Todo apuntaba a que debíamos prepararnos para lo que venia, por petición de Saúl, deje de andar con Henry por un rato y me puse a entrenar con la espada que me dio el.
Tuve que practicar con los dos guardias. Ellos dos eran algo intimidantes, aunque eran elfos. Los dos tenían cascos y una armadura completa en todo el cuerpo. Estaban prácticamente preparados para responder a cualquier ataque enemigo. Yo me sentía un poco intimidada, los ojos de ambos se eran verdes, pero la miradas de ambos los hacía ver cómo si tuvieran sed de sangre.
Cómo yo sabia muy poco de armas comenzamos desde el principio, con una espada de madera uno de ellos me hablo.
—Bueno, comenzaremos por lo primero, debes entrenar tu cuerpo, a veces los combates se demoran horas, así que debes darle cinco vueltas desde aquí hasta el árbol rojo y luego pelear conmigo. Esto lo haremos por cinco meses.
El guardia estaba loco, ese árbol casi a un kilómetro de aquí, y cinco vueltas ya era mucho, la ropa que yo llevaba no era adecuada para esto. Yo no estaba seguro hacer esto, pero las circunstancias ya estaban así. Henry se sentía inseguro con su vida y no se quería casar ni que sus hijos tuvieran la responsabilidad de el. Por algún motivo la espada me había aceptado. Tal vez era por el, pero no había nada claro.
Ya no podía estar tranquila con el como hace algunas semanas. Ahora todo era oscuro y no había paz para nadie. Todos se preparaban para la lucha de los próximos meses.
Yo sin más tuve que empezar a dar las vueltas, pese al calor de esa hora, en medio de ese árbol y los diversos obstáculo en el camino. El reino estaba encima de unos árboles enormes y en más al norte habían una especie de rocas. Eso me hizo muy complicado el recorrido.
[…]
Después de dar las cinco vueltas estaba extenuada, yo no había moverme. El guardia me veía bastante molesto.
—Eso no es nada, las batallas son difíciles, cuando no haz terminado una, tienes que empezar otra, debes adaptarte, ponte en guardia.
Yo mire a ese elfo, con algo de rabia, trate de respirar lo más que pude, el pecho lo sentía algo pesado. Me senté el suelo y espere hasta que me sentí mejor.
Tomé la espada de madera y empecé a atacarlo, el me bloqueó todos los golpes sin dudar nada.
—Atacas como un animal, no piensas. Solo te desgastas por nada. Bueno inténtalo otra vez, pero hazlo más rápido.
[…]
Pasaron unas horas después de ese entrenamiento. Fue algo agotador y no tuve ganas de hablar con nadie, solo llegue a descansar en el lugar que me hospedaba. Henry estaba igual de cansado que yo, pero el tenía un entrenamiento más difícil. El tenía que combinar sus habilidades como elfo y su fuerza muscular para pelear mano a mano con cualquier persona.
Solo me pare de mi cama y fui a verlo.
Tenía golpes en el cuerpo, los morados en su piel eran muy evidentes, me sentía mal por el y decidí besarlo en la boca para demostrarle mi cariño aunque el estaba dormido. Todo este entrenamiento daría resultados por unos meses
[…]
Pasaron tal vez 2 meses de un intenso y duro entrenamiento. No yo no Henry hablábamos como antes. A él y a mi nos pusieron en lugares diferentes, nos distanciamos un poco. A pesar de todo yo pude hablar con Annie que fue mi mejora amiga en todo ese tiempo. Ella se comprometió con Saúl y se casarían pronto. Aunque yo y ese elfo ya no éramos amigos como antes me sentí feliz por la elfa, pero al mismo tiempo preocupada por la actitud de Saúl, cambio totalmente su forma de ser, poco después de reunirse con el rey.
Por ahora lo importante era mantener el entrenamiento y tal vez salir de aquí. Me sentía encerrada, ya que uno de los planes que tuve al comienzo de esta aventura. Ya no podia seguro comiendo solo frutas y legumbres ya era repugnante. Aunque no se lo dije a nadie.
Las cosas se habían apurado un poco. Los elfos se organizaron y empezaron a construir un puente que los uniera con el resto del mundo. Por el otro camino hacia el norte era complicado solo habían montañas bastante frías y muy empinadas y de difícil acceso.
Hoy era uno de los usuales días de entrenamiento con los guardias, solo que y después de tanto tiempo ya sabía cómo pelear con ellos. Aunque no podía ganarles, si podía pelear con monstruos y otras personas de mi tamaño.
Me dirigí al campo de entrenamiento y allí estaban ellos dos, esperándome como su nada, cada uno con su espada. El más acuerpado de los dos me esperaba.
—Mmm, como ya lo sabes se les dará el permiso para irse, así que decidimos que pelearas con los dos a la vez.
Eso era un abusó, ambos eran altos y acuerpados. Yo no podía con ambos, pero ya que más daba.
Ya no utilizábamos solamente espadas de madera, lo hacíamos con espadas reales.
Los dos estaban en dos lados, era complicado para mí, yo era derecha, así que mi mano izquierda siempre era mi debilidad. Aún con una armadura totalmente planteada con la que yo entrenaba me sentía muy insegura. Está me la había regalado el herrero de este lugar. Todo para que me protegiera de los peligros.
Ambos me atacaron sin contemplación, me consideraban como una igual, no les importaba quien era yo. Solo darme otra lección derrotándome. Pude esquivar y contrarrestar los primeros ataques simultáneos, pero fui desarmada por uno de ellos. La espada que tenia en mi mano derecha cayó al piso. Ahora estaba en más desventaja. No sabia que hacer, solo me aleje de los dos.
—Sara, bueno otra vez quedaste en desventaja. Siguiente combate.
El resultado sería el mismo, pero mientras nosotros entrenábamos alguien apareció ante nuestros ojos.
Henry estaba mirándonos, algo impaciente.
El vestia con un túnica blanca y bastante fina como la de el rey.
—Eh…pueden descansar hoy.
Los guardias agacharon la cabeza un poco y se fueron de allí.
El estaba con los brazos cruzados y algo serio.
—Veo que estás enojadas, ambos se pasaron un poco, pero bueno ya está libre hoy. Podemos salir a caminar, ya que hace tiempo no nos reunimos.
Yo también cruce los brazos y me incline un poco hacía el.
—Por fin te diste cuenta….bueno tengo que quitarme está armadura, me pesa y me incómoda.
—No importa vamos así, el lugar esta bastante lejos de aquí. Además no creo que volvamos hoy a este lugar.
—¿Ya nos vamos de este país?.
—No todavía no, pero nos alejaremos de aquí. Estaremos en las montañas. Además te traje ropa.
Me sentí un poco incómoda, el había cambiado, ahora su le importaba, pero no quería participar en esa actividad con esos dos guardias, preferí irme a caminar con el.
[…]
Nos alejamos un poco y fuimos hasta las montañas, no se que tipo de entrenamiento era ese, pero no me queje lo seguí como si nada. Hasta que llegó la noche, no teníamos antorchas ni nada por el estilo. Ya no me gusto esta aventura.
A lo lejos pude ver una casa por qué tenía iluminación. Henry me tomo de la mano y caminamos un poco más rápido.
Era algo difícil no sabia por dónde caminaba, solo sentía las rocas tallándome las botas que traía
Al llegar a la casa me senté en el piso, parte de descansar un poco, no entendía porque el me traía a este sitio, comencé a mirar la casa. No era como la de los elfos, parecía hecha por humanos, era de una madera extraña y muy grande, yo solo estaba cerca de la puerta, y me sentía pequeña allí. El techo era de un tipo de paja con hojas, se veía muy bien conservada
Henry se sentó conmigo y me hablo.
—Bueno está fue una casa hecha por Zen y Gabriela, fueron enterrados en un cementerio cerca de aquí hace 140 años. Si quieres podemos ir ahora.
Yo estaba cansada, pero aún así quería ir hacia allá. Solo había escuchado leyendas de ellos dos y a Henry que era su descendiente. Me quite parte de esa armadura y me quedé con la túnica que llevaba en ese momento. El tomo una de las antorchas que estaban el la casa.
Me levanté y los dos nos dirigimos hacía ese lugar. Era un tipo de cráter en la parte de debajo de la montaña. Como si con ayuda de la magia la hubieran hecho. No era un cementerio común, las placas de las tumbas eran de plata y la tierra estaba rodeada por muchas flores. No habían. Más de 50 tumbas y una serie de antorchas encantadas de color azul.
—Este es el cementerio de héroes, los mejores de todos tiempos. Algunos tienen inscripciones como una pista de algo.
Nos acercamos a cada una de ellas y decía Saúl. El mismo nombre de nuestro amigo.
—Allí no hay nada adentro. Creo que hay algo que nunca nos contactaron. O se llevaron el cuerpo o aún está vivo.
—Mmmm, no se los elfos después de los cien años ya se ven viejos. Si fue el, ya tendría arrugas, pero se ve como de nuestra edad.
—Tienes razón, pero su forma de actuar cambio. Pudo dejarnos entrenar juntos y acercamos más para que aprendiéramos a pelear juntos, pero en vez de eso nos separó. Me molesto un poco su actitud, pero después comprendí algo.
Hasta el sospechaba de Saúl, algo no cuadraba con el.
Estuvimos allí un rato y después decidimos regresar a esa casita que estaba en parte de arriba. Lo único que quería hacer era dormir.
Henry me ayudó a subir. Los días de entrenamiento que había tenido eran muy pesados, y tenía algunos golpes por eso, principalmente en los brazos.
Ya había anochecido casi totalmente lo único que iluminaba nuestro camino era esa antorcha.