DE PRINCESA A PORDIOSERA

1516 Palabras
🌟 TIFFANY 🌟 Crucé el umbral de la casa de mi tía como si entrara a una dimensión paralela. Una dimensión donde el lujo había muerto de muerte natural y había sido enterrado sin ceremonia. Mis tacones de diseñador resonaban contra el suelo agrietado, cada paso un recordatorio de que mi vida anterior era ahora solo un espejismo en el desierto de mi nueva realidad. El refrigerador me recibió con su sonrisa desdentada. Lo abrí con la esperanza de encontrar... bueno, comida. Pero ahí estaban: dos huevos solitarios mirándome como ojos de búho y un bote de agua que parecía haber sobrevivido a la Segunda Guerra Mundial. En el congelador, hielo. Solo hielo. Como mi corazón en este momento. «Tía... si papá viviera, jamás te dejaría vivir así», pensé mientras cerraba la puerta con más fuerza de la necesaria. El sonido metálico resonó en la cocina como una campanada fúnebre. «Ahora entiendo por qué nunca te casaste. Vives para el trabajo. ¿Será que esa será mi vida también? ¿Por qué te fuiste, papá? Me dejaste sola en este circo de los horrores. Mi vida perfecta se desvaneció como si hubiera sido solo un sueño de una noche de verano». Me dirigí al sillón con la elegancia de una princesa... hasta que me dejé caer y ¡CLANG! Un resorte rebelde decidió que mi trasero era su nuevo mejor amigo. Salté como si hubiera recibido una descarga eléctrica. —¡Pero qué demonios! —grité al aire, frotándome la zona afectada—. ¡Hasta los muebles me atacan en esta casa! Decidí buscar refugio en el baño. "Al menos ahí estaré a salvo", pensé ingenuamente. Abrí la puerta y entonces... la vi. Una cucaracha del tamaño de un tanque de guerra me observaba desde la esquina como si fuera la reina del lugar y yo una intrusa. El grito que salió de mi garganta podría haber quebrado cristales en un radio de cinco kilómetros. Me trepé al lavabo como si fuera el mástil de un barco y la cucaracha fuera un tiburón hambriento. —¿¡QUÉ ANIMAL ES ESO!? —chillé, aferrándome al grifo como a un salvavidas—. ¡En mi casa jamás había visto semejante monstruo! Pero entonces, como en las peores películas de terror, la maldita cosa extendió sus alas. ¡TENÍA ALAS! ¿Desde cuándo las cucarachas vuelan? ¿Qué sigue? ¿Que empiecen a cobrar impuestos? El bicho volador decidió que mi cabello se veía como un buen lugar para aterrizar. Sentí sus patas moviéndose entre mis raíces como si estuviera haciendo una audición para un espectáculo de danza contemporánea. —¡NOOOOOO! ¡FUERA! ¡FUERA DE MÍ! —Me sacudí como si tuviera convulsiones, corriendo en círculos por el baño hasta que logré atraparla con la mano. CRUNCH. El sonido fue asqueroso. El asco me revolvió el estómago como si hubiera montado en una montaña rusa después de comer tacos. —Qué horror... qué asco absoluto —murmuré, corriendo hacia el lavabo. No había jabón. Por supuesto que no había jabón. Usé el champú de mi tía, frotándome las manos como si pudiera borrar no solo la sensación, sino también los últimos cinco minutos de mi vida. Me miré al espejo. La chica que me devolvía la mirada tenía el cabello despeinado, los ojos hinchados y una expresión que oscilaba entre el horror y la histeria. No la reconocía. —No sé si podré sobrevivir a esto —le dije a mi reflejo—. No estoy acostumbrada a no tener nada. Pero tengo que ser fuerte. No puedo regresar. No mientras ellos estén ahí. Ese día se extendió como chicle barato. Como si el tiempo hubiera decidido tomarme el pelo, cada minuto se arrastraba como caracol borracho. No comí nada. Ni siquiera tuve ganas. Mi estómago había declarado huelga general en protesta por la situación. Cuando escuché la puerta abrirse y vi a mi tía entrar con una pizza en la mano, casi me pongo de rodillas para adorar esa caja de cartón como si fuera un altar sagrado. —¡COMIDA! ¡COMIDA REAL! —grité, lanzándome sobre la caja como si no hubiera comido en semanas—. ¡Con queso derretido! ¡Con grasa! ¡Con esperanza! Nos sentamos en el sillón asesino. Esta vez lo perdoné. La pizza lo redimía de todos sus pecados. —Tía —le dije mientras masticaba con devoción religiosa—, tuve