XXV. Kikyo

1532 Palabras

Pasamos el resto de la tarde practicando mi terrible puntería, y cuando digo terrible, es porque es lo suficientemente terrible como para que Kagome pasara de burlarse de mi a mirarme como una causa perdida. No se me puede culpar, el arma en mis manos se siente pesada y cada vez que la levanto parece que me vuelo gelatina porque comienzo a temblar sin control. Solo de pensar que en algún punto quizás deba utilizarla en alguien, en un ser humano, mi mente se bloquea porque la idea me aterra. Me da miedo pensar en lastimar a una persona, aún cuando posiblemente esa persona no sea buena. Estoy yo que nunca acerté a una sola de las latas ni por un golpe de suerte o de principiantes. Luego está Kagome quien con una mano y sin prestar mucha atención las derribó todas. Kagome maneja las armas co

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