Tres

381 Palabras
Horas más tarde —Intentaron localizar su tele...—Interrumpi a Cleo, yo había intentado todo, fui a la policía y todo, pero necesitan haber pasado 48 horas para que puedan darla por desaparecida. —Dejo su teléfono en casa. Apreté mis puños, la ira me consumía, el hecho que yo estaba aquí como un idiota sin poder ayudarla y protegerla, me dolía, me dolía demasiado ese hecho. Estábamos en casa todos, buscando la manera del saber porque se fue o esta desaparecida, no habían pistas, ni rastro de ella. Frustración es lo que sentía, ira, rabia y odio, rabia hacia mi mismo por haber tardando en desayunar, por haber dejado que me esperara ella sola en el garage, por no estar ahí para protegerla, todo es mi culpa. Soy culpable de todo este caos. NARRA MÍA: Miedo, terror, nerviosismo, son los sentimientos que siento ahora, estoy aterrada, no se donde demonios me encuentro. Lo único que recuerdo es algo en mi nariz y luego despertar aquí. Estaba en una cama, con una cadena en mi pierna, como un perro, tenia un cojín en el cual estaba recostada, esta era una habitación linda, no es lo que espere donde me llevarían, pero no fue así. Era una habitación azul océano, había frío, a lado de la cama estaba una pequeña mesa, donde había una botella de agua y un pequeño...¿Pastelito? Desconocía mi secuestrador, miedo, ira, dolor y sufrimiento era todo lo que sentía, estaba hinchada de tanto llorar, hasta los momentos no había entrado nadie, la luz entraba desde la ventana por la cual podía ver. Todo lo reconocía, esas calles, esos perros, las tiendas, todo... —He estado aquí antes...—Susurré. La puerta se abrió lentamente haciendo que el miedo se adueñara de mi cuerpo. Entró un hombre, cabello n***o y algo pálido, no podía ver su rostro, tenía una máscara, que solo dejaba ver sus labios, eso me asusto aun más. —Como te he extrañado, pequeña...—Mis piernas tiemblan como fideos, mi corazón late muy fuerte y mi respiración es agitada. Aquel hombro cerró la puerta tras de él, dejándonos solos en esta habitación. —No me hagas daño, por favor...—Mi voz sonó débil, como lo estaba el resto de mi cuerpo.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR