1.
Las cuatro paredes que rodeaban el salón de espera eran pulcramente blancas, los cuadros que había en tres de ellas representaban posiciones sexuales de forma delicada, como si estuviesen dibujadas a mano alzada desprendiendo en el ambiente una sensación erotizada. Los sillones en n***o contraponían el espacio y la tensión que yo sentía por la simpleza del lugar, me imponía a pensar en lo s****l que ameritaba.
En grandes letras negras tridimensionales que bordaban la pared libre de cuadros se leía el nombre de “Aucapan”, el mismo al que yo había enviado como dirección de mail, mi curriculum digital.
Corroboré el mensaje de Pedro donde me informaba de la oportunidad laboral, y en ninguna de sus palabras ejemplificaba el tipo de puesto, más que de modelo masculino entre veintiuno y veintiocho años, con fotos de book de primer plano de rostro, cuerpo entero y torso desnudo. Muchas de las productoras en las que había trabajado pedían lo mismo, por lo que no me pareció raro, incluso cuando un señor llamó ayer por la tarde confirmando la entrevista presencial, no dijo nada extraño, pero para mí había algo más que no estaba entendiendo y sin poder aguantar mucho más el tiempo que llevaba sentado en la sala de espera, me puse de costado para hablarle a uno de los chicos modelos, esperando ser atendido igual que yo.
—Disculpame, ¿tenés idea de lo que se trata el puesto?
—Mmm modelaje, seguro una campaña de ropa interior o por cómo parece el lugar, de algo más s****l.
— ¿Y por qué tardan tanto con las entrevistas?
—Porque no es para una campaña, es un casting, en conjunto con entrevista. —dijo otro chico frente a mí con una sonrisa casi burlista hacia nuestra ingenuidad. Yo lo miré confuso. —y no es modelaje, es para la categoría Aucapan, de Sol Torres D’Altrui.
— ¿Y quién es Sol Torres D’Altrui?
— ¿Cómo quién es Sol Torres D’Altrui? —repitió incrédulo como si yo no llevara demasiado tiempo siendo modelo de pequeñas marcas para no saber quién podía ser esa persona dentro del mundo de las agencias. —Es la directora de la categoría de Aucapan, prostitutos para ricos, si querés.
—No tengo ni idea quién es, ¿y cómo prostitutos para ricos, qué es eso?
— ¿Tenés mínima idea de a dónde estás adicionando?
—Yo leí que se buscaba modelos, mi representante me hizo el trámite y ayer me llamaron para una entrevista presencial, pensé que era para una campaña de ropa interior o algo así. —dijo el chico de mi lado, igual de ignorante en el tema que yo. El de enfrente entrecerró los ojos negando. — ¿no es eso?
—No, buscan modelos porque son los que más venden, pero son como una organización de prostitutos VIP, personas contratadas por otras con mucha plata que tienen reputación. —nos explicó y ante nuestra expresión cada vez más confusa y pasmada, prosiguió con gracia. —por ejemplo Mara López es una modelo que sale con políticos y se rumoreó que candidatos a presidente la han contratado, tienen un especie de romance público, pero en realidad es sexo, pagan muy bien, por eso son VIP… hay dos categorías y Sol dirige Aucapan, un nivel menos que Ruca Ñire, otra categoría con gente más codiciada.
— ¿En serio, prostitución VIP?
—Bueno es la forma más criolla de llamarlo, con elegancia se dice Servicio de Compañía.
—Ah no tenía ni idea, nada que ver lo que pensé. —dijo el de mi lado y unos segundos después, se levantó notablemente incómodo. —voy a decir que me voy entonces, no tengo ese perfil ni quiero, menos que me paguen por sexo.
—Es digno, y se gana muy bien.
—Tengo novio y dudo que le guste esta idea, suerte chicos, yo me voy. —dijo espantado y la puerta de la oficina se abrió. El señor de traje de etiqueta verde musgo, no mayor a cuarenta años con el pelo rubio perfectamente peinado en gel y que muy simpático llamaba a los postulantes, salió con el chico que entró hacía media hora, este se fue y antes que pudiera hablar hacia nosotros, se le acercó el arrepentido. —no había entendido qué tipo de puesto era, pero quería avisar que me voy a retirar porque yo soy modelo nada más.
