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1667 Palabras
Espero un par de horas hasta que mi respuesta aparece en el mismo lugar donde dejé la carta. Tomo las hojas que muestran que son del templo. Son hojas en color como amarillo se ven bonitas. Abro la carta antes de suspirar y sentarme en la cama para leer la respuesta que me dieron. Cierro los ojos antes de suspirar y empezar a leer el archivo. Buenas noches, señorita Kiros. Leímos su situación a detalle y entre todos los monjes aceptamos el separarla de su pareja, pero debe ser antes de que la marcación se haga, de lo contrario no podremos ayudarla. Tiene que venir con su pareja en los próximos dos meses para hacer la restauración del vínculo. Separarlos y dejar que la Luna les asigne una nueva pareja o no. Por el momento le deseamos que tenga una bonita y una hermosa luna llena. Hasta pronto. Monje Fires. Bajo la carta antes de pensar en lo que voy a hacer, suspiró antes de levantarme de dónde estoy y lo llevo a un lugar donde no lo puede encontrar Darius. Me pienso lo que voy a hacer y espero no arrepentirme de esto. Me quitó la ropa antes de ponerme una bata de seda en el cuerpo, me miró en el espejo antes de asentir y salir a dónde es probable que Darius este. Su habitación. Es casi medianoche así que debe estar ahí, con pasos calmados me encierro en su dormitorio, me doy la vuelta para escuchar la ducha encendida, así que lo que hago es quitarme la bata y ponerla en el suelo. Espero un par de minutos antes de que salga de la ducha con una toalla enredada en su cintura, mi loba jadea al verlo como está formado su cuerpo. —¿Qué diablos haces aquí y así?—señala mi cuerpo completo. Trago saliva antes de pensar como decirle que quiero que me marque. —Darius... —¡No voy a compartir una cama contigo!—me grita y yo no evitó sentirme mal. Duele. Ladeó los labios triste por su comentario, no sé que esperaba de su pareja, pero me lastima por ser Omega y por no querer acercarse a mí. —¿Por qué no me rechazas de forma adecuada?—arquea una ceja—. Vamos al Templo Lunar y me rechazas como se debe. —Estás loca si crees que haré eso. Tomo la bata antes de cubrir mi desnudez, me mira hacerlo, pero no me dice nada. Cuando finalmente estoy tapada me giro a él y sigue esperando que me vaya. —Prefieres matarme de tristeza que aceptar que somos pareja—no cambia su semblante—. Está bien. Duré mucho pidiendo encontrar a mi pareja, pero no para esto. Salgo de su habitación antes de derramar más lágrimas amargas. Llegó hasta mi dormitorio y me siento en la cama, suspiró triste antes de levantarme y tomar una pijama sencilla. Necesito dormirme y olvidar este rechazo. Al menos ya tengo la carta que autoriza el separamos de forma correcta, pero tal vez no quiera ir, y… Diosa. Me acuesto y me quedo dormida con algunas lágrimas amargas derramándose todavía. /// Tengo un vestido sencillo para salir y es el que decido ponerme, bajo para escuchar la conversación que tienen Valquiria, Kenneth y Darius. Kenneth es el vampiro que estaba con Darius el día que fui a comprar ropa para mis días aquí. Tiene el cabello castaño oscuro y los ojos rojos, además de la piel pálida que tienen todos los vampiros. —Ya me estoy cansando de ella—me detengo al escuchar eso—. Debería ir al Templo Lunar y olvidarme de esto. —Eres un idiota. —Dime algo que no sepa—bajo la vista—. Es mejor que seguir aguantando el que llore todos los días. —No lo haría si la trataras como lo que es. —No me sirve de nada que pueda darme hasta tres cachorros en una camada si lo que quiero es otra cosa. —¿Qué no tu madre sólo te dio a luz a ti? —Emily es loba, por eso puede darme hasta tres o más. Cómo si fuera a meterme con ella. Bajo la cabeza antes de salir de ahí que no quiero seguir escuchando, me detengo al estar en la puerta del castillo. Salgo para ir a ver si puedo conseguir un lugar donde dormir hoy, que no quiero seguir en el mismo lugar que Darius. Le pregunto a uno de los lobos y me dice que hay un lugar donde pueden darme asilo. Me lleva ahí y le agradezco, entro en el lugar que resulta ser una posada para viajeros que entren a la manada para hacer intercambios de genes finas o telas. Le doy mi nombre a la recepcionista antes de que me deje entrar a una de las pequeñas