Antes de marcharse, revisó la guantera. Encontró varios objetos: encendedores de plata, dinero en efectivo, un perfume masculino francés, Dior, Peur de Rien, puros y cigarrillos. «¡Cuánto tiempo lleva Magno guardando estos puros aquí! Me voy a joder unos», pensó con una ligera sonrisa, buscando una excusa para alejarse de su mal humor. Se acomodó el teléfono en el bolsillo delantero de su camisa estilo leñador, de cuadros rojos, desabotonada como chaqueta. Por debajo, una camiseta blanca de algodón. Vaqueros holgados y botas de senderismo negras, de agujetas sencillas. Esa ropa le resultaba cómoda, como todo lo que había llevado durante sus años en el ejército. El tipo de calzado con el que siempre se sentía a gusto, incluso más que con los botines formales. La noche era templada, no fr

