- He oído que has estado ocupado este fin de semana -de cada palabra colgaba un carámbano. - Así es. He ido a Las Vegas y me he casado. - Con esa extraña ama de llaves extranjera -dijo con los dientes apretados. - Se llama Alejandra y ahora es mi esposa. - ¿Por qué? - Porque estoy enamorado de ella -le salió mucho más fácil de lo que había esperado. - Y una... -se contuvo y se tranquilizó, quizá no quería perder además su trabajo-. Eres una mal nacido, Rafael -añadió tranquila. Debería haber manejado aquello de un modo distinto, pensó en ese momento. - Marian, mira... - ¿Mira? ¿Qué miro? Hace menos de una semana estaba en tu cama. Reconozco que puedo haber exagerado con el tema de mi reloj biológico. He hecho un poco e

