—Adelante, hemos reservado un lugar privado para ambos— dejé de tomar a Nilüfer del brazo, sería un maleducado si lo seguía haciendo, aunque perdí mi papel de seriedad con aquella decoración del lugar, cada lugar era más impresionante y admirable, no estaba acostumbrado a la ciudad del todo, todo era nuevo para mí. Mis pasos fueron lentos, fue imposible no mirar los candelabros que colgaban del techo, las luces tenues y ese olor tan particular. —Es un lugar espectacular— solté al hombre que nos llevaba a una mesa en especial, comensales platicaban entre ellos, la música era lenta, el lugar tenía un buen olor, jazmines, y el vino en cada una de las mesas, todos portaban ropa de gala, con aquellas posturas rectas, la diversión se encontraba lejos. En aquel instante Nilüfer fue el e

