Las palabras de Valentino retumbaron en su cabeza. Aturdida, lo observó. Pero toda alarma pareció diluirse en el momento en que lo vio así, completamente expuesto ante ella. —¿Qué significa eso que…? No pudo terminar la frase. Adrik se le acercó de un salto, cubrió su garganta con una de sus manos y la besó con fuerza. Luego se colocó tras ella, presionando su cuerpo desnudo contra el suyo. La sábana cayó al suelo cuando ya no pudo sostenerla. Él le entregó el arma, guiando sus manos para sostenerla correctamente, ayudándola a apuntar hacia un jarrón en el estante de la entrada del espacioso apartamento. —Fije su vista en su objetivo… —Hades… vendrá la policía. Esto se va a escuchar… —Tiene silenciador. No hará más ruido que el cristal reventándose. —Pero… —Es semiautomática —aclar