—Ah...bueno no hay problema. —le dijo frunciendo levemente el ceño, algo extrañado de que no supiera dónde estaba. —igual podés pensarlo, ganarías bien.
—No, no, gracias tengo novio.
—Qué lástima, será hasta nunca entonces.
—Sí, chau. —le dijo con simpleza ante la sonrisa incrédula del señor y yo no supe qué hacer, quería levantarme y decirle lo mismo pero algo me lo impidió y fue que llamó a mi nombre.
—Bautista Romero.
Asentí sin poder evitarlo y me levanté para caminar hasta el señor, quién me sonrió aproximándose a darme un beso en la mejilla, con una simpatía y confianza muy precipitada para mi gusto, pero no dije nada porque dado su look extravagante, me parecía predecible su personalidad tan extrovertida.
—Pasá, lindo. —me cortejó y entré a la oficina con una sonrisa educada. En esta eran mucho más amplias las paredes blancas y sin cuadros del Kamasutra, un juego de sillones a mi izquierda y un estudio provisorio a la derecha donde tenían preparado un croma, con las cámaras correspondientes de frente.
Un ventanal ocupaba toda la pared de vista a la ciudad y por delante, una chica menor a los treinta años con el pelo castaño suelto hasta los codos y un vestido hecho a medida para su cuerpo, estaba sentada muy correctamente escribiendo algo en la computadora del escritorio y al notar mi presencia, levantó la vista. Su maquillaje definía mucho más sus finos rasgos y sin dudar, se asemejaba a una muñeca de porcelana, era hermosa y con la delicadeza que se sacó los anteojos de marco transparente, me mostró su sonrisa de labios pintados rojo intenso.
—Hola, ¿Bautista?
—Sí, hola.
—Soy Sol, gracias por esperar y perdona la tardanza, pero tuvimos que empezar de cero con el chico anterior. —dijo y yo acepté su fina mano de uñas pintadas de rojo por encima del escritorio cuando me la ofreció. Hacía dos minutos sabía de su existencia y ya me parecía la mujer más hermosa que alguna vez hubiese visto, siendo que como modelo, conocía tales extravagancias, pero ella era… deslumbrante y no podía dejar de verla.
—Uno de los chicos se fue porque dice que no era lo que pensaba. —dijo el señor de traje que había olvidado estaba ahí, y me miró con exasperación. —los modelos cada vez vienen más putos eh. ¿Vos sos gay?
—No.
— ¡Fausto!—lo reprendió por su exabrupto, pero por lo que llevaba conociendo a ese señor, no me imaginaba menos que pudiera decir.
—Bueno pero se fue porque tenía novio, o sea… ¡hello!, ¿qué tiene que ver eso?
—No todas las personas lo entienden igual. —se encogió de hombros y se levantó de su asiento. A lo largo de la carrera del modelo, ser gay tenía muchos beneficiosos, pero ser heterosexual también y admirar la belleza de la mujer en todos los sentidos a mí me gustaba más. Ella tenía puesto un vestido n***o ajustado al cuerpo, corto por encima del muslo que apenas se veían por las botas bucaneras que llevaba hasta la rodilla. Sencillamente era perfecta y al acercarse, lo pude comprobar tanto como el embriagante perfume que irradiaba de su tersa piel. —Creo que la pareja tiene que estar de acuerdo, decime Bau, ¿te puedo decir así no? ¿Vos tenés novia?
—No, no tengo novia.
—Buenísimo, nos ahorramos que alguien más tenga que entender esto.
—Acá imprimí su curriculum. —dijo Fausto dándole una carpeta con mi nombre, ella la agarró con sus finas manos y uñas pintadas de rojo y miró las fotos que también habían impreso.
Lo leyó por unos segundos y yo me tomé el trabajo de pestañear para corroborar que no estaba frente a un tipo de deidad, tan sensual y suntuosa.
—Ah sos de Rosario, qué lindo ¿hace mucho estás acá en la capital?
—Eh.. si..—balbuceé, de repente me olvidé de mi propia historia, pero me enderecé y proseguí con firmeza.—desde los dieciocho sí, me vine a vivir solo para empezar mi carrera de modelo.
