Año 1459 – Arabia. Una vez más. Yo, un jeque árabe y mi querida Rithana… La paciencia se me estaba yendo a los pies. Ya no quería seguir luchando, pero no, debía seguir. Mi país lo merecía. Catorce siglos. Catorce vidas. Y, no había conseguido nada. Esperanzas una y otra vez. Pero, al final, todo quedaba en nada. Y esta vida no prometía ser mejor. Era lo mismo de siempre. De nuevo mi hermano había llegado antes a la vida de mi mujer. Y otra vez ella se sentía embrujada por él. ¿Qué tenía él que ella no podía resistírsele? Él no podía controlar sus emociones ni sentimientos, no obstante, ella siempre… Siempre se enamoraba de él. Pero esta vez, ella no se podría resistir, la obligaría a estar conmigo. ―Necesito que me traigan a la joven de allí ―ordené mientras paseaba por el pueblo

