—Michael, no estoy para bromas.—Intenté decir, quitando las manos de la persona que me cubría, pero fue un acto inútil.
Aún tenía las esperanzas de que fuese un mal chiste de Michael o de cualquiera de los chicos.
Pero volvió a sonar aquel audio, diciendo exactamente lo anterior.—No te haré daño...—En ese momento me di cuenta que no era broma, que en realidad estaba pasando todo esto.
Fue cuando me di cuenta que mi vida si era un maldito cliché, siempre habiendo cosas buenas pero a su vez, siempre venía todo lo malo, siendo el doble de lo que fueron las buenas cosas.
El miedo se adueñó de mi mente y mi cuerpo, estaba en una clase de shock...¿¡Dónde demonios está Superman cuando lo necesitas!?
Sentí un movimiento por parte del individuo del cual desconocía su identidad, cuando por fin pensé que este maldito momento se acabaría, cuando sentí que sus manos dejaron de estar tan quietas, en un brusco movimiento, ya no eran sus manos lo que cubrían mis ojos, si no, un pedazo de tela.
Estaba agobiada, con miedo y temor a que me pudiese pasar algo, no quería intentar resistirme, podía ser peor, él o ella podría...Matarme.
—Si gritas o intentas pedir ayuda cuando quite mi mano de tu boca... Habrán consecuencias.—Sentí como quitó sus manos de mi boca lentamente, con miedo a que yo gritara pidiendo ayuda.
Pero claro que no lo haría, tenía miedo, mucho miedo de lo que pudieran hacer.
Ahí mi mundo se vino totalmente abajo, ya no tenia esperanzas de que fuese una simple broma, ésto era en verdad, ésta era la realidad, una realidad en la que tal vez seria secuestrada, violada y tirada como un cuerpo más en una abandona carretera.
Mis piernas temblaban como fideos, me sentía mareada y débil.
—Camina si no quieres que ésto sea peor...—Sentí su caliente aliento chocar contra mi piel, esa voz yo la conocía pero en este maldito instante mi mente no pensaba con claridad, solo estaba mi cuerpo, sin... Sin vida.
Sentí como me jalaba para caminar, tenia miedo de todo, tenia miedo de que quien era mi secuestrador, tenia miedo de que me llevaran a una parte donde nadie me pudiese encontrar, tenia miedo de perder a mi familia y a... Michael.
Tenía miedo de desaparecer.
Cuidaba sus pasos al igual que los míos, como si aquel secuestrador quería llevarme sin hacer daño, era muy poco creíble pero era lo que sentía, creí que desde un instante que la persona que apareció, me mataría pero no fue así.
Sentí que nos detuvimos, sentí que aquella persona se había movido, sentí su mano poner algo cerca de mi nariz y de ahí, ya todo se tornó de n***o.
(...)
Narra Michael:
Lo admito, estaba tardando mucho en desayunar pero solo era por un motivo, la intriga me consumía, Mía no me quiso decir que hablaba con Manuel...¡Celos! Obvio que eran celos, ya no se ni como controlarlos.
Nunca y cuando digo nunca, me refiero a nunca, jamas sobre la faz de la tierra, había celado a alguien. ¿Por qué? Porque nunca amé a una mujer como amo a Mía, mi mundo sin ella no tiene sentido.
No quiero perderla nunca, creo que sin ella mi mundo no tiene sentido, es lo único apreciado que tengo en mi vida.
Terminé de comer y agarré la mochila junto a las llaves, era algo tarde y teníamos clases, así que salí al garage donde Mia me esperaba.
—Ya nos va...—Dejé la palabra en el aire, el garage estaba abierto y Mía no estaba, de nada servía, ella seguro estaba afuera viendo las flores llenas de nieve.
—¡Mia, es hora de irnos!—Fui a la parte de afuera para buscarla y no estaba, era raro, Mía me estaba esperando aquí. Lo más raro era el garage abierto.
Las manos me temblaban, estaba en un momento de pánico, no sabia que hacer o a quien llamar.
Llama a Mia a su teléfono.
Con las manos temblorosas marqué el número de Mía, sonó y sonó pero nadie contestó.
Escuché la puerta de la sala abrirse y tenía las esperanzas de que fuese Mia, me volteé y no era ella, era su madre.
—¿Y Mía? Su teléfono está sonando.—Ahí el pánico me atacó aún más, sin su teléfono...¿Como voy a saber donde está?