—Veo que tenés experiencia, ¿tenés representante, o estás en una agencia?
—No, me autogestiono.
—Qué bueno porque odio tratar con representantes, más con los de modelos, son tan interesados. —rodó los ojos finamente delineados y siguió leyendo mi curriculum con atracción. —tenés buenas medidas, me gusta.
— Y sos lindo. —acotó Fausto, y ella sonrió con esa boca perfectamente pintada y asintió con convicción.
—Sí, sos lindo, bueno sos modelo… por algo te dedicas a esto.
—Hoy en día en la industria ya no buscan modelos lindos nada más, el cuerpo sigue siendo el principal estereotipo. —le dije, por más halagado que me hacía sentir que me considerara así, no me gustaba creer que eso era todo.
—Y calificas ¿cuál es el problema?
—Soy una persona con aptitudes y habilidades varias, además de dedicarme a esto.
—Tenés razón y es justo lo que quiero que me cuentes. —me dijo cerrando la carpeta con mi curriculum para dársela a Fasto y apoyarse sobre el escritorio frente a mi, por lo que se me hizo muy difícil mantener la mirada fija en su cara, por más hermosa que ésta fuera. —acá dice que tenés veintiséis y tus medidas son las del estereotipo, tus fotos le hacen justicia a la realidad y tu experiencia es buena, pero cómo sabrás acá buscamos chicos y chicas que sean más que una cara bonita.
— ¿Qué es lo que buscan con exactitud?
— ¿Entendés el tipo de puesto que es, no? —preguntó frunciendo un poco el ceño y yo negué, a lo que ella suspiró recargándose de paciencia y se impulsò de donde estaba apoyada para rodear el escritorio y volver a sentarse, y me ofreció la silla de enfrente, sin querer mirar demasiado a la parte trasera de su cuerpo, por una cuestión de respeto, me senté con Fausto a mi lado que exhaló con desgano.
Ellos no fueron específicos en desarrollar el tipo de puesto que ofrecían, y hacerlo por lo que parecía ser la segunda vez, les causó cierto fastidio, al menos de parte de Fausto, pero yo no sabía de la existencia de la organización hasta que ella me lo comenzó a explicar con más precisión y simpatía.
—Trabajamos con el cuerpo en todos sus sentidos, ofrecemos un servicio de compañia a personas de carácter público, empresarial y político, entre otros, buscamos crear una imagen para el cliente en el aspecto que lo necesite su reputación.
— ¿Cómo prostitución VIP? —pregunté usando la palabra que me dijo el chico en la sala de espera, sin embargo a ella no pareció caerle bien la expresión por como entrecerró los ojos.
—Hay un interés s****l, sí, pero yo no lo llamaría prostitución, acá en Aucapan podés elegir si no querés ofrecerlo como parte de tu servicio, pero es un lástima que no lo hicieras de todos modos, tu perfil da para dichos requisitos y considerando que no tenés novia es ideal.
— ¿Y qué tengo que hacer?
—En principio hacemos la entrevista, después una audición y si te gusta firmamos un contrato y armamos tu perfil en base a tus gustos, aptitudes, habilidades y características, lo ofrecemos…
— ¿Me venden a esa gente?
—Ofrecemos tu servicio de compañía, sí.
—Por lo lindo que sos, se van a matar para tenerte. —me dijo Fausto y yo lo miré sin poder tomarlo como un alabo, ya que el intento de complicidad al tocarme el brazo me resultaba algo extraño. —tenés muchos beneficios con este trabajo, no sólo lo que te ofrecemos nosotros, desde obra social, alta remuneración, alojamiento, vouchers, vehículo, lo que se te ocurra, cuando ellos pagan por tu compañía, también pagan por tus caprichos, desde viajes hasta presencias públicas, si yo fuese lindo como vos… lo aceptaría sin pensarlo demasiado.
—Mirá Bau, adaptas el trabajo a tu vida de la forma que quieras, nosotros te damos todas las herramientas, vos decidís hasta dónde, cómo y cuándo.
— ¿Y cuánto es la remuneración?—pregunté incapaz de ser más curioso sobre lo que realmente debería preocuparme, pero no hacía.
—Doscientos. —dijo ella con la simpleza que la caracterizaba. —mil, claro.
— ¿Doscientos mil pesos mensuales? —pregunté abriendo los ojos perplejo, su sonrisa me desconcertó y cuando asintió no hubo ni una sola duda que se me ocurriera. Ni siquiera me importó no haber entendido por qué había personas que buscaban compañía de esa forma, pero quise aceptar de inmediato por esa cantidad. —Bueno es algo que puedo considerar.
—Y si querés agregar el permiso para mantener contacto físico, relaciones sexuales, serían al menos cien mil pesos más, y claro que si pasas de categoría los numeros se elevan.
—Ah… son, son números importantes.
—Pensá que si te toca alguien con interés, vas a tener mucho más, les encanta regalar y tener contentos a su compañía, hay mucha competencia en este medio. —dijo Fausto divertido y al mirarlo, me guiñó el ojo. —y creeme que por tu carita nomás, te vamos a tener entre los codiciados.
—Lo que quiere decir Fausto es que calificas perfecto para un perfil de demanda, acá y en otra categoría.
— ¿Y cómo se dan las relaciones con esas personas?
—Bueno una vez que armamos tu perfil, y sos elegido por una mujer, ¿solamente te interesan las mujeres? —preguntó y yo asentí. No me había sentido antes atraído por un hombre, pero si el trabajo lo requería no creía que me importase, para mi suerte podía elegir y ella procedió a explicarme. —cuando una mujer te elija, te preparamos para el tipo de necesidad que tiene, quizá quiere llevarte a presenciar un evento para su importancia, una fiesta o una cena… A eso le llamamos servicios presenciales.
—A veces los chicos tienen historia con los clientes, algunos se enamoran y ahí nos desligamos, pero otros entienden el trabajo y cuando de la otra parte no, se llega a un acuerdo y caduca el contrato.
—O sea que en el contrato que hacemos con esa persona, se establece lo que ofrezco ¿no? —inquirí saber interesado, aunque no se me ocurría ninguna duda tan profunda como para no aceptar un trabajo así, siendo que probablemente habría miles temas mucho más importantes que saber.
—Claro, ahí mismo ponemos si vas a acceder al contacto s****l, al físico, y hasta de si querés ser besado o no, todo lo que vos quieras para sentirte cómodo… obviamente esto lo vemos antes que te elijan y ponés tus propios requisitos.
—Me parece bien.
—Si te parece la idea, entonces procedemos a armar un contrato… si lo querés pensar un poco, te dejo mi número y me llamas cuando estés listo, de nuestra parte estamos interesados en vos. —dijo ella y agarró un bolsito de encima de la mesa, para abrirlo y sacar una tarjeta personal. La cara de Fausto con el ceño fruncido, me confundió también, y al aceptarla leí su nombre en plateado en el fondo n***o.
Sol Torres D’Altrui. 11345604509
—No tengo mucho que pensar, estoy dispuesto. —dije con seguridad, como nunca antes había afirmado un trabajo. No solía cuestionar demasiado e incluso teniendo que hacerlo, quise no adular en nada. La remuneración me parecía desorbitante para lo que estaba acostumbrado, e incluso tener sexo pagándome esa cantidad lo creía excelente idea, a cualquiera le gustaría poder hacer algo tan natural como el sexo y que a su favor, le pagaran, no me sentía sucio por concederlo, al contrario fue la idea que más me gustó. —acepto.
—Perfecto, bienvenido a Aucapan. —sonrió ella ofreciéndome la mano y yo la acepté sonriendo también, pensando en lo orgullosa que estaría mi mamá si me viese, preocupada pero contenta por mí, seguro.
—Voy a ir a imprimir el contrato, me alegra que lo aceptaras Bauti, bienvenido.
—Gracias.
—Mientras vos haces eso, voy a hacerle las pruebas físicas, así que tardá un poquito.
—Mmm, Solcito qué ofertas tan raras estás concediendo el día de hoy.
— ¿Qué? No es gay, y por las dudas que quiera prefiero hacerlo desde ahora. —le dijo riéndose y le tiró un papelito arrugado cuando Fausto se levantó para irse, no pude verle la cara pero me imaginé que la estaba burlando, a pesar de no entender por qué. —vamos a hacer algo Bau, levantate por favor.
