Cuatro

861 Palabras
Estaba vestida con unos jeans negros y una camisa blanca con n***o, ahora no tan blanca, con converse. —Jamás te haría daño, Mía. —Escupió aquellas palabras mientras se acercaba aún más a mi. Se sentó a mi lado, haciendo que me alejara de él y chocara contra la pared que se encontraba detrás de nosotros. —¿Estás cómoda? ¿Tienes hambre? ¿Necesitas algo?—Dijo acostándose en la cama. Acaso...¿Me violaría? Y ahí mi mundo se puso tenso, mis manos comenzaron a temblar como nunca lo hicieron. Extrañaba a Michael, mucho. —Por favor, déjame ir, no te he hecho nada. ¿dinero? ¿Eso quieres? ¡Te lo daremos todo! ¡Por favor déjame ir! ¡Tengo familia! Rió. —No te dejaré ir hasta que hablemos y me perdones, Mía.—Dijo aquel hombre del cual identidad desconocía, pero su voz, su voz yo la conocía. ¿Perdonar? Que le tendría que perdonar a un desconocido que ah... ¡Me había secuestrado! Y no solo eso, me tenia aquí con una cadena como un perro, como un muy cómodo perro. ¿Hablar? Diría las palabras necesarias para salir de aquí, no para tener un diálogo y una amistad con él. —¿Aún no sabes quien soy? Solo no puedes ver mis ojos y no me reconoces, se nota lo rápido que me pudiste olvidar, Miller. Ni voz eres capaz de descifrar. No entendía, si que no entendía, yo conocía a este hombre, pero ¿de donde? Su voz, su cuerpo, sus labios los recuerdo, pero se me es difícil, no pienso con claridad. Pero si había una pregunta muy grande en mi cabeza...¿Si me conoce y yo lo conocía, por qué hacerme esto? ¿Por qué secuestrarme? —Creo que si nos conociéramos de verdad, no me harías esto...¡Déjame libre ahora!—Grité.—¡Mi novio te encontrará! —Hey Mía, no grites, no lleguemos a ese punto, necesitamos hablar, por eso estas aquí.—Rió.—¿Novio? ¡blah! —¿¡Para hablar me secuestras!? ¿¡Es en serio!?—Me estaba saliendo de mi estribos, pero vamos... ¡Estaba secuestrada con quien sabe que! Algo así dijo Manuel una vez pero vamos... ¡No importa si lo dice bien! ¡Estoy secuestrada! —Era la única manera, si no, no me ibas a escuchar. Sentí como temblaban sus manos, estaba nervioso, yo lo sabia. —Estás nervioso...—Susurré intentando tocar un poco más sus temblorosas manos. —Nervioso no es una palabra que explica el desastre que siento en estos momentos, tanto tiempo sin verte Mía, te extrañé demasiado. Y quitó su máscara. NARRA MICHAEL HIDALGO: Necesito saber de ella, necesito tenerla a mi lado, necesito poder abrazarla y decirle que ya todo esta bien, pero no puedo, no esta conmigo, no se donde está ni mucho menos donde se encuentra. Horas, minutos y segundos sin saber de ella, sin tenerla a mi lado diciéndome lo tanto que me quiere, me hace falta y ahora es que me doy cuenta, siempre dije que si se iba mi mundo no tenia sentido, pero solo lo decía, nunca lo había sentido y ahora que lo siento, se que es verdad, nada tiene sentido. No tiene sentido que se la lleven de mis brazos como si nada. La policía no quería ayudar pero gracias a Sebastian y a Mariano, todo se soluciono, cuerpo policiales se encuentran en cada rincón de aquí buscándola pero y ¿si ella no esta aquí? ¿Si esta lejos de mi alcence? Todos están aquí, intentando subir mi animo, de que ella está bien y ya la encontraremos, pero la verdad es que ellos no saben, no saben si ella esta sufriendo o si al menos esta viva. Pensar en eso me destroza el ama, si ella se va y no regresa, mi vida llega a su fin, ya nada tendrá sentido, mi mayores sueños y metas eran con ella a mi lado, sin ella no hay sueños ni metas, solo tristeza y dolor. —Tienen que comer, vamos, ya la comida está servida.—Dijo la sra.Karol apareciendo entre todos nosotros, sacandome de aquel trance. Todos nos paramos, en silencio, sin ánimos de nada, solo preocupación y dolor, nos sentamos a comer, sentí como Lydia pasaba su dedo por mi mano en acto de que me tranquilizara. ¿Pero como tranquilizarme? Si yo estaba aquí, sentado y comiendo, mientras no se nada de ella, no se si ya comió, si esta descansando, nada, solo no se nada de ella. Escuchamos a Sebastian hacer algún sonido llamándonos a todos. —Ya lo sé, todo este tiempo buscando a un secuestrador mientras ya sabemos quien es, siempre estuvo entre nosotros, siempre espiándonos desde lejos. Espiando a Mía.—Dejó los cubiertos y nos enfocó a todos. —Dígame todo lo que sepa para encontrar a Mía sana y salva.—Dije bruscamente poniéndome de pie. Movería el mundo entero por encontrarla y correría sangre de quien fuese solo por pagar todo lo que había ocasionado en ella y en mi.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR