—DW. — dijo Devon Wembley después de levantar el auricular del teléfono.
—DW, soy Meryl. El Sr. Kazsloski quiere que asistas a una reunión en Nipper a las 10:30. —Nipper era una de las cuatro salas de conferencias del edificio; las otras tres eran Scamp, Munchkin y Tyke.
Meryl Stebbins era la asistente administrativa de Kaz, o secretaria, como ella misma se hacía llamar. Tenía edad suficiente para ser su abuela, y parecía que no había renovado su vestuario desde que Nixon era presidente, pero solo los ingenuos la traicionaban. Puede que estuviera canosa y fuera irremediablemente pasada de moda con sus cuellos altos blancos, mangas largas y chalecos, pero cuando Meryl ladraba, la gente se sobresaltaba.
DW suspiró. Odiaba las reuniones, las consideraba una enorme pérdida de tiempo, y nunca salía nada bueno de reunirse con Kaz. No se podía discutir que era bueno para la empresa, pero ella pensaba que era un c*****o arrogante. Quería lo que quería, y no le gustaba que le dijeran que no podía tenerlo. Ella lo había comprobado en carne propia.
Era la m*****o más joven del equipo directivo. Había trabajado para Kelly Spar cuando su departamento era responsable del sitio web de la empresa. Llevaba meses promoviendo un nuevo sitio web, pero a Kelly le daba igual y se negó a defenderla ante Kaz.
Cuando Kaz empezó a desmantelar los Centros de Fertilidad Kazsloski y a dar a cada división su propia identidad, la navegación del sitio web en aquel momento no era muy buena. Contenía mucha información útil, pero estaba dispersa y era difícil de encontrar.
Había irritado a más de uno de Kelly cuando, en una reunión de marketing para hablar sobre cómo promocionar las nuevas divisiones, habló y convenció a Kaz de que promocionar la empresa a través de la web era el futuro. Una semana después de la reunión, Kaz creó un departamento completamente nuevo, la puso a cargo y trasladó a algunos empleados de Kelly a sus reportes. Pasó los dos primeros meses recopilando una lista de problemas con su sitio web actual y desarrollando un nuevo diseño.
Su propuesta dio a cada división el mismo trato, simplificó la búsqueda de información, creó un foro donde se podían hacer preguntas al personal médico y creó una comunidad en línea donde tanto padres como futuros padres podían socializar e intercambiar ideas e información. A él le gustó el diseño y lo aprobó. El problema empezó cuando ella le dijo que codificar y probar el nuevo sitio web tomaría un mínimo de nueve meses. Él le dio seis. Ella protestó, pero él se negó a escucharla.
Siete meses después, la llamaron a su oficina para explicarle el retraso del sitio web. Le había dicho que no se habían retrasado, sino que iban un poco adelantados respecto al plazo que, según ella, su equipo podría cumplir. Le había dado su mejor estimación, nueve meses, y que eso no fuera lo que él quería oír no cambiaba el hecho de que le había exigido lo irrazonable. No iba a agotar a su equipo ni a lanzar un producto que no estaba listo para cumplir con una fecha límite que él le había impuesto en contra de su consejo.
Estaba dispuesta a darlo todo por su equipo. Les había pedido al equipo de desarrollo un esfuerzo extra, y se lo habían dado, pero no iba a dejar que la presionaran ni que les sacara el máximo provecho cuando ya se estaban esforzando tanto por él.
Al terminar, esperaba que la despidieran. Kaz no era conocido por su tacto superficial, y había despedido a más de una persona que no pudo o no quiso hacer lo que él exigía. La miró fijamente un instante, le dio las gracias y la despidió. Al regresar a su oficina, empezó a actualizar la documentación del sitio para que su sustituto supiera cuál era su postura. No fue hasta que el sitio entró en funcionamiento que creyó que no la despedirían.
Cuando el nuevo sitio web se puso en marcha, tres semanas antes, Kaz llegó al departamento sin previo aviso y agradeció a todo el equipo por su esfuerzo. Como muestra de gratitud, les concedió una semana extra de vacaciones. También les dio a cada m*****o del equipo de desarrollo una bonificación de diez mil dólares y los envió a ellos y a sus familias a Savannah para un fin de semana de cuatro días, por cuenta de la empresa. Recibió un apretón de manos y un "¡Bien hecho!" de su parte, pero que reconociera el esfuerzo de su equipo fue la mejor recompensa que pudo recibir.
—Estaré allí. — dijo antes de colgar.
Suspiró mientras miraba el teléfono. Probablemente se trataba de alguna iniciativa nueva. La división de productos básicos probablemente iba a empezar a fabricar pañales o algo así. Durante el año transcurrido desde la publicación del nuevo sitio web, habían corregido errores y lo habían perfeccionado, y ahora era una tarea rápida y sencilla añadir nuevos productos, servicios e incluso divisiones si era necesario.