Me levanté a su par y ella se dirigió resonando sus tacos agujas al estudio provisorio para encender las luces e iluminar el centro del croma. Fausto se había ido y quedamos solos en esa gran oficina que emanaba erotismo sin necesidad de tener cuadros con posiciones sexuales, lo que adjudicaba que venía de la dueña del lugar.
—Necesito que mientras te sacas la ropa, me cuentes un poco de vos, así voy armando tu perfil y te saco fotos provisorias, no soy fotógrafa pero vos sos modelo así que me vas a ayudar ¿estás de acuerdo?
Una sonrisa me quiso invadir la boca, pero antes de quedar como un tarado por lo electrizante que me resultaba la imponencia de su presencia, asentí muy de acuerdo.
— ¿Querés que me desnude cuerpo entero o sólo el torso?
—Vamos probando, primero el torso, parate ahí y contame… ¿cómo mierda se prende esto? —bufó y yo me acerqué al trípode que sostenía la cámara para ayudarla a encenderla, sintiendo su perfume exquisito y su presencia más intimidante, sus dedos finos se tocaron con los míos y sin sacarlos, se los guié con la delicadeza que ameritaba su mano para enseñarle dónde tenía que apretar.
Me obligué a ser respetuoso y no imaginarme cosas que no debía, ya que ella estaba siendo muy simpática y atenta, pero era casi imposible no sentirme fascinado por la belleza de esa mujer, de cerca era tan perfecta que me resultaba impactante ver a alguien así, como si fuese tallada a mano por los mismos dioses.
—Además de pararme delante de la cámara también me gusta estar detrás, le saco fotos a muchos colegas en formato de book. —le conté y al levantar la vista, tuve de cerca su mirada chispeante, sus ojos eran almendrados, el blanco de ellos muy puro y sus pestañas largas y pintadas, como el delineado sutil por debajo. —qué lindos ojos que tenés.
—Gracias. —me sonrió y me aparté antes de cuestionarme por qué le había dicho eso sin pensar en hacerlo antes, quedándome confuso con mi propia boca al hablar por sí sola, pero a ella no le pareció lo mismo. —bueno entonces te gusta sacar fotos, genial… lo vamos a poner.
—Tenés que apretar el botón plateado.
—Sí, sí, hasta ahí entiendo, lo dejo en automático así no me enseñas todo ahora, ¿cómo está constituida tu familia?
—Soy el del medio de tres hermanos, Vicente tiene esposa e hijos, después estoy yo, y por último Martín, mi mamá murió cuando yo tenía diecisiete, mi papá vive con su pareja actual y mi hermano menor en Rosario. —le dije poniéndome en posición normal y sentí el primer click que hizo la cámara. Continué hablando porque fue lo que insinuó al asentir interesada. —Vicente está en Buenos aires y lo veo más seguido.
— ¿Y vivís solo o con amigos?
—Solo.
— ¿Pero no tenés un trabajo fijo? Si querés sacate la remera y hacemos más rápido.
—Dale. —accedí divertido e intrigado a sacarme la remera para ver cómo sus ojos se mantenían fijos y muy absortos hacia mi. —no, pero una marca de ropa interior todavía usa mi imagen así que me pagan mensualmente un porcentaje, hago muchas campañas y me mantengo, además de los books cuando juego con la cámara.
— ¿Y ese tatuaje, qué significa? —preguntó curiosa por la tinta que tenía en las costillas. La fecha de nacimiento en romano de mi mamá, de forma vertical. — ¿Tenés más?
—No, me hice este sólo porque es discreto, si es un problema de imagen. —le dije y ella negó sacándome más fotos. —es la fecha de nacimiento de mi mamá, me gustaría hacerme más pero depende mucho del trabajo.
—Para nosotros eso no es problema, —descartó y continuó con sus preguntas aleatorias sin quitarme la vista de encima, dándole un vago interés a apretar el botón de la cámara, por lo que quise mantenerla entretenida. —¿vas mucho al gimnasio?
—Al menos dos veces por semana, y salgo a correr casi todos los días.
—Qué bueno, ¿te molestaría sacarte el pantalón y las zapatillas?