—Yo-yo no se donde esta, ella se quedaría aquí a esperarme pero... No esta.—Vi la cara de confusión y nerviosismo de su madre.
—Busquemos dentro, seguro fue al baño.
Dicho eso, salimos corriendo de la casa, teniendo esperanzas de que ella estuviera aquí, conmigo y segura.
—¡Mía!—Eran las palabras que sonaban por toda la casa, busqué por todas partes como un loco, cada cuarto, baño, sótano y hasta en la piscina, pero ella no estaba.
Mía no estaba.
—Estoy preocupada, Michael...—Vi como Caroline se apagaba y se destruía en minutos.
—La encontraremos, Caro...La buscaré en la universidad, usted vaya tranquila al trabajo, yo encontraré a Mía, se lo prometo.—Besé su frente, cogí las llaves y salí a paso rápido.
Caro se había vuelto para mi, una madre más, verla todos los días, tener su aprecio y cariño es algo que aprecio mucho, hasta con Karol... Digo Mama, he estado más unido, la aprecio demasiado.
Iba a toda velocidad en mi motocicleta, mi mundo se venía abajo, no podía perder a Mía, el equilibrio en mi vida, sin ella ya no soy nada.
Llegué a la universidad llamando la atención de todos por la gran velocidad con la que llegué, me estacioné y dejé el casco ahí.
Corrí, tenía que buscar a Lydia, Simón, Nick, Tomás, Cleo o alguno que me pudiese decir si Mía estaba con ellos o sabían donde demonios estaba.
—¡Simón! ¿Dónde esta Mía? ¿Sabes dónde esta? ¿La has visto hoy? ¿¡Has hablando hoy con ella!?—Hablé demasiado rápido, mi respiración era agitada y preocupada.
—Calmate, ¿qué sucede? No se nada de Mía, la ultima vez que hable con ella fue ayer por la noche, hace rato le mandé mensajes para saber porque no había llegado temprano pero no respondió... ¿Ella no estaba contigo? —Simón no sabia nada de Mía, mis esperanzas se venían cada vez más abajo. Nada tenía sentido. ¿Qué había pasado con Mia?
—En la mañana... Después de haberle dicho que me esperara... Simplemente ya no estaba.—Pasé mis manos por mi cara, estaba aterrado, sin Mía no soy nada, ella es mi equilibrio, ella es la que hace que no esté fuera de control.
Me había hundido en mis pensamientos, el mundo se me iba, todo estaba borroso, alguien puso su mano en mi hombro y caí a la realidad.
—¿Y Mía? ¿No venia contigo?—Las palabras de Lydia fueron estacas, yo no sabia donde estaba Mía, no sabia con quien estaba y lo más importante, no sabia si estaba en peligro.
—¿Donde está Mía?—Apareció Tomas detrás de Lydia.
La única fuerza que tenia era para un par de palabras y para mantenerme de pie, mi mundo se venía abajo, mi vida se estaba degradando y yo como estúpido no se que hacer.
—Mía está... Desaparecida.
Me dolían aquellas palabras que salían de mi boca, ella estaba desaparecida, tal vez en peligro y yo no estoy con ella, protegiéndola, al contrario, estoy aquí, sin saber por donde comenzar a buscarla.
—La encontraremos.—Fueron las palabras firmes que dijo Nick apareciendo entre varios estudiantes.
—Si que lo haremos, cueste lo que cueste.
Mía había desaparecido en la mañana, en un solo instante por ordenar que me esperara fuera. Que estuviera ahí, probablemente era ni culpa el peligro que estaba corriendo.
No podía perder a Mía, mi pequeña Mía.
(...)
Llevamos horas sin saber de ella, de mi futura esposa, ¿por qué se la llevan a ella y no a mi? No quiero que nada le pase, que nada ni nadie la toque, ella es como las hojas de mi árbol, sin ella estoy al descubierto, expuesto y vacío, me siento solo en un mundo donde nada tiene sentido sin ella.
Gritar y golpear no quita el hecho de que ella no este aquí, conmigo, segura y protegida por mí, en cambio esta con personas de las cuales desconozco identidad, no se que son capaz de hacerle, no se si esta en peligro o dañada.
Pero de algo si estaba seguro, ellos pagarían por cada lágrima que Mía derramara.