"No", suspiró ella.
Ya habían estado juntos más tiempo que la noche anterior, y él disfrutaba cada instante. "Lo harás", prometió.
Él se apartó de ella, tomándose un momento para succionar sus pechos y dejar que su creciente pasión se calmara, antes de ponerla boca abajo y levantarla hasta las rodillas. Ella comprendió lo que pasaba y colocó las dos almohadas bajo sus caderas antes de tumbarse con el culo al aire.
Él la penetró de nuevo, y ella gimió suavemente. Él empezó a penetrarla mientras se recostaba suavemente sobre su espalda. Ella gimió de nuevo; el sudor de él les permitía deslizarse fácilmente el uno contra el otro.
Sus apagados sonidos de pasión le calentaban la sangre. Había estado con mujeres que gritaban y chillaban como estrellas porno, pero ninguna lo conmovía tanto co
