Capítulo 3.

2330 Palabras
El cabello n***o caía sobre la frente de Han Do, su cabeza inclinada hacia adelante y sus ojos estaban fijos sobre las letras del libro que sostenía en sus manos, que para ese momento se habían vuelto un poco borrosas, porque su mente había comenzado a divagar en la noche anterior, en la aparición repentina de Sang Bae, en lo enojado que estaba Woo Sik con él, y en la tortura que nunca parecía ser suficiente. Han Do estaba seguro de que no se trataba de que su esposo olvidó desatarlo de la cama, sino que lo hizo apropósito, dejándolo expuesto para que cuando el ama de llaves lo fuera a buscar junto con el médico, vieran aquella escena, de él inconsciente con sus piernas separadas, con rastros de semen entre ellas y varias marcas que decían lo que sucedió la noche anterior. Los golpes de la sirvienta en la puerta de su habitación, fueron los que lo hicieron despertar lentamente, por lo que no pudo actuar rápido para detener su entrada junto al médico, teniendo que ver las mejillas de la vieja mujer volverse rojas por lo avergonzada que estaba, y escuchar al médico aclarar su garganta mientras miraba hacia otro lugar. El hombre no pareció haberlo estado juzgando, pero eso no evitó que el omega se sintiera humillado, eso debió tratarse de otra de las cosas que Woo Sik hizo deliberadamente para que él tuviera un mal momento. El médico había actuado lo más profesional posible, indicándole al ama de llaves que desatara la corbata con la que fue atado, luego revisó sus muñecas que tenían marcas por lo apretado de la tela y las veces que él la haló tratando de huir del dolor. El hombre no hizo preguntas que no creyó que debía de hacerlas, después con guantes puestos había limpiado los rastros de semen y curado la piel maltratada de su entrada, para finalmente encargarse de las quemaduras, casi suspirando en el momento que le dio varias cremas que servirían para tratar el dolor y ardor de las quemaduras, y que así mismo también ayudarían a que no quedaran marcas. Han Do se había aferrado a las mantas con las que fue cubierto después de ser tratado y miró al médico, que negó con la cabeza cuando se encontró con los ojos casi suplicantes del omega, porque sabía cuáles serían sus siguientes palabras. —Doctor —habló en un susurro —no le diga nada a mis hermanos. Han Do no iba a olvidar que la primera vez que Woo Sik lo había golpeado y luego llamó a un médico, casi de inmediato recibió una llamada de Do Soo, preguntándole por lo que había pasado, y él quiso mentir, decir que no era nada más que un resfriado, pero ellos habían cortado su respuesta diciendo: sabemos que estabas herido, ¿cómo pasó? ¿fue Woo Sik?, si fue él, voy a matarlo. La excusa inventada fue que se cayó de las escaleras, que no era tan grave como sonaba en los labios de otro, pero su hermano no le creyó y poco después los tres estuvieron en la casa, luciendo preocupados y con un aura asesina que le hizo agradecer que Woo Sik no estuviera ahí, al menos en el momento, porque su mentira no fue creída por sus hermanos y cuando su esposo regresó en la noche, lo hizo lleno de golpes y con la advertencia de que si volvía a tocar a Han Do, iban a torturarlo y matarlo, además de llevar a su familia a la bancarrota. Ellos lo golpearon intentando proteger a Han Do, pero todo lo que hicieron fue que se ganara más el odio de su esposo, por eso él sabía que si el médico les informaba una vez más a sus hermanos de lo que sucedía en su casa, Woo Sik sería golpeado pero al final él sería una vez más castigado, porque su esposo creería que fue él quien se quejó con ellos, como sucedió la primera vez, por eso era mejor que el doctor no hablara de nada. —Señ… —Sé que Taek Soo le paga porque le informe lo que pasa conmigo, pero… —apretó sus labios —sé lo que es mejor para mí. El doctor lo dudaba, pero intentar hacer entrar en razón a ese omega, era demasiado difícil, lo único que conseguiría era que comenzara a llorar incontrolablemente, para al final terminar cediendo y no informar nada a Seo Taek Soo, además de que también tenía la advertencia de Min Woo Sik de que si la información llegaba a los hermanos Seo, iba a