Llegaron hasta el borde del piso y pudieron apreciar la belleza de la ciudad con más detenimiento. A través de los cristales Sarah contemplaba lo que para ella era un mundo totalmente diferente y nuevo, y Enzo la acompañaba en aquella aventura. No podía dejar de sentirse feliz y emocionada pero debía mantener la compostura y no parecer una loca infantil al igual que Enzo.
—¿Hay más sitios que te gustaría conocer? El mundo entero está a tus pies, Sarah. A cualquier lugar donde quieras ir, te llevaré.
—Por ahora, quiero pasear por las calles y perderme en ellas. Y quiero ir a alguna perfumería famosa… A tiendas de moda también, pero sólo a mirar, son muy caros y si me dices de comprarme algún vestido te golpearé. ¡Ah! Y también quiero probar la comida típica.
Un hombre se acercó ofrecién
