Un recorrido

1560 Palabras
El banquete se realizaba sin ninguna complicación, sin embargo, alguien se mostraban molestos por la participación que había tenido Saúl. Yo solo me tomaba mi botella de vino, mientras todo pasaba, era como ver ese típico juego de la nobleza, donde los de menor rango tratan de ganarse el aprecio de los de arriba, pero está vez se sentían desplazados Saúl. Ahora más o menos sabia, su participación en mi libertad me incline un poco y para tomar uno de los vegetales de la mesa, quería comer lo que mas pudiera, pero Henry me detuvo. Al parecer en estaba excediendo un poco solo tome unas uvas y ya. Mientras transcurría en banquete, llegó alguien que parecía ser un mensajero, un hombre algo barbudo y alto. Debía haber nadado o busco la forma de pasar el trío sin matarse. Los guardias intentaban llevárselo y evitar un acto bochornoso. El olía a carbón, ese mismo olor del dragón. —¡Por favor!, ¡Ayuda!, Mi pueblo está en la ruina, un dragón llegó y hizo nada el lugar. Los guardias no lo escucharon y se lo llevaron arrastrados. En su expresión veía esa desesperación y tristeza, yo no podía hacer nada, no me dejaban salir de aquí. Así que solo pude mirar y entristecerme al ver esta situación. Henry no lo dudo salió como si nada hacia la puerta, mire al rey de los elfos bastante enojado. El aspirante a héroe lo había contradicho y mostraba su disgusto por su forma de pensar. El banquete continuaba y yo al igual que Henry salí de allí a buscarlo, pero me quedé atónita con la escena, ellos mataron a ese hombre. Henry, estaba totalmente fuera de si, el tampoco podía creer eso. El se fue con la mirada de rabia de ese lugar, me dio tristeza. El cuerpo de aquel hombre ya sin vida fue arrastrado por los dos guardias de r**a elfo. Seguí a Henry hasta el sitio donde el se dirigió. Llegó hasta un puente y apoyo los hombros. Camine hacia su lado y me apoye en el. —Dime, que viste en mi.. a veces pienso en hacer lo que todos me dicen solo ten hijos y déjale la responsabilidad a las futuras generaciones. No sé cómo determinaron que alguien del linaje de Zen podría ser un héroe como el, es tan complicado. Yo no he podido salvar a nadie, es triste. Me apoye en su hombro y le hable. —Hasta hacer unos días estuve insegura, pero creo que sí podría funcionar, no tengo a nadie, ni nada que me importe, tu eres interesante. Me gustas, no te preocupes. Era casi media noche la alguna había salido y estaba en su punto más alto, tanto yo como Henry estábamos intranquilos en este lugar, no sabíamos como salir, era todo un misterio. Mientras pensaba el me dijo algo que había pasado. —El me dijo que si me casaba con su hija, cuando pasara este problema trataría de arreglar las cosas con los humanos. Una sensación de molestar se apodero de mi. El cuerpo se me calentó un poco por la rabia y tuve que tranquilizarme. —No te molestes obviamente lo rechace, ya viví un trauma con esos problemas. Lo mejor es no hacerlo, quiero vivir mi vida como una simple persona, y que nadie tenga esa responsabilidad encima. El sonrió un poco y me beso en la frente. —Vámonos. No sabia que hacer solo le hice caso y lo seguí como si nada. Nos alejamos del reino hacia el río. Pensé muchas cosas de lo que pasó. Hasta que llegamos allí comprendí lo que haría. De la nada empezó a hacer hechizos y la corriente del río empezó a cambiar un poco. Me sorprendí un poco no pensé que el utilizaba sus poderes. Hasta que recorde lo que hizo en nuestra primer misión. El había hecho dormir a todas esas personas que nos harían daño. Aunque Henry dudaba y estaba demasiado tenso respeto a qué hacer con su vida me pareció algo muy interesante que aún siendo humano tuviera esos poderes. Quise entrenar con el, pero no llevábamos armas, habría sido divertido que los dos practicábamos en esta ocasión. Bajo la luz de la luna lo veía hacer una serie de hechizo pequeños, el último se ellos hizo que el agua se volviera hielo. —Eh…eso no es malo, detuviste el río. —Solo parte de arriba, la de abajo sigue su curso. Yo tenía mucha curiosidad y camine hasta el. Los dos nos tomamos de la mano y empezamos a patinar hacía rio abajo. No entendía que quería hacer Henry, yo lo seguí como si nada, tal vez era una locura lo que hacíamos, pero estaba feliz de estar con él. […] Llegamos hacía uno de los muros y el agua salía por ese lugar. Era una salida de el sitio, aún así tenía dudas de cómo había entrado en ese hombre allí. Ambos queríamos salir de este sitio, pero era imposible, meteríamos en problema a Saúl y estaríamos en la intemperie. Mientras dudábamos de lo que debíamos hacer. Empezó a llover, el hielo de ese sitio empezó a deshacerse. Nuestra aventura por ese lugar nos podía constar caro y demoraríamos en volver al reino. Cada vez la lluvia se hacía más intensa y nuestras túnicas se mojaron un poco. Logramos llegar a una cueva algo estrecha, pero por lo menos no nos mojaríamos. El problema es que nos enfermaríamos por el frío que empezó a hacer. Henry se quitó la ropa y dejo a un lado su vergüenza, y se volteo y evito mirarme. —No te preocupes, no te miraré, solo quítate esa túnica, con magia podré secarla. Así lo hice, pero no me voltee y lo abrace. Sabia que no era la ocasión para eso, pero sentía mucho frío. —Sara…no es el momento, no es que quiera rechazarte… Bueno…solo secare nuestra ropa y podemos dormir abrazados. Podía ver una expresión de nerviosismo en el. Además me tenía mucho respeto, no era capaz tan siquiera de insinuarme nada, la educación de Saúl lo hacía comportarse como un elfo. Por lo que dijo, el no tenía prisa en nada, solo tenía una meta, la cual yo trataría de ayudarle a cumplir, pero tampoco iba a dejar de mostrarle mi cariño. Henry se comportaba de una forma tímida conmigo. Lo cual lo hacía ver lindo, yo lo bese e la espalda y no deje de abrazarlo. Hasta que el se levantó y hizo un hechizo para secar la ropa rápidamente. El se vistió y me llevo la mía, tratando de dejar de mirarme. Podía sentir el calor en su mejilla. El estaba totalmente nervioso. Me vestí lo más rápido que pude y lo abrace por la espalda. —A dormir. El suelo era muy incómodo, no él, ni yo estábamos a gusto allí, pero debíamos acomodarnos mientras tanto. Henry cedió un poco y me abrazo con fuerza. […] A la mañana siguiente, se oyó una explosión, tanto Henry, como yo nos despertamos. Los dos estábamos salimos de allí y fuimos a ver qué pasó. Una zona del reino están en llamas, pero fueron controladas y rápidamente apagadas. Los dos nos miramos mutuamente y salimos corriendo hacia allá. Se oía sonidos de lucha que se hacían más intensos. Pensé en Annie y en Saúl, los habíamos dejado solos por vivir una aventura en este lugar. Deseaba que ellos estuvieran bien, en el fondo estaba muy preocupada por los dos. […] Llegamos a las casas en los árboles y vimos la magnitud de lo que había pasado. Unos veinte humanos muertos y tres elfos eran las víctimas de ese incidente. Más personas habían ingresado a este lugar, lastimosamente esto avivaba la guerra que parecía pospuesta por los humanos y le ponía más presión a Henry. Hasta yo me sentía mal por eso. Los elfos nos miraron a ambos con algo de rabia y apareció Saúl, el se veia enojado. Nos hizo una seña para que fuéramos hacía el. Yo me sentí un poco asustada, su expresión me daba algo de miedo. Solo lo seguimos sin preguntarle nada. Cuando llegamos a una casa bastante bonita, llena de armas y adornos de flores de todos los colores. El nos hablo. —Se que quisieran hacer algo más por la gente del exterior, pero no pueden, no tiene ni la experiencia ni la fuerza, les falta mucho por aprender, solo si no dos jóvenes enamorados que hacen tonterías. —Saul, ella y yo le casaremos el próximo mes. No te preocupes por nosotros. —Los elfos son muy estrictos en esos temas, tu sabes eso, desde ahora no podrán reunirse y andar solo por ahí. Annie se hará cargo de ti Sara, y yo de Henry, además los guardias reales te enseñaran a manejar la espada, algunos de ellos ya han estado en la guerra y tienen mucha experiencia. El elfo había cambiado, me aterraba lo que me dijo, se veia muy serio por lo que pasó, ya no era la misma persona que una vez quiso que yo y Henry estuviéramos juntos. Ahora solo se concentraba en seguir las distancias y las reglas de aquí, pero debíamos hacerle caso, no éramos nada en ese momento, solo un par de inmaduros que no sabíamos lo que nos esperaría en unos meses.
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