arruinar la vida de su familia y simplemente quedarse callado era lo mejor por el momento. Después de que el médico se fuera, Han Do se había negado a comer y a ver a la ama de llaves, sintiéndose demasiado avergonzado con la situación de la mañana, porque no importaba cuántas veces la mujer hubiera presenciado algo como eso, al omega seguía causándole vergüenza que vieran la manera en como su esposo lo trataba. En cuanto llegó al jardín y se sentó con su libro en una de las sillas alrededor de la mesa blanca que había ahí, sus pensamientos no dudaron en viajar lejos, a los sucesos de la noche anterior, haciendo que finalmente se sintiera demasiado enojado que consideró varias veces en no pedirle perdón a Sang Bae por lo del vino, pero al mismo tiempo pensó que si no lo hacía, Woo Sik iba a volver a castigarlo y no quería eso. Era fácil correr a los brazos de sus hermanos y pedirles ayuda, acusar a Woo Sik por lo que hacía, pero al mismo tiempo no deseaba que nada malo le pasara, porque él sí creía que ellos podrían arruinar la empresa Min y al final deshacerse de su esposo, permanecer a su lado era su manera de protegerlo. Sintió un par de brazos pasar alrededor de sus hombros y apretarlo con fuerza, haciendo que se tensara, porque con la única persona con la que tenía contacto físico en esa casa era con Woo Sik, y no podía decir que era porque el alfa decidió ser afectuoso con él de un momento a otro, sino porque la situación le convenía o se trataba de uno de sus castigos que hacían al omega estremecerse. Han Do estaba a nada de intentar huir de aquel abrazo, cuando un aroma conocido lo inundó, haciendo que inmediatamente se relajara, que sintiera que no había ningún peligro a su alrededor. —Te extrañé —le fue susurrado al oído. El omega cerró con calma el libro en sus manos, dejándolo en la mesa antes de regresar su mirada sobre su hombro, encontrándose con el guapo rostro del alfa que había aflojado su abrazo lo suficiente para que él pudiera girar, y en ese momento le sonreía encantadoramente. —Do Soo —murmuró —¿cómo entraste? Poco antes había actuado tan calmado como que no le importaba que su hermano hubiera llegado, pero en ese momento, después de pronunciar su nombre hizo que quisiera lanzarse a sus brazos, buscar su protección y acusar a Woo Sik como el mal alfa que era con él, incluso hablar del regreso de Sang Bae, pero nada salió de sus labios, sino que se levantó de su lugar y sólo se abrazó con fuerza a su hermano. Los labios de Do Soo se extendieron en una pequeña sonrisa, envolviendo protectoramente a Han Do no sólo con sus brazos, sino con su aroma, como si quisiera borrar el de Woo Sik que podía sentirlo en su pequeño hermano, pero también fue consciente de como este se había relajado en su abrazo cuando antes estuvo a la defensiva, haciendo que varios malos pensamientos se hubieran reunido en su cabeza. —Supongo que eso significa que también me extrañaste. —Uh —musitó Han Do mientras asentía con la cabeza —te extrañé mucho. —¿Y por qué no me llamaste? Sabes que por ti hubiera regresado de inmediato. Lo sabía, a Do Soo no le importaba si estaba ocupado, ya fuera en asuntos de la empresa o de vacaciones, si su hermano pequeño lo llamaba, este dejaba cualquier asunto que tuviera para ir hasta a él, por eso, cuando simplemente desaparecía sin decirle a “nadie”, sus otros dos hermanos mayores estaban seguros de que el omega lo sabría, o que sería al único que respondería las llamadas. Si bien, cuando Han Do nació, Do Soo estuvo un poco celoso porque sentía que todo el amor para él fue robado por el omega, cuando creció, fue quien más protector se volvió con él. —Taek Soo estaba enojado porque desapareciste sin decirle nada a nadie. Do Soo rodó los ojos ante la mención de su hermano mayor, porque no fue exactamente que hubiera desaparecido sin decirle nada a nadie, pero en ese momento Taek Soo estaba demasiado ocupado con asuntos de la empresa como para prestarle atención a que él había decidido tomarse unas vacaciones. Sí, Do Soo sabía que era irresponsable desaparecer de la manera en que lo hacía, pero había veces en las que sentía que la empresa lo asfixiaba, dejando a su asistente en la empresa y él, decidía salir de viaje por algún par de días o semanas, resolviendo por medio de correos o conferencias lo que fuera que le correspondía, y ciertamente Taek Soo debía de haber entendido que no importaba cuanto se enojara, no iba a cambiarlo. —Taek Soo es un exagerado a veces. —¿A dónde fuiste? —No salí de la ciudad —rió —necesitaba descansar de Taek Soo, así que solo me quedé fuera de casa en un hotel. —¿Por qué no quieres ver a Taek Soo? —Proyectos, inversionistas, proyectos —rió —¿acaso olvidaste lo histérico que es cuando se trata de presentar proyectos? No lo había olvidado, pero a diferencia de Han Soo y Do Soo, Han Do no trabajaba en la empresa, sus hermanos le habían dicho que no debía de preocuparse por nada, si necesitaba dinero y Woo Sik no podía cubrir sus gastos, ellos lo harían. El omega era el niño de sus ojos, cualquiera que fuera su edad, y tener escasez de dinero no iba a ser un problema, solo debía de pedir su protección y la tendría. A diferencia de sus hermanos que habían estudiado carreras acorde a las necesidades de la empresa, Han Do tenía una licenciatura en literatura, pero no ejercía su profesión, porque Woo Sik prefería que su esposo se quedara en casa y luego de terminar su carrera, era lo que había hecho el omega, intentando ser más de su agrado, pero no pareció ser suficiente. —Proyectos —repitió Han Do con un tono un poco divertido. Cuando el omega tan sólo tenía diez años, sus padres habían muerto en un accidente y Taek Soo fue quien tuvo que hacerse cargo de la empresa familiar, y Han Soo había sido el hermano que más le ayudó en aquel tiempo, mientras que Do Soo fue quien se dedicó a cuidar de Han Do, de que nada malo le pasara, y en aquel tiempo quien se volvió su confidente. Sin embargo, Do Soo no fue el primero en enterarse de que a Han Do le gustaba Woo Sik, sino que fue Han Soo, quien había guardado el secreto de su hermano hasta que este decidiera contárselo a ellos, porque había escuchado una conversación que el omega tuvo con Sang Bae, quien en aquel tiempo era el mejor amigo del menor de los Seo. En ese tiempo Han Do se había empeñado a asistir a todas las fiestas de negocios a las que Taek Soo y Han Soo asistían, que no fue extraño ver a toda la familia en ellos, porque Do Soo con lo protector que era con el omega, no lo dejaría ir solo, sabiendo que sus hermanos no iban a disfrutar de la fiesta, sino a encontrar oportunidades para nuevos negocios, lo que dejaría desprotegido a al omega y no lo permitiría. Cuando Do Soo se enteró de que a Han Do le gustaba Woo Sik, se opuso de inmediato a la idea de que pudiera suceder algo entre ellos, ante sus ojos el omega seguía siendo el niño de diez años que pasó gran parte del tiempo bajo su cuidado, y todavía lo veía como alguien a quien debía de proteger. —Han Do. Una voz grave y algo molesta llamó al omega, provocando que el cuerpo de este se estremeciera y se alejara de inmediato de Do Soo, como si de repente hubiera hecho algo malo. Cuando se giró pudo ver a Woo Sik parado cerca del umbral de la puerta que llevaba al jardín, su rostro estaba demasiado serio, casi mostrando un enojo que podía hacer temblar a Han Do, incluso si tenía a su hermano a un lado. Las feromonas dominantes de Woo Sik llenaron el lugar y miró a Do Soo casi desafiante, mientras recibía una mirada dura de su parte, y vio como su brazo pasaba alrededor de Han Do, sosteniéndolo contra su cuerpo, como si le dijera que no le importaba si él era su esposo, que él iba a impregnar a ese omega de su aroma, porque le pertenecía. Sus dedos se apretaron con fuerza en la mano que sostenía, escuchando una suave queja por parte de la otra persona que estaba a su lado, recordándole que no había regresado solo, sino que Sang Bae lo acompañaba para recibir la disculpa de Han Do por lo sucedido la noche anterior, sin embargo, cuando los ojos de este se posaron en Do Soo, no pudo evitar dar un paso hacia atrás, casi escondiéndose de su dura mirada que hacía que quisiera correr fuera de esa casa, tomar un vuelo y salir del país para nunca regresar.
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