Miró el reloj. Tenía una hora antes de la reunión... tiempo de sobra para terminar de diseñar la segunda página del portal del paciente en el que estaba trabajando.
Trabajó en el portal durante cuarenta y cinco minutos antes de coger su tableta, por si necesitaba tomar notas o apuntar algo en su calendario. Estaba a menos de cinco minutos a pie de la sala de conferencias frente a la oficina de Kaz, pero era un buen punto de parada, y no sería bueno llegar tarde a una de sus reuniones.
-oOo-
Kaz siempre era puntual y llegaba a Nipper justo a la hora. Eso era lo único bueno de sus reuniones. Cuando convocaba una, empezaba y terminaba puntualmente. A ella nunca le había pasado, pero se contaban historias de que, cuando asumió el mando, empezó a cerrar las puertas de sus reuniones a la hora de inicio, y si alguien faltaba, le asignaban los peores trabajos o se quedaban intentando averiguar qué había pasado por boca de alguien que sí estaba en la reunión. Ella se había tomado en serio las historias y sabía que las 10:30 significaban las 10:30, no las 10:32 ni las 10:35.
—Buenos días a todos.— Dijo Kaz al sentarse. — El propósito de esta reunión es averiguar por qué seguimos incumpliendo nuestras proyecciones de crecimiento. Las hemos incumplido en los últimos tres trimestres, y quiero saber por qué. - Miró a su alrededor, pero nadie parecía ansioso por intervenir. — ¿Y bien?— preguntó. — No hablen todos a la vez. —
—El tráfico está disminuyendo en los centros de fertilidad. Comenzó aquí en el sureste el año pasado, pero ahora estamos viendo una desaceleración general en todo el país.— explicó Tom Braden, director médico.
—¿Alguna indicación de por qué?—
Tom negó con la cabeza. — No. Estamos viendo el mismo nivel de comentarios positivos, pero la afluencia de personas es simplemente menor. Esta baja actividad también está afectando a nuestras clínicas neonatales y prenatales. —
—¿Qué ha cambiado?— preguntó Kaz.
—No lo sé. Quizás nuestro marketing no esté dando resultados...—
—No intentes echarnos la culpa.— gruñó Kelly. — Estamos haciendo el mismo discurso que nos ha funcionado durante veinte años. Tenemos la misma energía que nunca. —
—Bueno, algo está causando la ralentización del tráfico.— replicó Tom. — ¿Quizás necesitemos un nuevo mensaje?—
—Ya que eres el experto en marketing, ¿por qué no me dices qué mensaje deberíamos presentar?— espetó Kelly.
—Basta —interrumpió Kaz antes de que Tom pudiera responder—. ¿Josh?
Joshua Laumbagh, jefe de productos básicos, dio tres golpecitos suaves con el bolígrafo sobre la mesa antes de hablar. «Seguimos en alza, pero no lo suficientemente rápido como para compensar la desaceleración del sector médico. Podríamos vender más fórmula y alimentos envasados si pudiéramos lograrlo. Nuestros contratistas están ampliando la capacidad, pero el proceso es lento».
Kaz asintió. —Al menos algo va bien. Sigue presionándolos. Necesitamos esa capacidad. —
Josh asintió. —Me quedaré con ellos. Estamos desarrollando un nuevo postre en frasco que creemos que será un éxito... mango y papaya. —
—Kelly, ¿qué hay de la idea de Tom de que nuestro mensaje se está agotando? —preguntó Kaz.
DW recurrió a Kelly. La comida para bebés representaba una pequeña parte de sus ingresos, pero estaba creciendo. El problema residía en el sector médico y todos lo sabían.
—Kaz, a todos nos encanta la publicidad que promueve la familia sana... ya sabes, niños felices, padres sonrientes. Ese mensaje nunca pasa de moda. Cuando probamos nuestro mensaje, nos mantenemos en torno al 90% de aprobación, como lo hemos hecho durante años. —
DW puso los ojos en blanco. No se habían dado cuenta del elefante en la habitación, o tal vez no, pero eran demasiado cobardes como para decir algo.
—¿Tienes algo que añadir, DW?. — preguntó Kaz.
—No, señor. Nada —respondió ella, mirando su tableta.
—La caída del tráfico coincidió con la renovación del sitio web. ¿Será por eso?— preguntó Mitch Anderson, jefe de contabilidad, mirando a DW desde el otro lado de la mesa.
No me estás echando la culpa. Vimos un aumento enorme de usuarios después del lanzamiento, pero estamos viendo la misma disminución en la participación que todos los demás.
Miró a Kaz. Sabía cuál era el problema, todos lo sabían, y llevaba meses intentando que los demás gerentes aceptaran hablar de esto con Kaz, pero la interrumpían cada vez que lo mencionaba. Estaban demasiado ocupados protegiendo su territorio y les daba miedo hablar. No quería hacerlo sola, temía que la dejaran sin recursos para mejorar su posición, y necesitaba este trabajo.