CAPITULO 1
Samantha
Hoy toca otra vez la misma rutina de siempre, ir al trabajo.
Ya estoy acostumbrada a levantarme todos los días a las 07:00, y aunque al principio me costaba bastante, ahora es algo sumamente normal en mi.
Tomé una ducha súper relajante y me vestí.
Trabajo como asistente personal en una de las empresas más importantes y reconocidas de todo New York, "Smith's Corporation".
Sin dudas el trabajo es muy bueno y la paga también. Aunque soportar a mi jefe, a veces me resulta muy difícil y complicado.
Tomé mi bolso y salí del apartamento, me subí en mi auto y comencé a conducir hasta la empresa.
Al llegar, bajé y caminé rápidamente hacia mi espacio de trabajo, necesitaba arreglar unos pendientes que tenía y también asegurarme de que estuviera todo listo para la reunión que tenía mi jefe.
Luego de preparar la sala de juntas, toqué la puerta del señor Smith.
Escuché un Adelante, así que abrí la puerta cuidadosamente.
—Buenos días, señor. Solo venía a avisarle que ya está todo listo para su reunión— hablé educadamente y él solo se dedicaba a observar unos papeles sin prestarme atención.
—De acuerdo, avísame cuando lleguen todos los socios—dijo sin mirarme.
—De acuerdo, ¿se le ofrece algo más? — pregunté y él levantó la vista.
—Sí, quiero un café — me miró de pies a cabeza —y también quiero que encargue un ramo de rosas blancas y que las envíen a ésta dirección — dice mientras me entrega una tarjeta.
Yo tomé la dichosa tarjeta y asentí.
—Con permiso — me dirigí a la puerta pero antes de que pudiera abrirla, él habló:
—No he dicho que te puedas retirar —cerré los ojos por unos segundos antes de voltear a verlo.
—¿Necesita algo más, señor? — dije mirándolo fijamente.
—No, puedes retirarte —dice con tono de voz divertido.
Yo sinceramente no le veía el lado divertido a todo esto.
Di un sonoro suspiro y salí de su oficina, cerrando la puerta con fuerza.
Hay veces en que no lo soporto, se comporta como un idiota.
Tomé asiento de nuevo en mi espacio y llamé a una florería, les di la dirección y después me dirigí hasta la cafetería y preparé su café.
Una vez listo, caminé nuevamente hacia su oficina, toqué la puerta y escuché su voz del otro lado, así que abrí la puerta y entré.
—Aquí está su café —dije mientras depositaba la taza de café sobre su escritorio provocando que hiciera un poco de ruido— y las flores también ya fueron enviadas a la dirección que me dijo. —hablé seriamente y él solo me observaba.
—Bien, ¿le puedo hacer una pregunta, señorita Miller? —yo asentí un poco confundida — ¿Usted tiene novio? — dijo sin rodeos. Esa pregunta me tomó por sorpresa.
—Creo que eso es algo muy personal, señor Smith. Con todo respeto —hablar de mi vida privada no era algo que me gustara.
—Es solo una simple pregunta, no le veo lo malo. Puede responder con total confianza— dice muy tranquilo.
—Tal vez para usted parezca una simple pregunta, pero para mí no lo es. ¿Algo más? — le digo un poco impaciente.
Hablar de esto me pone mal, no me trae buenos recuerdos.
—No quise incomodarla con esa pregunta. Eso es todo, puede retirarse— asentí y salí de ahí lo más rápido que pude.
Éste hombre iba a matarme.
Tomé asiento en mi silla y cerré los ojos tratando de no pensar en él, en Mike, mi chico de toda la vida, el único que supo amarme de una manera inexplicable y hacerme la mujer más feliz de toda la tierra. Viví tantas cosas bonitas con él, pero lamentablemente él ya no está aquí conmigo, y todo por ese maldito accidente que terminó con su vida, y con la mía también.
Jamás volveré a vivir algo como eso, sin dudas Mike, fue lo mejor que me pasó y hablar de él simplemente me pone mal, muy mal.
Pero no podía dejar que ese tema me afectara, tenía que aceptar que él ya no está conmigo, tengo que seguir adelante con mi vida.
El teléfono sonó y cuando atendí era Lucía, mi amiga, quien es la recepcionista de la empresa.
—Hola, Lucía— dije.
—Hola amiga, sólo te quería avisar que los socios ya llegaron para la reunión— me informó.
—Perfecto, gracias, ahora mismo le informo al señor Smith —corté la llamada y me dirigí hacia la oficina de mi querido jefe.
Luego de golpear la puerta y recibir un Adelante como respuesta, entré.
—Señor, los socios llegaron para la reunión — le informé e inmediatamente él se puso de pie.
—Bien, venga conmigo y tome nota de lo importante — Yo asentí y lo seguí a paso rápido hasta llegar a la sala de reuniones.
Al entrar, ya estaban todos allí esperando a que llegáramos nosotros.
—Buenos días, señores —dijo educadamente mi jefe y ellos respondieron de igual manera.
—¿Quién es ésta bella mujer?— preguntó uno de los hombres mientras me miraba sonriendo.
Mi jefe solo le dedicó una mala mirada.
—Es mi asistente, la señorita Samantha Miller —dice seriamente mientras nos sentamos.
—Es un placer conocerla señorita, yo soy Matt Collins— me dice el joven hombre educadamente.
—Igualmente, señor Collins— respondo yo y veo que el señor Smith me observa fijamente.
—Dime Matt, por favor— dice sonriendo.
—Bien, dejemos las presentaciones para después — dice mi jefe mirándome de reojo —sin dar más vueltas, vayamos a lo importante: los negocios— dicho eso, mi jefe da por comenzada la reunión.
***
Unas horas más tarde la reunión había terminado. Estaba cansada, mis dedos y manos dolían de tanto haber sacado apuntes durante toda la reunión.
De todas maneras no me puedo quejar, es mi trabajo.
En estos momentos me encontraba en la oficina con mi jefe terminando de ordenar y organizar unas carpetas que necesitaba para su próxima reunión.
Siento que la puerta de la oficina se abre brutalmente y entra una chica rubia, con un vestido corto y extravagante. Se veía molesta, y al verme me miró con odio.
—¡Así que con ésta me engañas, Christian!—le gritó a mí jefe mientras me observaba de pies a cabeza —No pensé que caerían tan bajo.
—Creo que se está equivocando...— le dije confundida.
—¡¡Cállate, zorra, no te hagas la santa!!—yo la miré mal.
—¡A mí no me grites!—sentencio—Yo no soy ninguna zorra, no sé de qué está hablando. Está más que claro que me está confundiendo con alguien más — le digo un poco enojada.
¿Quién se cree?
—Camille, yo no te engaño con nadie, y mucho menos con mi asistente —le dice ésta vez mi jefe.
—¡No mientas, Christian! Si compruebo que me engañas con ésta zorra, me las vas a pagar, y tu también mosca muerta—esto es suficiente.
Salí de la oficina muy enojada, no sé quién es ésta idiota y tampoco sé por qué me insultó de esa manera.
Si su noviecito la engaña no es mi culpa, ni mi problema.
La próxima vez no me dejaré insultar de ésta manera, si tengo que golpearla lo haré.
Estaba sentada en mi escritorio cuando el teléfono sonó.
—Hola —dije de mala gana.
—Venga a mi oficina, ahora— escuché la voz de mi jefe del otro lado y se le escuchaba un poco molesto.
Molesta debería de estar yo por la forma en que esa mujer me habló.
Me dirigí a su oficina y entré sin golpear.
—Tenemos que hablar — dice mientras se pone de pie.
—Por supuesto que tenemos que hablar —solté enojada.
—Se que Camille se excedió un poco con lo que le dijo, pero..—no lo dejé terminar.
—¿Un poco?—dije incrédula —Ella no me conoce y sin embargo me acusó de algo muy grave. Espero que aclare las cosas con ella porque yo no tengo porqué pasar por ésta situación. Si usted la engaña o no, es su problema. Yo no quiero, ni tengo, porqué estar involucrada en sus asuntos —solté enojada y él parecía que echaba chispas por sus ojos.
—No olvide que yo soy su jefe, así que mida sus palabras porque puedo despedirla —me amenazó.—Tampoco hable de mí de esa manera, no es de su incumbencia si engaño o no a mi novia — dice seriamente.
—¡Es de mi incumbencia porque ella piensa que usted la engaña conmigo y ambos sabemos que eso no es así!— le dije.
—Le ofrezco disculpas por lo que sucedió, sé que Camille no estuvo bien. Yo arreglaré todo, de verdad lo siento— se le notaba un poco frustrado.
—Está bien, no se preocupe. Solo espero que no vuelva a repetirse porque no me podré controlar— él solo me observaba sin decir nada y después de unos segundos suspiró.
—Puedes retirarte —yo asentí y salí de su oficina.
Su novia está realmente loca y paranoica, ve cosas dónde claramente no las hay.
¿Mi jefe y yo? Eso es totalmente imposible.
•••
A las 8 de la noche, ya había terminado mi trabajo por hoy, así que comencé a juntar mis cosas. Quería irme de la empresa cuanto antes. Definitivamente hoy no fue mi día.
Luego de haber recogido todas mis cosas, caminé hacia la oficina de mi jefe.
Toqué la puerta pero no oí ninguna respuesta del otro lado, así que entré.
Él estaba dormido en su sofá. Algo totalmente extraño. Nunca se dormía en el trabajo, no hasta donde yo sabía.
Le acerqué lentamente a él y toqué suavemente su brazo.
—Señor.. — dije en voz baja —ya es hora de irme.. —lo sacudí un poco y se despertó de golpe.
—¿Qué pasó? ¿Dónde estoy? —dice sentándose de golpe y yo solo lo observo.
—Eee...usted se quedó dormido— le digo con calma y él frunce su ceño.
—¿Y usted... entró sin permiso a mi oficina?— dice mientras se pone de pie.
—Toqué la puerta pero no escuché ninguna respuesta— me encogí de hombros — Venía a decirle que ya es hora de irme, solo eso — él asiente y luego de unos segundos de silencio, salí de su oficina.
Caminé rápidamente por los pasillos vacíos y tomé el ascensor hasta llegar a la planta baja.
Estaba todos tan silencioso que hasta me causaba escalofríos.
Una vez que salí a la calle, el frío golpeó mi rostro, así que me apresuré a llegar a mi auto inmediatamente.
Cuando llegué al estacionamiento, no podía creer lo que veía.
¿Quién hizo esto? ¿Quién destrozó mi auto?
—Maldita sea..— dije enojada y a la vez triste.
Mi amado auto se encontraba todo destrozado: los vidrios rotos, las puertas estaban con abolladuras, las llantas pinchadas.
¿Y ahora qué hago?
No sabía si irme o si llamar a la policía.
—¿Que pasó?—una voz a mis espaldas hizo que me sobresalte y cuando volteo, me encuentro con el rostro confundido de mi jefe.
—Nada —le digo rápidamente.
—¿Nada? Estoy viendo que tu auto está totalmente destrozado. No digas que no pasa nada —me mira fijamente.
—Entonces no preguntes —le contesto de mala manera—No sé quién lo hizo— digo enojada mientras observo mi auto—pero cuando lo encuentre, se va a arrepentir—le digo decidida.
—Creo que sé quién fue —yo lo miro— Camille. Ella estaba muy enojada hoy y no me extrañaría que haya sido ella —finaliza y yo aprieto mis puños.
—Llamaré a la policía —digo mientras saco mi teléfono pero antes de que pueda encenderlo, mi jefe me lo quita.
—No hay necesidad de llamar a la policía, esto se puede solucionar. Llamaré a una grúa y los gastos correrán por mi cuenta—habla como si todo fuera tan sencillo.
—No, yo no quiero nada de usted señor, yo misma puedo pagar el arreglo de mi auto. Si fue su novia quien hizo todo esto —digo señalando a mi auto —va a tener que hacerse responsable, yo llamaré a la policía y ellos se harán cargo. Y no me importa si la detienen— le digo.
—Esto podría dañar la reputación de Camille, la prensa haría un escándalo y su familia también —dice.
—No me importa. ¿Usted no ve lo que le hizo a mi auto sin motivo alguno? Me insultó dentro de su oficina y ahora hace esto, esa chica está realmente mal y yo no pienso pagar por sus platos sucios— digo mientras lo señalo.
—Déjeme llevarla a su casa así podemos hablar y llegar a un acuerdo— dice y yo niego.
—No, no hay que llegar a ningún acuerdo porque yo ya tomé una decisión.— le digo, le quito mí teléfono y comienzo a caminar, en busca de un taxi.
Esto no se va a quedar así, ella va a pagar por lo que hizo y no me importa si eso implica que perderé mi trabajo.