un encuentro cercano del tercer tipo con un monstruo volador en tu baño. Mi tía se rio tanto que casi se atraganta con la orilla del pepperoni. —Ay, sobrina, son solo cucarachas —dijo, secándose las lágrimas de la risa. —¿"Solo" cucarachas? ¡Esa cosa podría haber sido piloto de combate! Lo que no me dijo en ese momento —y que luego descubriría por experiencia propia— es que también había ratas del tamaño de gatos y arañas que parecían haber escapado de una película de ciencia ficción. Pero bueno, una revelación traumática a la vez. —Sobrina, hablé con mi jefa —me dijo, cambiando de tema como quien anuncia que ha ganado la lotería—. Si lo deseas, mañana puedes empezar a trabajar. —¿¡QUÉ!? ¿Tan rápido? —casi me atraganto con un pedazo de pizza—. ¡No lo puedo creer! ¡Claro que sí, tía! ¡Estoy más que lista! —Estarás en mi área, arreglando las suites del hotel. Hay que dejarlas impecables para los huéspedes. —Aprendo más rápido que un delfín entrenado —declaré con toda la confianza del mundo—. Tú me enseñas y yo absorbo como esponja industrial. Además, no pienso quedarme sola en esta casa del terror. Ni te imaginas el día infernal que pasé. —Ya te acostumbrarás a convivir con la fauna local —dijo con una sonrisa cómplice—. Pero te advierto... con este trabajo se te van a estropear las uñas. —¿¡CÓMO!? —levanté mis manos como si fueran reliquias sagradas—. ¡¿HAY MÁS QUE SOPORTAR!? ¡Terrible! Mis uñas son sagradas, tía. No hay presupuesto para manicura, así que nadie, NADIE, se mete con ellas. Nos reímos como dos cómplices planeando un atraco en medio del caos. —No te preocupes. Mañana pasaremos a comprar veneno para ir eliminando a los inquilinos no deseados. —Tía, eso no son inquilinos. ¡Son ocupantes ilegales! Pero bueno, si ahorramos lo suficiente, vendes esta casa embrujada y compramos otra. Yo te voy a ayudar. —Ay, cariño... no es tan fácil. Aquí las casas cuestan un riñón, un pulmón y tu alma inmortal si es posible, no te frustres con eso. Yo tenía algo de dinero en mi tarjeta. No para comprar una mansión, ni para hacerme las uñas en el spa más exclusivo de la ciudad, pero sí para comprar comida. Y en este momento, eso era más valioso que todos los diamantes de Tiffany & Co. Al día siguiente, después de sobrevivir a mi primer día como Cenicienta del siglo XXI, le propuse ir al supermercado. En mi casa nunca me preocupé por la comida. Ni siquiera sabía quién hacía las compras. La nevera siempre estaba llena por arte de magia, como si existieran duendes domésticos que se encargaran de mantener el reino abastecido. Ahora yo era la maga. Yo era el duende. Yo era la responsable de que hubiera algo más que aire fresco en el refrigerador. —¿Sabes qué, tía? —le dije mientras empujaba el carrito de compras como si fuera mi nuevo carruaje—. Todo ha cambiado, pero me voy a adaptar. Con uñas rotas, con cucarachas astronautas, con pizzas salvadoras y contigo, que, aunque vivas en una casa que suena como si tuviera artritis, me has dado algo que no tenía hace unos días. —¿Qué es eso, sobrina? —Refugio. Esperanza. Y la oportunidad de descubrir que soy más fuerte de lo que pensaba. Mi tía me sonrió, y por primera vez desde que llegué, sentí que tal vez, solo tal vez, esta nueva vida no sería tan terrible después de todo. Aunque las cucarachas siguieran siendo mis enemigas mortales. —Tía, quiero saber algo. —Dime, sobrina. —¿Porque nosotros vivimos como reyes y tu... —En esta desgracia, ¿querías decir? —Bueno, si... —Mis padres fueron muy buenos, pero yo no tanto, fui de esas adolescentes rebeldes, que creen comerse el mundo. Me fui de su poder y ellos hicieron como si nunca existí. Mi hermano siempre me ayudaba, pero yo soy un poco orgullosa, además soy de las que no le gusta ser carga de nadie. —Mi padre no era malo, ¿verdad? —No, no lo era, él era bueno, a su manera. Hay cosas, Tiffany que es mejor no saberlas porque duelen mucho. —En eso tienes razon, mírame, después de ser la heredera ahora soy la pordiosera. —lo tome con humor, pero dolia muy fuerte en mi corazón.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR