Karman lo miró atónita dando un paso atrás. No le gustó la manera en la que Kael la miraba y para ella fue algo alarmante como su cuerpo, a pesar del miedo tiembla bajo esa mirada hambrienta.
―Ni se te ocurra dar un paso. ―Tropezó al intentar poner más distancia. ―No permitiré que me toques. ¡No puedo entregarme a ti antes de una ceremonia!
―Por favor. ―Kael rio con diversión. ―Ya te he marcado, ¿No era eso la más importante? ―Karman dejó de respirar, él no dejaba de acercarse. ―Que te entregues a mí solo aumentará la conexión. No creo que esos viejos decrépitos se molesten por una pequeñez como esa.
―Deberías controlarte. ―Cayó sentada en la cama, pero no dejó de retroceder. ―Suprime esos instintos salvajes que tienes, ¡No siempre puedes ser una bestia!
―¿Una bestia? ―Kael se paró justo frente a ella y la observó por largos segundos que lo único que hicieron fue poner a Karman en una posición incómoda por la lucha interna que estaba teniendo. ―Por supuesto que soy una bestia y lo seré más cuando te posea y duermas por una puta semana después. ―Karma se tensó de pie a cabeza.
¿Por qué su cuerpo reacciona? ¿Por qué siente esa atracción tan poderosa si rechaza por completo a pertenecerle? Estaba demasiado confundida, lo odia, de eso no hay duda, siente asco por él, eso también lo tiene claro, pero solo ver al hombre parado frente a ella la pone en un dilema del que es incapaz de salir.
Esa cabellera larga y abundante no debería parecerle algo atractivo, esos ojos grises, ahora más oscuros que antes debería causarle escalofríos por la oscuridad que hay en ellos, ese rostro con esa cicatriz que cruza su cara debería hacerlo ver como el más feo de los hombres, pero nada era así.
Kael le parecía un hombre demasiado atractivo, tanto que cada detalle en él lo hace ver mejor. ¿Lo estaba pensando así por que la marcó? Quiso convencerse con esa pregunta, pero la verdad es que cuando ve ese poderoso cuerpo sin importar que vaya vestido la hace estremecer y su entre pierna palpita como si tuviera vida propia.
―No deberías tratarme así. ―Quiso jugar la carta de la víctima. ―Se supone que cuando un lobo encuentra a su destinada, por muy salvaje que sea cambia por y para ella. ―Kael carcajeó tan profundamente que Karman jadeó. Es como si con solo su risa su cuerpo dejara de pertenecerle por completo.
―No sé como sean los demás, pero a mí eso no me cambia en nada.
―¡Dioses! ―Karman echó mano de los trozos de tela que le habían quedado como vestido para cubrirse lo más que podía. ―¿Cómo pudiste? ―Lo miró atónita. ―¡Eres un animal!
―Lo soy. ―Le quitó las manos, listo para reclamar lo que la Diosa amablemente le había dado a pesar de que él incontables veces le imploró que jamás le enviara a una pareja. ―Cuando se tiene a la mitad de nuestras almas en frente, no hay manera de controlarse.
―¡Déjame! ―Karman lo empujó y giró para huir, pero el fuerte agarra en su pie la detuvo abruptamente haciéndola caer de pecho.
―Qué lunar más curiosa. ―La tensión y el cambio repentino en el olor de su luna lo confundió un poco. ―¿Es hereditario ese lunar tan raro? ―Karman se giró para mirarlo con el asombro dibujado en su rostro.
―¿Pudiste verlo? ―Susurró demasiado bajo, si Kael no hubiera tenido un lobo, le habría sido difícil escucharla.
―Sí, es rojo y tiene la forma de una luna llena. ―Contestó en automático, sintiendo más deseo por ella. ―Está justo en tu nalga derecha. ―Karman dejó de respirar en el acto. ¿Cómo pudo verlo? Ni siquiera sus padres podían ver ese lunar que ella veía constantemente en su cuerpo. ¿Por qué él sí y cualquier otro no? ―Yo igual tengo un lunar en mi testículo. Mira.
―¡No! ―Karman se tapó los ojos. ―No quiero ver nada de ti, ¿Por qué eres tan indecente? ―No se podía creer la osadía de ese hombre.
―No actúes como una mojigata. ―Gruñó. ―Cuando me pruebes, no querrás estar lejos de mí. ―Le quitó las manos de la cara, pero Karman mantuvo sus ojos cerrados. ―Sé que me deseas. ―Susurró tan cerca que su aliento incendió más el fuego que ella se esforzaba por mantener a raya. ―Cada átomo de tu cuerpo quiere aceptar todo lo que sientes por mí, ¿Por qué no lo dejas fluir?
―Por supuesto que lo dejo fluir. ―Abrió los ojos para mirarlo directamente a los suyos. ―Siento asco, odio y repulsión por un ser tan desagradable como tú. Aaahhh. ―Gimió al quedar completamente desnuda.
Kael no perdió el tiempo y metió su cara entre las piernas de Karman. El delicioso aroma de su luna activó cada uno de sus sentidos. Jamás había deseado tanto a una mujer, su corazón nunca antes se había sentido tan abrumado por sentimientos que ni siquiera reconoce, el solo probarla lo perdió por completo.
―Carajos. ―Gruñó apartándose de ella por la patada que le dio. La miró furioso, quería beber todos sus jugos, ella se había corrido en cantidades desorbitantes.
—¿Qué me has hecho? —Karman no podía explicar lo que estaba sintiendo, fue demasiado para ella.
—Te he hecho correr con mi boca. —Kael ladeó la sonrisa orgulloso por verla temblar.
—No te me acerques, bestia. —Ordenó Karman sin saber cómo comportarse.
―¿Seguirás luchando? ―Kael lamió sus labios llenos de los jugos de su luna. ―Lo estás disfrutando, lo sé. ―La miró con lujuria.
―Púdrete, bestia salvaje. ―Escupió Karman agitada y sintiendo de todo en su cuerpo por el explosivo orgasmo al que él la llevó sin darle previo aviso. ―¡Jamás sentiré nada por ti! ―Kael la miró a los ojos, no sabe demasiado sobre la conexión, pero tiene claro que una vez la pareja está marcada no puede sentir más que amor y lealtad.
―¿Segura que no sientes nada? ―Enfureció. ―¿Entonces que son esos espasmos cuando toco tu cuerpo, acarició tu piel y disfrutó de tu sexo? ―Pellizcó con fuerza sus pezones haciéndola gemir. ―¿Qué son todos esos jodidos temblores cuando estimulo cualquier parte de tu cuerpo? ―Besó, mordió y finalizó con una lamida en su cuello.
―Eres el único imbécil que se cree lo suficiente como para que una mujer inexperta pueda sentirse realizada. ―Kael paró en seco mirándola con desconcierto.
No debería dudar, sus ojos están cristalizados por el placer, su piel roja por el deseo, su sexo palpitando, pidiéndolo a gritos y ni hablar de su olor que está por volverlo loco de lo dulce que es debido a su excitación. Él sabe a la perfección que ella lo está disfrutando, que por más que diga esas cosas quiere todo de él, pero algo en su tono despectivo lo jode y a lo grande.
―¿No sientes nada? ―Asintió. ―Bien, demuéstrame cuanto asco que te doy. ―La abrió más de piernas y se aseguró que ella no pudiera ponerse difícil. ―No te voy a masturbar ni jugar con tu clítoris, haré todo el trabajo con mi v***a para cuando chilles, grites y supliques por más te des cuenta de que no hay nadie que te pueda dominar como lo hago yo. ¡Soy tu puta pareja y por mí debes sentir todo!
―¡Aaahhh! ―Karman tocó las estrellas por ese profundo y contundente empellón.
Su sexo dolió horrores, estaba completamente empapada, pero al parecer eso no había sido suficiente para que el m*****o descomunalmente grande de Kael entrara sin problema alguno. Es su primera vez, ella ni siquiera sabía cuánto placer podía dar el aparearse, pero ahora estaba por tragarse sus palabras.
Ella debería sentir asco, pero duda de que cualquiera de esas sensaciones que está teniendo sea de asco o repulsión. Su cuerpo ya no es de ella, le pertenece completamente al animal que se mueve como un loco sobre ella.
No sabe a quién quiere engañar, su cuerpo se ha vuelto esclavo del deseo de ese lobo feroz y su tonto corazón se altera cuando esos ojos grises y fríos la detallan con esa sombra de malicia en ellos. ¿Por qué es tan débil cuando se trata del hombre que destruyó su manada y la reclamó sin más?
Se supone que era meramente un castigo, una manera de demostrarle a esa insolente mujer que toda ella le pertenece, pero cayó en su propio juego. No puede dejar de mirarla a los ojos, devorar sus labios y acariciar su cuerpo con urgencia. Un milenio ha existido y es primera vez que se siente de esa manera que no puede controlar.
―Carajos. ―Gruñó extasiado, sus gemidos y la manera en la que arquea su cuerpo ofreciéndole todo de ella lo convierte en el más fiel esclavo. ―Te has corrido. ―Jadeó al verse empapado. ―No hay duda, tu cuerpo me pertenece. ―Karman no le prestó atención, estaba muy ocupada recuperándose del intenso orgasmo al que la había llevado. ¿Por qué Nova jamás le habló de algo tan maravilloso y exquisito?
―Has profanado mi cuerpo. ―Lo miró con los ojos llenos de lágrimas debido al orgasmo. ―Te detesto, Kael, ¡No te perteneceré jamás! ―Kael quedó inmóvil por sus palabras, por primera vez pudo sentir el rechazo de su luna. ¿Cómo es capaz de decirle eso cuando lo ha disfrutado tanto? Su corazón dolió y Shadow quien estaba furioso porque no lo dejó salir rasguñó con fuerza.
―Me perteneces y me pertenecerás siempre. ―Dijo como el animal salvaje que es siempre. ―Y, por lo tanto, no he profanado tu cuerpo, toda tú eres mía. ―Ladeó la cabeza solo para admirar lo agitada, sonrojada y excitada que estaba. ―Por órdenes de la Diosa, no lo olvides.