Capitulo 1. Lecciones de vida.

1530 Words
Prólogo. A veces nos enfrentamos a las grandes pruebas del destino, a las que no estamos preparados desde que nacemos, vamos sin armas a una guerra con la vida que nos golpea sin cesar, solo para enseñarnos de mala manera el verdadero camino. Así se aprende de los errores y se entrena a los verdaderos soldados. Un entrenamiento duro y eficaz, en los que muchos apenas pueden superar las pruebas, pero los que logran sobrepasar las barreras y encontrar el camino, están listos, para empezar de nuevo y enfrentarlo todo con una armadura de hierro, pues no a todos se les da una segunda oportunidad ante la muerte. — Llamen a los bomberos… — Que alguien llame a una ambulancia. En esos momentos de agonía en los que tu vida pasa por tu mente en solo segundos y en los que tratas de luchar para sobrevivir, solo tú tienes la última palabra, ¿Te vas y dejas de lucha? ¿O te quedas y enfrentas tu destino? Las sirenas se escuchan a lo lejos, mientras que Ameliz Beltrán, se debate entre la vida y la muerte entre las llamas que consumen su cuerpo, agonizante y sin esperanzas, lucha por sobrevivir, pues en su vientre lleva una gran motivación que la impulsa a levantarse y luchar con todas sus fuerzas. — ¡Hay alguien ahí! — Miren, es una mujer. — AYUDENLA… — EL EXTINTOR… Así como el viento, golpeando su rostro, Ameliz es envuelta por el resplandor y lo siguen en su vida es la luz de una segunda oportunidad que la vida le ofrece. — Doctor, se nos va… — Eso no pasará, pasen la máquina de electroshock. — Golpes agonizantes la traen de vuelta en medio del abismo. — Así mujer, lucha por tu vida. — Doctor, la tenemos de vuelta. *Meses después. — Despertó, alguien avise al doctor. Todos se aproximan a ella con gran premura, pues a logrado volver de la muerte y ahora está en su último proceso de entrenamiento. “La realidad”. — No, no te levantes. — ¿Dónde estoy? ¿Mi bebé? — Tranquila, todo está bien, el doctor vendrá en unos segundos. — Le hice una pregunta, ¿Dónde está mi bebé? — Su bebé está bien, y usted también lo estará. — Mi rostro, me queme, el fuego me consumía… Yo… — No, no te preocupes, espera. — La enfermera trae un espejo. — Mírate, estás a salvó. Sin aliento, sin saber lo que a pasado, es momento de enfrentar su nuevo destino y descubrir a su verdadero ser. — ¿Está soy yo? — Así es, el doctor logro reconstruir tu cuerpo, ahora así te ves, eres hermosa, ¿Cómo te llamas? El silencio invade el lugar por segundos, toca su rostro sin poder creerlo y así por fin entiende que ha vuelto y de las cenizas de lo que fue, ahora es un nuevo ser y de ella renace una nueva mujer. — Isabela Alcaza. — Bienvenida a la vida Isabela. *Flashback 25 años atrás. En la casa de los Beltrán, el dolor y la pena los invade, Isabela Alcaza, la amada hija, esposa y madre se a marchado ante una grave enfermedad, dejando a la pequeña familia en una gran agonía, pues su partida no solo trae dolor para su madre, o para su esposo, si no que deja una pequeña niña de 2 años sin su madre. Del dolor, poco a poco la familia recobra fuerzas para sacar adelante a la pequeña Ameliz Beltrán, que hoy cumple 3 años de vida, llenando a su abuela y a su padre de alegría, pues es la luz y el motor de la casa, o eso era hasta que la llegada de la nueva novia de su padre Haimi Díaz, lo cambia todo. Una mujer llena de carisma, hermosa y muy imponente, una mujer que logro entrar en la vida de Osvaldo Beltrán y envolverlo a su gusto, aprovechándose de su vulnerabilidad, su dolor y su soledad, guiada por un solo objetivo que él no logra ver, la ambición por su dinero. Una llegada que para la pequeña Ameliz se convertiría en su tortura, pero no es lo único que afectaría su vida, pues con solo unos meses, su madrastra anuncia su embarazo, y eso cambia todo lo que ella creía. Una inquietante noticia que se suma a la despedida de su abuela del trabajo, llevando a su padre a un colapso, ante tantas responsabilidades y problemas en casa que nunca faltan. — Es una carga, una boca más que alimentar, no me parece justo para