Negar que me sentí abrumada al ver a Aaron en la entrada de mi apartamento, sería engañarme a mí misma. Como si hubiese recibido una ola de viento frío en el rostro, así me sentí al verlo. Esperaba que fuese cualquiera de los escoltas, ya que ellos no avisaron que Aaron subiría.
Sonrío para mis adentros mientras lo observo. Ilusa yo al pensar que eso podía suceder. Tal parece que los tiene comprados, ellos obedecen todo cuanto él dispone, incluso los accesos a mi espacio.
Ahora, verlo frente a mí queriendo hurgar en mi vida personal, es atreverse a mucho.
¿Para qué hurgar en la vida de un ser tan insignificante? ¿por qué querer conocer la oscuridad de mi vida sí con la suya tiene suficiente?
—En mi vida no hay nada interesante —le digo con la intención de hacerlo desistir.
—No te es
