Saúl estaba al frente de los cuatro elfos, pero ninguno de ellos lo veía como un igual, era algo más complicado de lo que imagine.
—Mezcla...¿Que vienes a hacer aquí.
—Vinimos a pedir ayuda sobre algunos incidentes que han ocurrido cerca de aquí. Solicitamos hablar con los reyes de este reino.
—Pues buscas ayuda en el lugar equivocado. Eso debiste pensar cuando te fuiste a la tierra de los sucios humanos. Vete no queremos mezclas aquí.
Eran groseros y demasiado serios, como para tratar de razonar con ellos. Tomé a Saúl del hombro, no tenía como pedirles ayuda, pero entre las carrozas a pareció un enano bastante bravo.
—¡Muñecas de niña!, ¡déjenme pasar!, ¡es una emergencia!
El iba corriendo como si nada, no el importo que hubiera personas a su alrededor. Solo pude alejarme un poco de su camino, de la misma forma Saúl hizo lo mismo.
Los elfos, lo miraron y no sabían que hacer.
—El es un héroe...lo ví hace un tiempo, le tienen mucho respeto, bueno vámonos.
Sin mirar atrás regresamos a la carroza, a buscar otro lugar, tal vez un gremio, pero de la nada se empezó a dañar el puente. Desde la parte principal, no sabíamos que hacer, esto era raro las personas que estaban en la carreta decidieron avanzar sin pensarlo.
La carroza donde íbamos hizo lo mismo.
Saúl y decidimos correr hacia la entrada. Los guardias prefirieron entrar y evitar la estampida que venía.
Una a una caían todas las carrozas al río, por suerte la nuestra alcanzó a pasar.
Vimos a todas esas personas siendo arrastradas por la corriente.
La puerta fue cerrada y nadie más pudo salir.
Aparecieron más elfos con una armadura, azul y plateada, además traían una especie de capa de ese mismo color.
Todos fuimos retenidos, sin importar si eran elfo o no. Ni Henry se salvó, nos veían como basura o algo por el estilo.
[...]
Cayó la noche y yo me quedé sola en una celda oscura, yo era la única humana entre todas las personas. Para mí fue difícil, ese lugar estaba sola en una pequeño lugar cabían otras tres personas. Tenía una vista a la ciudad de los elfos, está era muy diferente a la de los humanos, me dejó algo sorprendida. Estaban encima de árboles y había lucha niebla por todas partes.
Para lo era muy interesante, pensé que era una ciudad más, pero era otro mundo sobre los árboles. A mí me tenían en la celda hecha de piedra, de aún lugar muy frío. Solo me puse recostar en una cama de hojas que había allí. Me sentía como un animal que hubieran dejado tirado por ahí. Espere de manera ansiosa que la noche terminara ya.
[...]
Unos pasos me despertaron temprano, era uno de los guardias. Me pusieron unas cadenas y me llevaron hacia un lugar. Allí estaba en todos, guardias, reyes y desconocido, pero yo era la única encadenada. Asumí que todos ellos tenían sangre de elfo, yo era la única humana pura.
A todos nos llevaron al palacio, allí estaba el rey de los elfos, un hombre bastante viejo, con una larga barba y cabellera blanca, tenia ojos azules y un extraño bastón.
Vi a Saúl, Henry, Annie y el guardia, todos en un solo lugar, a mi fue la única que apartaron.
El empezó a hablar delante de todos.
—El puente fue destruido por orden mía, se dice que hay una persona que convierte a las personas en monstruos, aunque ya muchas han sido curadas, preferimos alejarnos del mundo por un rato, nadie saldrá de aquí.
Esa persona era egoísta, nos puso en riesgo solo por su locura, no le importo que muriéramos no nada por el estilo.
—Veo algo que me preocupa, esa chica de allí, tiene algo extraño, parece que le dieron algo para encantarla, además trae una espada de los héroes, no se que pasa, es descendiente de uno de ellos no es. ¿Alguien me puede decir qué sucede aquí?.
Henry se puso adelante de todos y hablo.
—Ella va a ser mi esposa.
—Niño tu no entiendes, estás espadas están hechas para consumir a la persona que no sea digna de ellas. Los únicos que pueden tenerlos son los descendientes del dueño, no un aparecido. ¿Captas?
Fue algo bastante incómodo las palabras de aquel hombre en pocas palabras dijeron que algo raro pasaba y nada de lo que dijéramos tendría la mínima explicación.
—Bueno, ella se quedará en la celda, el encanto que tiene la hace peligrosa. Por ahora estara aislada de todos. Saque la de mi vista.
De esa forma fría me sacaron del lugar para aislarme, Henry trato de acercarse pero fue sometido por los guardias.
[...]
Pase una semana en esa misma celda oscura con mucha rabia, no quería estar así. Cuando por fin decidieron dejarme libre, fui llevada con los otros a una casa encima de los árboles. La cual era algo pequeña, no sabia que tanto estarían cómodos ellos allí.
Al entrar Henry apenas me vio llegar me abrazo, el tenía una que otra herida en el cuello y me beso en la boca.
—Estas.... bien...
—Si, solo que me siento algo mal, ese encierro, nos podemos ir de este lugar.
El me puso la mano en el hombro y me abrazo.
—No, nadie sale, nadie entra. Ellos se alejaron totalmente del mundo estan asustados. Cuando llegamos se oía de apariciones de monstruos en todo el mundo. Hay muchas ciudades destruidos, y todas son causadas por una persona. Esto es como en los tiempos dónde estaba Zen y Tebas.
No pude reclamarle nada, no sabia que hacer, ellos tenían razón. Aunque estaban locos por destruir el puente.
Me sorprendí al no ver a Saúl con ellos, fue muy raro. Me preguntaba dónde se encontraba el. Solo esperaba que descansar, estar en ese lugar me dejó cansada la espalda.
Mientras hablaba con Henry, Annie se acerco a nosotros y me llevo de la mano.
—Lo siento son cosas de chicas, no puedes venir con nosotras adiós.
Ella estaba sonriendo un poco. Yo me preguntaba porque se reía.
Bajamos de ese árbol y nos dirigimos hacía un río que estaba algo alejado de aqui