ti, ella no puede hacer nada más. — Haimi cariño, no te preocupes, todo va a estar bien, lo voy a resolver. — Eso espero, porque no pienso ser su sirvienta, si estorba, que se vaya, tú decides, es ella o yo. A regaña dientes y con una gran carga sobre sus hombros, Osvaldo se esmera por sacar a su familia adelante, manteniendo a Cayetana en la familia ante su agradecimiento con ella por todo lo que ha hecho y lo que hace, convirtiéndola en la nueva sirvienta de la familia. Una luz nueva de esperanza ante los ojos de Osvaldo, una pequeña de rizos preciosos y ojos azules como los de él, a nacido, convirtiéndose en el nuevo brillo que da luz a sus ojos. Un nuevo resplandor y una gran alegría para muchos, mientras que para otros se convierte en su condena. Con solo 5 años, Ameliz se convierte en la pequeña sirvienta de Haimi, pues es quien trae y lleva todo, ante las dolencias en las piernas de su abuela, quien se esfuerza mucho por complacer los caprichos de esa insoportable mujer. *10 años después. En la cúspide, la familia se regocija en la abundancia del dinero, se sienten los más poderosos y reyes, la ambición ante los ojos de Haimi se vuelve su verdugo, mientras que Ameliz sufre por la enfermedad de su abuela quien apenas la recuerda, su Alzheimer avanza muy rápido, al igual que su enfermedad, la diabetes avanzada la consume poco a poco, como un veneno apoderándose de su cuerpo. — Come abuela, debes comer. — Ameliz trata de alimentarla, nadie la soporta y es ella quien cuida día y noche de ella. — Ya comí Isabela, ya te lo dije mi niña, come tú, mamá comió hace dos horas. — Su abuela la llama Isabela, pues ese es el nombre de su madre y es a ella a quien se parece Ameliz. — Abuela, soy Ameliz, ¿No lo recuerdas? — Cayetana la observa acariciando su cabello. — ¿Ameliz? ¿Ameliz… mi niña. — Si abuela soy yo. — La abraza con los ojos llenos de lágrimas y Cayetana la besa en la frente, dándole el cariño y el amor que le hace falta. — Aquí estoy abuela, no pienso dejarte sola. *Días después. En el comedor una reunión familiar se lleva a cabo, en la que Ameliz por primera vez es invitada, puesto que su padre se ha vuelto un hombre frío, que apenas se fija de su existencia tras todas las calumnias que han armado sobre ella. — Ameliz, siéntate. — Al decir eso, Ameliz toma lugar en la mesa. — ¿Qué pasa Osvaldo?, ¿Qué es eso tan importante que tienes que decirnos? — pregunta con angustia Haimi. — Estamos en quiebra, la empresa está sufriendo fuertes bajas y vamos a tener que conservarnos en gastos. — ¿Qué? No, no puede ser posible, no podemos volver atrás, me lo prometiste. — expresa con angustia Haimi. — ¿Somos pobres papá? — Pregunta la pequeña Thais con inocencia. — No, no digas eso hija, papá dice que solo pasamos por un mal momento, es todo. Ameliz ni siquiera opina, pues es quien menos se beneficia del dinero de su padre, apenas le dan para comprar algo en la escuela. — HAIMI, vamos a tener que recortar al personal de servicio y algunos gastos más. — ¿Qué dices? ¿Te has escuchado?, ¿Quién se hará cargo de la casa?, ¿y de la anciana? No, me niego a tener que atenderla, no podemos volver atrás, debe haber algo que podamos hacer. — Lamentablemente Ameliz, tu abuela tendrá que irse. — dice Osvaldo llamando la atención de Ameliz quien se mantenía al margen de la conversación. — No, no por favor, no lo hagas, por favor papá, yo puedo cuidarla, yo puedo hacerlo, por favor no necesitas contratar a nadie. — Es mi decisión. — responde sin más Osvaldo. — Escúchame papá, escúchame…— Se levanta y lo sigue, intenta detenerlo y Osvaldo al alejarla la arroja al suelo. Ameliz llora. — No lo hagas, no lo hagas por favor. — se arrastra ante sus pies y Osvaldo la mira con seriedad. — Papá, papá te lo ruego. — Osvaldo querido, quizás no sea una mala idea que la anciana se quede, si ella dice que la puede atender, quizás también pueda ayudar en la casa, después de todo, tiene que ganarse el plato de comida para ella y su abuela. Osvaldo no la mira. — Ya veremos.
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