habitaciones que hay aquí. Me siento en mi cama antes de suspirar, veo que hay muchas cosas que me hacen feliz, plantas pequeñas, una camita donde dormir y un ropero pequeño donde guardar mis pocas pertenencias. Es acogedor. Cómo mi hogar. Saco mi celular para ver una foto de papá. Se ve feliz de estar conmigo y con mamá, mucho antes de su cáncer, y de perder a su compañera. Cierro los ojos antes de llorar, en donde estoy. Me pongo a hacer algo que es a limpiar la habitación, cuando terminó queda limpia y muy bonita. La casera me ve y ofrece empleo. Se lo aceptó porque no quiero volver a dormir en el castillo donde sólo soy un mueble más. Tomo la escoba antes de entrar en uno de los cuartos y ponerme a hacer el aseo. Terminó a eso de la ocho de la noche, me duelen los huesos de tanto barrer, pero puedo terminar un poco más rápido si no estuviera agotada sentimentalmente. —Eres rápida—comenta una voz a mi espalda. —Sí, bueno, es por la práctica. —Hace mucho que mi madre no contrataba a alguien—es un joven que se ve de mi edad así que debe tener mucho más—. Me llamó Hansel. —Emily. —Un placer. Le sonrío y sigo con lo que hago. —Déjame invitarte un helado. —¿Un helado? —Sí. No pierdo nada. —De acuerdo. Sonríe antes de que deje mis instrumentos de trabajo en el mueble y me vaya con él por ese helado. Creo que algo dulce me vendría bien. Aunque sea sólo el helado. Voy con Hansel a un puesto que está cerca de la casa de asistencia y es donde me deja pedir el helado que yo quiera. Pido el de chocolate con chispas y él uno de galleta. Vamos hablando de distintas cosas y me la paso muy bien. Me hacía falta salir con alguien que me hiciera olvidar mis penas por un rato. —¿Entonces eres de Tormenta Roja? —Sí. Mis papás me tuvieron a los tres años de marcación. —¿Qué edad tenían? —Papá… cincuenta y tres y mi mamá, cuarenta y ocho. —Se veían de la misma edad. —Sí. Reímos antes de que nos sentemos en una banca del parque, hay muchos niños jugando a esta hora. Y no importa la especie, ellos juegan sin mirar a nadie más en particular. Una sonrisa aparece en mis labios al ver los niños jugando. —¿Tienes pareja? Parpadeo antes de mirarlo, y suspiró un poco antes de asentir despacio. —Emmm… si y no. —¿Cómo? —Bueno… mira, tengo una pareja pero… estoy viendo la posibilidad de ir al templo para separarnos. —¿Por qué?—dice exaltado—Se supone que la Luna los une porque son el uno para el otro. —Sí, bueno… se equivocó con nosotros. Seguimos hablando por un rato cuando escuchamos un ruido fuerte que proviene del castillo, pero después de eso escuchamos los pasos de un lobo. Genial. Me encontró. Se para frente a nosotros antes de gruñir de manera amenazante, me levanto para decirle que no haga nada estúpido. —Te empezaré a poner guardias para que no te largues sin avisar. —¡No soy tu prisionera!—gruño. —Me importa una mierda, lo que seas. Vámonos antes de que lo maté. Gruñó antes de darme la vuelta y agradecerle a Hansel por la tarde de hoy, me dice que no hay problema. Sigo al estúpido lobo que vino por mí, empiezo a caminar sin tocarla cuando junta su cuerpo al mío para decir que viene conmigo. Maldito lobo de mierda. Bueno. —¿Saben de qué color es tu lobo? —Sí. Conocen a su Alfa. —Bien. Ahora acabas de dejar claro que soy tu pareja. —O que nadie toca a mi prostituta. —Eres increíble. Se detiene antes de dejarme caminar sin tenerlo por un lado, me da un par de golpes con la cabeza en la espalda. Quiero darle un tiro, pero mete su cabeza entre mis piernas para dejarme en su espalda y llevarme así al castillo. Cierro los ojos antes de dejar mi cabeza en su lomo. Al llegar al castillo, camina al interior sin bajarme de su lomo. Sube las escaleras antes de tomar camino a mi habitación, poco a poco me voy acomodando para bajarme cuando sea necesario. Se detiene y no dudo en bajar de su espalda y abrir la puerta de mi dormitorio. —Adiós. —Te espero para cenar. —¿Cenar? —Sí. Y sé perfectamente que vomitas la comida que te da Valquiria—dice y yo le doy una sonrisa sin gracia—. Por eso comerás conmigo a partir de hoy. Así como las otras comidas. Suspiró cuando me dice que me esperaba abajo y que más me vale ir, o vendrá y no será agradable, el que venga.
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