La boda se cancela

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Han pasado cuatro años desde que conocí a Rodrigo, el tiempo ha pasado tan rápido que en tan solo una semana era mi boda con el amor de mi vida, he sido muy feliz a su lado y es por eso, que tome la decisión de pasar el resto de mi vida a su lado. Mis amigas y yo aún no nos hemos graduado, dentro de seis meses tendremos nuestros títulos y por fin podremos ser profesionales.         En cambio, Rodrigo se graduó hace seis meses y consiguió trabajo en un bufete de abogados prestigioso donde realizó sus pasantías. Fue uno de los mejores de su promoción y por eso, fue contratado por el bufete. Mi familia llegará en dos días para la boda, hoy tenía planeado darle una sorpresa a mi prometido. Cuando había ido al centro comercial por algunas cosas para la abuela Mary, pase por uno de esos almacenes que vendían ropa interior sexi. Compre un conjunto de color n***o en encaje, demasiado transparente. Hace algunos meses que no teníamos intimidad y quería sorprenderlo esta noche. Sabía que los viernes, era los días en el que llegaba tarde por su trabajo, así que quise ir a su oficina para darle la sorpresa, quizás eso nos ayudaría a cambiar nuestra monotonía. Durante aproximadamente cinco meses he tenido que usar el juguete que me regaló la loca de mi amiga Jenny para aliviar mi cuerpo ya que, desde ese tiempo, Rodrigo no me ha vuelto a ver ni a tocar. Según la loca de mi amiga era para que nuestras vidas tuvieran más aventuras, pero he tenido que usarlo completamente sola.        Nunca habíamos llegado a tener intimidad en su oficina, esta sería la primera vez en que lo haríamos. El guardia de seguridad me reconoce y me permite ingresar, llevaba puesto tan solo mis tacones y una gabardina negra para cubrir la ropa interior que llevaba, no tenía nada más, puesto a que esa era mi sorpresa para él. Subí por el ascensor hasta el piso onceavo, no había nadie en la oficina, todo estaba vacío y eso me tranquilizaba, ya que podría tener más valor para hacer esta locura. Pero no contaba con que me llevaría una enorme sorpresa. A medida que me acercaba a la oficina de Rodrigo, escucho fuertes gemidos de una mujer, mi corazón empieza a latir con fuerza, rogaba que no fuera lo que me estaba imaginando. - Por favor que no sea lo que creo que es – murmuro. Me acerco a paso lento, tratando de no hacer ningún ruido para que se dieran cuenta de mi presencia. Esperaba encontrarme a otra persona en su oficina, en lugar de él. Cuando estaba frente a la puerta, escuchaba los gemidos más fuertes que antes, sentía que mis ojos ardían por aguantar las ganas de llorar. Tomo aire y abro la puerta despacio para que no se dieran cuenta de mi presencia y ahí lo vi. Tenía sus pantalones rodeando sus tobillos y su trasero estaba al ahí, al aire. Ella estaba de espaldas a él, inclinada en su escritorio. Me costaba respirar, no podía creer lo que había visto. Sentía que mi mundo se venía abajo, después de haber visto aquella escena. Saco valor para sacar mi teléfono y tomar fotos para tener evidencias de lo que él había hecho. Incluso tomé un vídeo, iba a vengarme de la peor manera, no iba a dejar que me humillara más. Cerré la puerta y me fui en silencio, tal como hice cuando llegué. Entre al ascensor y cuando salí del edificio, solté el aire que no sabía que tenía retenido desde que había abierto la puerta de su oficina. Cruce la calle hasta la cafetería que había al frente de su oficina, tome mi teléfono y llame a una de mis mejores amigas. Suena el teléfono y al tercer tono contesta. - Hola – digo. - Hola Deisy, ¿cómo estás? – contesta Lupita. - Mal – dije. - ¿Qué sucede? – pregunta preocupada. - Necesito tu ayuda, pero nadie debe saberlo más que tú y Jenny – dije soltando un leve sollozo. - Me estás preocupando, ¿dónde estás? – dice. - Frente al bufete de Rodrigo – dije. - Voy por ti, espérame – dice. - No, espérame en tu casa. Ve por Jenny, por favor… - dije suplicando, ya que no quería que me viera vestida como estaba. - Está bien, pero si no llegas pronto, iré por ti – dice. - Iré, lo prometo. Debo pasar por algo antes y tomaré un taxi – dije. - De acuerdo, llamaré a Jenny – dice. - Está bien, gracias – dije y colgué la llamada. Di una última mirada hacia la ventana de su oficina, era la única que estaba encendida. No quise ver más y empecé a caminar hasta una tienda de ropa que había a cinco cuadras del edificio. Entre y compre lo primero que vi, le pedí a la vendedora que me permitiera vestirme ahí, no quería llegar a casa de Lupita en ropa interior de encaje transparente y una gabardina. Compré el primer vestido que vi y salí de ahí. Esperé a que un taxi se detuviera para que me llevará. Estuve dos minutos esperando, hasta que uno se detuvo. Le di la dirección de mi amiga, aún no había derramado ni una sola lagrima, pero sentía que mis ojos ardían por eso, me imaginaba que debían de estar rojos por eso. Cuando llegamos a mi destino, le pago y bajo de su auto, camino hasta la entrada de la casa y me quedo cinco minutos frente a la puerta. No tenía el valor de tocar su puerta, no quería que nadie supiera de esta humillación, pero quería hacer que él pagará por lo que me hizo. Saco valor y toco la puerta, espero a que me abran y ahí fue cuando rompí en llanto. Mis amigas me rodean con sus brazos y me hacen entrar, me sientan y esperan a que me calme para que les dé una explicación de lo que estaba pasando. - ¿Qué ha pasado Deisy? – pregunta Jenny preocupada. - Él me engañó – les digo. - ¿Qué? – pregunta Lupita. - Él me engañó – digo de nuevo. - ¿Estás segura? – pregunta Jenny. - Si – digo. - ¿Cómo te enteraste? – pregunta mi alocada amiga. - Lo vi en su oficina, teniendo sexo con una mujer – dije y saqué mi teléfono para mostrarles las evidencias. Mientras ellas se levantaban y daban unos pasos para ver lo que les enseñaba, yo volvía a romper en llanto. Me dolía lo que me había hecho, me había entregado a él de muchas formas y él me pagaba de la peor manera. Fui fiel y leal a él, pero él a mí no. - Deisy, ¿qué quieres hacer? – pregunta Lupita enojada. - Quiero humillarlo, tal como lo hizo conmigo – digo. - ¿Vas a cancelar la boda? – pregunta ella. - Por supuesto que la boda se cancela – le respondo. - ¿Qué tienes planeado? – me pregunta Jenny. - Dos días antes de la boda, llegarán mis padres. Tendremos la cena de compromiso. Asistirán su familia, la mía y amigos cercanos – dije. - ¿Quieres enseñar esto? – pregunta Lupita mostrando mi teléfono. - Sí, quiero que todos sepan lo que él ha hecho y cancelar la boda frente a todos – dije. - ¿Estás segura de que quieres enseñar esto? – pregunta insegura. - No, pero quiero que sufra como lo está haciendo conmigo – dije dejando salir más lágrimas. - Está bien, te ayudaremos, ¿cierto? – dice Jenny mirando a Lupita. - Por supuesto, somos tus amigas. No te dejaremos sola, si quieres enseñarlo está bien. Te apoyaremos en la decisión que tomes – dice Lupita. Mis amigas se sientan, cada una a un lado mío. Me abrazan y me permiten llorar en sus brazos, agradecía a la vida por darme dos grandes amigas. Mi cabeza dolía por tanto llorar, me había quedado dormida en el sofá. No sé quién de las dos ha cubierto mi cuerpo para no enfermar. Me levanto y veo que ellas duermes en las incomodas sillas que ahí había, no me dejaron sola y eso me hace sentir mejor. Durante tres días fingí que nada pasaba, seguí fingiendo ser la misma de siempre con todos, pero solo mis amigas sabían cómo me sentía de verdad. Asistí a las últimas clases de este semestre como si nada.   