Escribo la carta antes de meterla en el sobre que compré hoy, pongo la estampilla para darle el toque final. Sonrío al papel antes de ponerlo en la ventana, dónde la luz de la luna entra con claridad. Dejo la carta en el suelo y me separó de ahí, me siento en la cama y me preguntó que pasará sí le llega la información a Darius.
No.
Tengo que hacerlo. No le daré el estúpido gusto de verme muerta por culpa suya.
Me siento en la cama antes de ponerme a leer el libro que traje de la biblioteca, sigo leyendo antes de escuchar un par de gritos en el corredor, no le pongo atención. Debe ser alguna de las personas con las que Darius discute.
—¡Ten… carajo!
Ruedo los ojos antes de seguir en mi lectura. Abren la puerta de mi habitación para ver una mujer de cabello castaño oscuro con unos ojos azules muy llamativos, algo en ella me dice que es la madre de Darius, pero no me explico el parecido con Valquiria.
—¡Santos Dioses!—hace mucho que no escuchaba esa expresión.
Se acerca a mí sonriendo antes de que Darius se ponga en la puerta diciendo un par de cosas para su madre.
—No espere ver a una chica tan linda cuando Valquiria me dijo que ya había una Luna en la manada.
Me sonrojo por su expresión, me pide que me levanté y eso hago, me da la vuelta con su mano para verme completa. Darius guarda silencio desde donde está y eso se me hace raro de él.
—Buen cuerpo—dice cuando me da otra vuelta, pero más despacio que la anterior—. Hermoso color de cabello, bonitos ojos, y caderas fuertes para llevar un par de cachorros en el vientre.
Trago despacio al ver lo neutro de Darius.
—La Diosa fue generosa contigo, Darius—el lobo arquea una ceja antes de ladear los labios.
—Si cómo no.
Su madre casi lo mata con la mirada, trago saliva al comprobar que es una bruja. Y eso me dice porque Darius detesta ser mi pareja. Sus padres son fuertes en todo sentido. Su padre un lobo y su madre una bruja. Ya vi porque quería una pareja igual.
—No te eduqué así.
—Madre, deberías irte.
—¿Irme?—trago despacio—Acabas de encontrar a tu pareja y me quedaré para asegurarme de que se lleven bien, como debe hacerlo una pareja normal de lobos.
—¿Por qué no le dices a mamá tus planes?
Giro mi cabeza al sillón en el que Valquiria está sentada con una sonrisa burlona en su cara, quiere hacerlo enojar y que su madre se enteré de lo que ha estado haciendo conmigo y lo que pretende.
—Cierra la boca, Valquiria.
—¡Dile!
La madre de ambos arquea una ceja antes de mirar a su hijo y cruzarse de brazos esperando una respuesta.
Valquiria ríe de manera fría y sin gracia mientras su madre espera una respuesta de lo que en silencio le está preguntando, Darius se ve molesto y estoy segura de que yo pagaré los platos rotos.
—Dile a mi madre que esperabas que los separaran los monjes del Templo—su madre mira a Valquiria y luego a Darius—. Porque no quieres a una Omega como pareja, que prefieres que Emily muera a tratarla como tu pareja, y que esperas que ella sea un error de parte de La Diosa.
—¡Qué cierres la boca!
—Darius Mognistar—gruñe su madre en tono alto—. Yo no te enseñe eso.
—¡Mi pareja es una simple Omega cuando mi padre tuvo una bruja de pareja y mi abuelo una Alta Elfa!—bajo la cabeza triste de estarlo escuchando—Y parece un maldito chiste cruel que ella sea mi pareja. Una simple Omega que no me servirá para nada.
No evitó que mis piernas me saquen de mi propia habitación, y tampoco evitó mi transformación. Cómo loba corro entre los pasillos hasta llegar a la planta baja, dos lobos abren las puertas y me dejan salir. Yo no necesito esto, no necesito esta vida para mí. Corro sin importarme la lluvia y sin importarme que haya personas bloqueando mi paso, logro esquivarlos hasta llegar a las afueras del pueblo, voy llorando y mientras mis pies me sacan de ese territorio.
Recuerdo que vi una cueva cuando veníamos. Así que llevo mis pasos ahí, al llegar olfateo para ver qué esté sola al confirmar que lo está me adentro a ella para acostarme en un rincón y seguir llorando como una niña. Una lágrima baja por mi mejilla, y yo no puedo evitar sentirme sola. Cuánto quisiera estar en casa con mi papá en vez de estar en este lugar donde estoy sola.
Me transformo en humana antes de tomar algunas ramas que hay en el interior, de la cueva y ponerme a hacer fuego con unas piedras que hay aquí. Logró encender una fogatita.
Me quedó ahí hasta que me duelen los huesos, me transformo en loba de nuevo para quedarme junto al fuego, mis chillidos son suaves y no me detengo.
Llevo un par de horas aquí, y en esas no he parado de llorar. Debí aceptar ir al Templo a unirme con James, no estaría llorando como un bebé si hubiera… sería luna de mi manada y tal vez ya me hubiera marcado, y y no tendría que estar llorando por culpa suya.
Una lágrima gruesa se queda en mi pelaje cuando escucho el crujir de una rama, su olor lo delató desde hace unos minutos. Pero me siento demasiado triste para gruñirle en tono amenazante.
Se sacude despacio y suspira al verme donde estoy, giro mi cabeza a otro lado, no me gruñe cuando lo hago, golpea despacio mi hombro con su cabeza. Lo escucho suspirar antes de sentir sus patas en cada lado de mi cuerpo, levanto la cabeza para verlo, se echa a mi lado, y gruñe despacio.
Pero no es para mí.
Acomodó mi cabeza para no verlo cuando siento la suya junto a la mía. Al menos no me está gruñendo como animal.
—Lo siento.
—¿De verdad, lo sientes?
Incorporó mi cabeza para verlo y un leve suspirar de él me lo confirma.
No lo siente.
Vuelvo a acomodar mi cabeza, deseando que no esté aquí. Que me haya dejado sola. Cierro ojos para volver a chillar. Pero… su lengua lame detrás de mis orejas y eso es un gesto… puede decirse que uno de pareja.
Paso mi cabeza por su costado y él no deja de lamer, en pocos minutos pasamos este encuentro a algo íntimo y de pareja. Cuando termina de hacer que me derrita con un par de lamidas en mi cuerpo, muerde ligeramente detrás de mis orejas, para luego lamer.
Cierro los ojos antes de quedarme dormida totalmente.
///
Despierto por el sonido de gruñidos de advertencia que Darius da a quien sabe quién, pero son fuertes y a quien se los haga debería quedarse afuera de la cueva.
—No me gruñas.
Valquiria.
Darius vuelve a gruñir.
—¿Sabes lo difícil que fue encontrarlos porque la lluvia borró su rastro?
Vuelve a gruñir en tono de amenaza, Valquiria se queda quieta cuando ve dónde está su hermano sin que me este mordiendo o gruñendo.
—¿Te costaba mucho?—el lobo gruñe antes de que dé un paso—¿Estás bien?
Darius vuelve a gruñir.
—A ya entendí… tu animal si la quiere pero el humano es un idiota, ¿Verdad?
Los ojos de Valquiria van a dar a mí y me hace la seña de que me transforme, que trae ropa para nosotros. Nos deja la ropa en una roca antes de levantarse y salir de la cueva.
Me transformo en humana antes de tomar mi ropa, me pongo la ropa interior primero y un leve gruñido llama mi atención.
—¿Por qué gruñes?
—Porque como animal disfruta la vista—dice Valquiria en tono burlesco desde afuera—. Y seguramente ya te pusiste algo de ropa.
Me sonrojo porque es cierto.
Tengo ropa puesta y eso lo hizo gruñir. Me terminó de cambiar, antes de salir de la cueva. Valquiria sonríe antes de decirme que el idiota volverá cuando el lobo se vaya a dormir.
Estoy por responderle cuando Darius sale cambiado con un traje n***o que le queda muy bien a su vestimenta, me ignora y le pone atención a su hermana para decirle un par de cosas con respecto a las burlas que pueda generar, por estar aquí conmigo.
—No me culpes de que tu lobo sea menos idiota que tú.
—¿Mi lobo?
—No te hagas idiota—se queja ella—. Sabes perfectamente que tu animal te manda a la chingada cuando lo cree necesario. Y por lo que vi, anoche lo hizo. Disfruto de estar con su pareja… y ambos sabemos que cuando menos lo esperes te hará que la…
—Cállate.
Valquiria sonríe antes de mirarme e ignorar a su hermano.
—Tienes posibilidad, de ser marcada antes del año.
No sé cómo logra sacarse del agarre de su hermano y caminar a mí y regalarme una sonrisa.
—¿Cuándo es tu celo?
—En unos cuatro meses, ¿Por…?
—No va a aguantar—dice juguetona—. Menos cuando el lobo ya te aceptó. Créeme no va a durar ni cuatro días de los diez que son. Y te apuesto que te marca antes de tres meses… ten fé en qué lo hará.
Se aleja riendo y Darius gruñe a lo que su hermana me dijo, empiezo a caminar detrás de ella cuando me toma de la cintura para girarme y verme directo a los ojos.
—El lobo te aceptó pero yo sigo sin hacerlo así que ten cuidado con lo que haces.
—Tengo esperanza—le respondo con una sonrisa—. Si me gane al animal, puedo ganarme al hombre.