracioso, pero todos saben que los vampiros y hombres lobo no existen– bufé. –No me crees– señaló alzando una de sus cejas. –No, a menos que puedas probarlo– me crucé de brazos. –Bien, mira esto– indicó. Levantó su mano y comenzó a salir cabello y unas garras. Esto es posible, debe ser algún truco, pero si de cualquier forma, esto es real, con mayor razón tengo que salir de aquí. –Eso lo pudiste hacer con algún maquillaje o algún truco– comenté incrédula a lo que acabo de ver. –No puedo convertirme en lobo aquí, no hay suficiente espacio– señaló la habitación. –Bien, entonces llévame afuera y pruébalo– respondí. Sé que si me lleva afuera al convertirse en eso de lobo no podrá seguirme en los espacios pequeños y tendré una oportunidad para escapar. –No podemos salir, debes quedarte aquí, son órdenes del Alpha– indicó. –Si lo recuerdo bien, el Alpha dijo que contestarás mis preguntas, ¿esto no cuenta como una pregunta? – le recordé cruzando los brazos. –Está bien, vamos te llevaré a un espacio al centro de la casa– se rindió. Salimos de la habitación, lo seguí por unos pasillos, iba observando todo alrededor, veo que las personas vienen del lado derecho, ahí debe estar la salida, en serio que todos eran altos y de complexión atlética tanto hombres como mujeres, me sentí un poco intimidada. –Llegamos, ¿estás lista?– Señaló Brent en el lugar grande y espacioso rodeado de paredes y puertas. –Claro claro, hazlo– mencioné cruzando mis brazos. Observé asustada cuando se agachó y su cuerpo comenzó a crujir y expandirse, cada hueso se movía y se hacía más grande brotando un pelaje hasta tener una forma de lobo gigantesco color arena, sino fuera por sus ojos azules viéndome no podría creerlo. Pero no es tiempo de ver, es tiempo de correr, así que sin pensarlo más, me apresuré a correr al lado derecho abriendo una de las puertas grandes de dónde vienen las personas, por supuesto que no puede seguirme por su gigantesco tamaño tardará en volver a ser humano así que tengo tiempo. Viendo hacia atrás, choqué contra una chica de ojos verdes y cabello castaño. –Lo siento mucho– se disculpó al verme en el suelo. Ella no me detendrá, así que me levanté tranquila. –Descuida, fui yo quien no vio, me perdí y estoy buscando la entrada principal– comenté sin ningún temor. –Claro, está pasando el pasillo, ahí podrás encontrar las grandes puertas– sonrió. –¡Muchas gracias! Aceleré el paso hacia la salida, ví las grandes puertas abiertas seguido de un enorme patio principal, me sentí aliviada por casi estar fuera; pero cuando dí un paso adelante sentí que alguien me arrastró hacia adentro, me di la vuelta y ví esos ojos color miel viéndome sin expresión alguna… Alpha.
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