Hoy era el día en que llegaban mis padres, aún vivía con la abuela Mary. Ellos se hospedaron con nosotras, en casa de la abuela. Me sentía feliz de volver a ver a mis padres Zacarías y Patricia. La abuela Mary estaba contenta al igual que yo de tenerlos con nosotras, pero ella sabía que algo me pasaba, sin embargo, no insistió en que le contara sobre lo que estaba pasando. Solo guardó silencio y esperó a que le contara por mi propia voluntad y no obligada. - Mamá, papá – dije corriendo hacia ellos. - Cariño, te extrañamos – dicen correspondiendo mi abrazo. - Los extrañé – dije con lágrimas en mi rostro. - Y nosotros a ti – dice mi mamá. - Vamos, hay que ir a casa. Deben estar agotados – dice la abuela Mary. - Vamos – dije tomando la maleta de mi madre. - ¿Estás bien cariño? – me pregunta mi papá. - Si, solo estoy feliz por verlos aquí conmigo – dije. - Nosotros también pequeña – dice sonriéndome. - ¿Cómo está mi querido yerno? – pregunta mi madre y mi cuerpo se tensa. - Él está bien, está ansioso por volver a verlos – dije fingiendo una sonrisa. - No puedo creer que mi pequeña se case – dice mi madre a punto de llorar. - Mamá no llores, no soy tan pequeña como crees – dije. - Lo siento cariño, es que es tan pronto. Creí que te casarías dentro de otros años – dice. - Hay que irnos a casa – dije. Subimos al auto y nos vamos a casa para que mis padres descansen, mientras yo debía preparar lo que faltaba para demostrar el engaño de Rodrigo ante toda nuestra familia. Al llegar bajamos las maletas y acomodamos a mis padres en su habitación. - Debo salir un momento – dije. - ¿A dónde vas? – pregunta mi padre. - Debo ir a que me arreglen el cabello, las chicas me ayudarán con eso – dije dándole una sonrisa para que no supieran que estaba mal. - Está bien – dice. - No tardes cariño, recuerda que esta noche será la cena – dice mi madre. - No lo haré, estaré a tiempo. Lo prometo – dije. - Ve con cuidado – dice la abuela Mary. - Nos vemos en unas horas – dije.  Salí de la casa de mi abuela para ir a casa de Lupita para ver cómo iba todo. Ella se encargaba de ayudarme a armar un vídeo, donde al principio son fotos de los novios, es decir, de Rodrigo y yo. Pero después se mostraría las fotos de él teniendo sexo en su oficina con su secretaria Lisbeth Herrera. Vi el vídeo que había hecho Lupita y había quedado bien, Jenny se encargaría de empezar el típico discurso de madrina de bodas junto con Lupita y luego se mostraría el vídeo. Estaba ansiosa con lo que podía pasar esta noche. No sabía que iba a pasar después de eso, pero lo que, si estaba claro, era que la boda se cancelará y me alejaré de él. Al volver a casa, veo que todos estaban listos para ir al restaurante del hotel donde se llevaría a cabo la cena. Al llegar al lugar, vi que todos ya estaban en el sitio. Todo iba normal, Rodrigo estaba a mi lado, fingiendo ser el hombre más feliz del planeta, al igual que yo. Miré toda la sala y ahí la vi, esa mujer tuvo el descaro de asistir a la cena. Aunque me hervía la sangre verla ahí, estaba feliz de que asistiera, ya que todos la verían como la ramera que es. Cuando la cena terminó, era la hora del brindis por parte de cada uno de los padrinos y madrinas de la boda, era el típico discurso donde dicen como conocieron a los novios y contaban alguna historia vergonzosa. 
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