1. Alcances
"Te lo pido por favor, solo debes ir por esta vez, es que... Regrese con Daniel y no quiero ser mala con este chico, es amable, si te gusta pueden seguir saliendo si no, simplemente se despiden y ¡ya!"
El hermoso "Lust" estaba teñido por las luces nocturnas, carisa siempre intentaba evitar estos restaurantes tan sobre cargados de lujo, no van para nada con ella que suele comer pollo frito en la esquina de su universidad, si tuviera que gastar tanto en una cena, solo iría directo a su cuenta bancaria o las últimas tres cuotas de su carrera, porque si. Pagar una cena en el "lust" puede pagar fácilmente dos mensualidades.
Reviso su cabello en el espejo del hermoso baño, cada esquina cubierta por detalles tallados reluciente en color plata, los marcos del espejo relucian en el mismo color y el aroma del perfume femenino la asfixiaba así como se moría por preguntar la marca del perfume.
Este lujoso restaurante tenía un detalle que ella descubrió recién cuando su amiga le un vestido, dinero y un detalle característico para esta cita a ciegas.
Tenía noches temáticas, hoy específicamente estaban todas las mujeres de celeste y todos los hombres de azul. El detalle que debía buscar sería fácil de identificar, solo debía ver quien tenía una pañuelo rojo doblado en el bolsillo. Nadie utilizaba un pañuelo en estos días así que no era mucho trabajo.
El chico invitaría la cena, beberian un poco de vino y una hora después, carisa podría ir a su casa y dormir.
Natalia es la clase de chica de clase alta qué conoció en la universidad, ella no estudió nunca, no va a ejercer y tampoco sería demasiado aplicada, paso su carrera con esfuerzo pero solo para levantarse a la clase de la mañana, los mejores tutores y mucha facilidad por pertenecer a una familia pudiente. Lo bueno de ella, es una mujer leal, acomodada pero fiel y excelente amiga. Se conoieron en el primer año, ahora, mas de 7 años después, están muy unidas, como para seguir viviendo juntas como cuando eran estudiantes.
Increíblemente carisa llevaba 30 minutos ahí, solo saco un poco del dinero que Natalia le dio para su cita, y compro una pequeña bebida de color llamativo sin alcohol.
Un atractivo sujeto entró por la puerta principal, tenía un traje azul que se notaba caro, aterciopelado opacó debajo de una gabardina negra que quito un empleado en la entrada, una mandíbula marcada, hombros anchos y siquiera, como diría ella "de vista" cree que pasa del 1,90 de altura. Todo ese hombre exudaba un placer visual lejano, altivo y masculino bastado qué tenía una expresión mala coloca debajo de sus cejas fruncidas.
Ella se dio la vuelta.
"no puedo creer que la gente venga a estos lugares solo a mostrar todo lo que tienen" pensó, afirmó sus labios en el borde de la copa.
—señorita Beltrán, puede pasar a su mesa. —el Garzón la guió a su mesa y con su trago en la mano, tomó asiento.
Este chico descortés - pensó mirando los colores llamativos de su coctel. Tomo el palito de su cereza y lo movió en el líquido hasta que los colores se mezclaron perdiendo todo el fondo llamativo. Levantó la cereza en sus dedos y la llevó a su boca. Con el fruto en su boca vio a un hombre sentarse frente a ella, le entregaron con respeto un menú y el solo dio un vistazo.
—Lo mismo de siempre —su voz. Escucho es voz viril, tan profunda y atractiva. Fue como miel deslizandose por su lengua, trago la cereza qué por suerte no tenía cuesco o ahora estaría muy avergonzada.
Deslizó sus ojos haciendo rodar aún la fruta en su garganta, ahí estaba, el hombre que hizo que todos guardaron un minuto de silencio cuando entró al restaurante, tenis en su bolsillo un pañuelo rojo italiano llamativo. - ¿cómo es que Daniel es mejor que semejante tipo? - pensó mientras comparaba al novio de su amiga con este espécimen.
—¿cenaste? Supongo que no. —cruzó sus manos sobre las rodillas, el empleado vio a carisa.—trae lo que te pida. ¿Alergias? —carisa negó suavemente.
Carisa escucho la recomendación del Garzón y este se marcho. Volvió solo con una botella de vino que mostró con detalle y dio algunas absurdas especificaciones sobre su fecha de conservación y luego le dio un poco al hombre para que probará, cuando aprobó el vino, sirvió ambas copas, se llevó la copa vacía de carisa y quedaron solos.
—¿Darío, cierto?
El hombre la observó, su cuello es delgado, su cabello oscuro ondulado aparentemente natural, piel trigueña qué parece del trópico, algo bonito y dorado. Se notaba suave, el escote de ese vestido celeste le recordaba un viaje a la playa, arena, sol y mar. Se notaba ejercitada pero delicada, voluptuosas curvas y carne en los lugares precisos.
Esta vez su secretario se esforzó bastante con los gustos y la selección, se notaba de primera.
—un gusto señorita Beltrán. —dijo él, llevó la copa a sus labios, la vio relajarse y sonreír, no le costó nada sentirse cómoda, acostumbrada a su trabajo. Pensó el.
—uf... Pensé que me había equivocado de lugar, sabes que es de muy mala educación retrasarte más de 10 minutos.
—levantó sus hermosas cejas sin apartar la boca de la copa. —en fin, es un gusto.
Tomo su cabello largo y ondulado para llevarlo en un movimiento rápido a su espalda, descubriendo sus hombros mientras miraba hacia el centro del lugar. Una pareja bailaban abrazados, se notaban tan románticos. Ella bajó la mirada y la devolvió a la mesa.
—debes estar muy ocupada para estar reprochando el retraso. Aún así, fue mi error, no sabía que me retrase tanto.
—quizás confundimos la hora que se acordó. Lo siento, no bebo vino.
—¿no te gusta?
Él bajo la mirada, el tono rojizo y amaderado de su vino, se movió el líquido y escuchó la voz suave de la mujer joven frente a él.
—más bien... Soy muy mala bebiendo, me relaja demasiado.
—pero es mejor si estas relajada para el resto de la noche.
Ella escucho y observó su copa, parecía ser bastante breve con sus palabras pero tenía un poco de razón, probablemente sería la primera y última vez que se verían, también la única vez en el lust. Suspiro y tomo su copa, bebió un poco y antes de darse cuenta, le vio el fondo.
La comida llego y ambos comieron en silencio, un incómodo silencio.
Ella ya había estado en otras citas a ciegas pero siempre con gente más acorde a su edad y más acorde a su estrato social. Como estudiantes en situaciones de estrés semejantes al de ella, si es que eso se puede considerar parte del estrato social típico de su profesión.
Carisa, ella se arrepentirá de no ser tan buena con la tecnología como quisiera, no sabe sobre r************* porque no tiene tiempo, desde que abandono la casa de su familia cuando creció por los roces desde que su mamá se casó, tiene dos trabajos y clases todo el día. Que distinta es la vida de su hermanastra, daría lo que fuera por tomarse esos cuatro años sabáticos qué lleva la mujer en casa. Incluso después de que su madre sin permiso cambiara su apellido mientras era menor de edad.
—¿Quieres subir?
Carisa observó al hombre, su mente está un poco nublada, sus ojos vieron borroso y no entendió.
—puedes descansar un momento. Tomar un baño antes.