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1756 Palabras
—Cariño, ¿por qué no me avisaste que vendrías?—trago grueso al escucharlo a mi lado. Se supone que estaba del otro lado de la plaza, ¿Cómo demonios me distraje tanto? —¿Emily? —Papá, él es Darius… mi… —Su pareja. Mi padre me mira y luego a Darius y una sonrisa aparece en sus labios, hasta los ojos se le iluminan al ver a qué ya tengo pareja. —Bien, Em, tú ganas—dice finalmente después de un par de minutos de silencio—. Me tomaré las pastillas que quieres. Me arrodilló antes de abrazarlo a pesar de estar en la silla de ruedas, sus manos me abraza antes de hacer algo que me indica que necesita… me separó pero Darius ya tiene listo el respirador, se ve hasta gentil haciendo eso. —Listo. —Cuenta hasta tres, papá. Lo hace, poco a poco va respirando y tomando ese bonito color con el que nació, nos sonríe a ambos a través del aparato que le da oxígeno. Pasó toda la tarde con papá y con Darius portándose como un caballero, y como si de verdad se sintiera cómodo con lo que soy. Pero creo que es por papá que lo hizo. Papá tiene pocas esperanzas de vivir y el tomarse las pastillas me alegró mucho. Dejamos a papá en casa y no evitó preguntar el rango de Darius. Al saber que era un Alfa, me miró y dijo que al menos sabe que comeré todos los días. Hay ocasiones en los que ser Omega es malo porque sí la manda sufre perdidas… no siempre se come y por eso los Omegas no comemos todos los días. De regreso a la mansión Darius va en silencio, uno que me es muy incómodo, todavía hay personas despiertas que caminan con tranquilidad por la plaza y no quiere que sepan lo que pasaré cuando estemos totalmente a solas. Llegamos al Palacio y lo que hago es acelerar mis pasos para llegar mi habitación, a nuestra habitación. Al entrar uno de los líderes se está despidiendo de James, el nuevo Alfa de Tormenta Roja. —Darius—lo llaman y se detiene. Estoy por seguir cuando hace un ruido animal y eso me detiene. —¿Sí? —Imagino que harás una reunión para formalizar tu unión con la chica. —Por supuesto—me doy la vuelta para dar una sonrisa al Alfa que pregunto eso—. Aunque todavía quiero arreglar unas cosas con ella, antes de marcarla. James se muestra igual que en estos días, no me sorprende. —Tu madre estará encantada de saber que al fin le darás nietos. Trago saliva de manera gruesa. Es probable que en un año me separé de él, y este hombre piensa en cachorros. —Y seguirá sin tenerlos—me pongo a su lado antes de que tome mi cintura y jale a su cuerpo—. Quiero disfrutar un tiempo con Emily antes de pensar en esa posibilidad. —Tengo entendido que Emily quiere hijos antes del año de marcación—para eso sí habla. Darius me mira con una ceja levantada y yo sólo le sonrío, le regaló un beso en la mejilla que lo toma por sorpresa. —Luego vemos ese tema—digo calmada. James se mantiene igual pero soy más rápida y me separo de Darius para ir a nuestra recámara, mañana me voy de la manda y quiero dormir porque estoy segura de que no lo haremos hasta llegar a la casa de Darius. Mi nueva casa. —Por cierto, James—dice Darius a mi espalda—. Respeto a tus invitados por eso no la has escuchado gritar pidiendo más. —¡Eres un hijo de perra!—grita James en un tono animal. Escucho una transformación, no. Me doy la vuelta para ver a James transformado en lobo, y a Darius en porte tranquilo. James le salta encima y lo que Darius hace es arrojarlo por la ventana que da al jardín. No. No puede ser. Varias personas se despiertan por el ruido que hace James al caer en el jardín. En pocos minutos muchos lobos rodean la escena, James está de pie gruñendole a Darius y mostrándole los colmillos largos que tiene y qué quiere usar en él. Trago saliva al entender que nadie debe meterse. —¿Qué mierda haces, James?—le grita su padre. Un gruñido es su respuesta. —No quiero hacerte nada, James—Darius se escucha sincero—. Así que deja de jugar que de verdad haré algo y no te gustará. James no duda en acechar a Darius que se mantiene seguro de sus pasos, nadie se meterá y debo hacerlo. Tengo que ser yo para que no haga nada. Genial. Espero el momento adecuado, y cuando James se decide yo ya estoy corriendo para meterme en medio de él y Darius. Se queda quieto cuando me ve entre él y mi pareja. Sus orejas se agachan y la cola la mete entre sus patas, un gruñido de advertencia sale de mi boca. Los ojos de James muestran tristeza, pero no quiero que provoque una pelea que no ganará. —Emily… James se transforma en humano y su mirada va a Darius y luego a mis ojos. —Siempre salvándome el pellejo—sus ojos pasan a quien protejo—. A ti debería matarte por tratarla como lo haces, pero no es mi problema. Se acerca a mí antes de darme una sonrisa que se borra. —La propuesta sigue en pie, Emily—si fuera humana abriría la boca—. Esperemos que las cosas no cambien en ese tiempo. Lo dejo irse antes de suspirar. —Quédate como loba—dice la voz de Darius en tono filoso—. Nos vamos esta noche. Asiento. Se mete a la mansión para ir por nuestras cosas, me quedo como me lo pidió, y lamo detrás de mi pata para finalmente escucharlo salir de dónde de la mansión. Se transforma antes de tomar su maleta con los dientes. Me avisa que no me llevaré gran cosa de ropa, que con lo que hay en la maleta es suficiente. Lo sigo con las pocas ganas de irme que tengo, Dios. Desearía haber aceptado la propuesta de James y no tener que hacer esto. Pero no tengo de otra. /// Llevamos dos días de camino y sólo faltan unos diez kilómetros, eso me dijo Darius hace unos cinco minutos, pero me lleva corriendo así que supongo que nos quedan unos tres o menos. Darius se detiene y gruñe antes de que una figura se deje caer de un árbol cercano. —Volviste antes—dice una mujer joven de unos veintidós años, o eso aparenta. Darius gruñe a la chica y ella sonríe de manera risueña. —Bien. Pero te advierto que Kenneth está en el castillo. Darius suspira antes de caminar despacio por lo que nos falta con la chica a su lado como si fueran amigos, pero ella no huele a loba, y no le hayo olor. Y se me hace extraño es que vaya hablando con Darius sin necesidad de ser algo de sangre, porque no se parecen físicamente para decir que son hermanos. El lobo de Darius va tranquilamente mientras parece tener una conversación con la rubia. Lo que no sé es si es rubia natural o teñida, pero parece ser natural. No puedo escuchar la conversación porque parece que ella hace algo y no puedo escuchar. La rubia gira su cabeza a mí antes de sonreír y regresar a su conversación con Darius. Uno de los lobos de Darius me golpea despacio antes de negar. Entiendo que no debo de hacer lo que quiero hacer. Genial. Seguimos avanzando y la aldea me sorprende mucho, hay de todo un mundo de criaturas mágicas que según tenía entendido no existen. Hay Altos elfos, hadas, brujas, y muchos olores nuevos que llenan mis fosas nasales, ahora sé porque esta manada es tan envidiada por otras. Darius jamás caerá si estás criaturas están para él. Tiene mucho que proteger y dudo mucho que su lobo lo deje caer. Las criaturas mágicas abren paso para nosotros y algunos de ellos no me toman importancia porque voy atrás de Darius y dos lobas más. Vaya lugar de pareja. Es más probable que pase un año limpiando pisos en el castillo que escuche mencionar a qué yo me diga luna de la manada. Genial. Una parte de mí quiere regresar a mi antigua manda y olvidarme de esta estupidez de ser Luna de una manada importante. Al llegar al edificio en el que viviré Darius se transforma en humano con ropa puesta, eso es… nuevo. —Ya no me digas, Valquiria. —Sólo te pongo sobre aviso. Darius rueda los ojos antes de abrir las puertas del castillo y adentrarse al interior sin prestar atención a los demás, pero los lobos a mis lados se van dejándome en la entrada del castillo. Miro el camino libre a mi antigua vida y un rastro de emoción se activa, doy la vuelta con mis cosas en el hocico. —Ni siquiera lo pienses. Me quedó helada al escuchar su voz a mi espalda. —Entra. Si cabes en esa forma. Trago antes de darme la vuelta y entrar, arquea una ceja cuando bajo la cabeza con tristeza, creo que ya entendí porque se sintió mal al saber que yo era su pareja. Habiendo tantas criaturas mágicas allá afuera le toque yo de pareja. Una simple Omega que limpia los baños de alguien más. —Valquiria te llevará a comprar las cosas que necesitas—avisa sin ponerme atención—. Y por lo que más quieras, ni se te ocurra dejar mis territorios. Asiento en forma de loba, Valquiria es la rubia que nos interceptó. —¿No crees que estás siendo un poco duro?—arquea una ceja a Valquiria—. Es tu pareja y… —Bien puede ser mi hermana y la trataré igual—se da la vuelta para irse por un pasillo. —Idiota de mierda—gruñe ella antes de girarse a mí—. Ven, vamos a qué te cambies y de ahí darte algo de comer que de seguro el pendejo que se fue no te dejo comer un poco. Algo me dice que Valquiria será una buena amiga en este año.
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