—No, no me molesta. —sonreí por cómo lo dijo con firmeza y muy segura de lo que precisaba, pese a no tener idea de los resultados por no prestarle ni minima atencion a las fotos que me sacaba. Yo estaba acostumbrado a desnudarme frente a la cámara, así que dándome la vuelta me desabroché el jean para bajarlo y sacarlo junto a las zapatillas, con su atenta mirada detrás del lente.
Lo dejé junto a la remera en el suelo y posé para ella. Desde ese preciso instante, la tensión se incrementó en todo mi cuerpo, bajo su mirada impávida era imposible no sentirse afectado, la sangre me bombeaba con fuerza por las venas y sabía muy bien donde se concentraría si no tomaba un respiro, así que lo hice queriendo robarme el poco aire que circulaba por ese improvisado estudio.
— ¿Así está bien?
—Muy bien. Nuestro fotógrafo se enfermó y para adelantar lo hago yo, pero las fotos más jugadas… las haces con él.
— ¿A qué te referís con jugadas, desnudo? —pregunté y asintió sin dejar de sacarme fotos, noté que estaba tensa y aunque me impactaba de igual forma, me hacía sonreír, no era fotógrafa y se notaba, pero lo beneficioso era que yo sabía cómo actuar frente a la cámara y con ella, me animaba a jugar. — ¿Querés que lo hagamos igual y me saque el bóxer?
—Son cosas que se te van a pedir pero yo no soy la fotógrafa ni sé cómo se hace.
—No te preocupes, yo sí.
— ¿Te lo vas a sacar? —preguntó levantando una fina ceja y asentí despreocupado bajándolo con el mayor descaro, pero me detuve antes de develarme por completo y la mire para confirmar que estaba siendo igual de sinvergüenza que yo.
—¿Segura que lo puedo hacer?
—Si.—determinó mirándome con tenacidad y no sacó ni una sola fotos cuando la prenda cayó por mis piernas. Mi sonrisa se ensanchó cuando fijó su mirada en mi pene inevitablemente erecto. Quedarme desnudo frente al fotógrafo era algo normal, pero frente a una mujer que además de no ser fotógrafa ni mi amante, era hermosa, podía ser perjudicial para mi sangre, más aún bajo sus ojos perspicaces, algo que no me hizo sentir incómodo, mas si muy excitado y confiado que su vista estaba siendo agradable. —te vamos a tener entre los codiciados, te lo aseguro.
— ¿Vos decís?
—Sí…Esto se… trabó ¿puede ser?
Su ceño levemente fruncido me hacía entender que estaba fingiendo, ella por sí misma emanaba una seguridad muy peligrosa al dejarme interpretar que quería que me acercara.
—Sí, puede ser ¿te ayudo?
—Sí, por favor. —afirmó y saliendo del bóxer, me acerqué lo poco que teníamos de espacio para ayudarla. No dejó de mirarme mientras yo configuré la cámara que en realidad no estaba trabada, pero fingí arreglarla. La tensión pude sentirla en el ambiente haciendo efecto en el escalofrío que me recorrió la columna y picando directo en mi excitación pronunciada, era algo normal que pasara y lo sentí aún más relajante cuando lo comprendió con la misma seguridad que transmitían sus ojos, los dos jugábamos a lo mismo. — ¿Por qué no tenés novia?
—Estoy disfrutando la soltería.
—Mejor así. —dijo y sus ojos se clavaron en los míos sin mínimo remordimiento por la situación, por lo que me permití esa seguridad que me transmitía la chispa briosa de su iris almendrado. —este trabajo te va a traer muchos beneficios, Bautista.
—Eso espero.
—Pero vas a tener que aprender a no enviciarte, te puede costar caro.
—Eso es algo que no sé cómo voy a manejar, pero en el caso que pase, quizá necesite ayuda.
—No te preocupes, yo te voy a ayudar.
— ¿Y cómo vas a hacer eso? —pregunté demasiado curioso por escucharla, su mirada fue clave para permitírmelo cuando descendió haciendo un tour por mi cuerpo con tentación muy depravada, me relajé ante su respuesta.
—Haciendo tu servicio mío, para empezar. —dijo sin escrúpulos removiendose apenas para erguirse con seguridad, causando que mi pene se rozara apenas con su muslo desnudo. — Te voy a llevar a lo máximo de tu carrera, y va a ser un placer.