Capítulo 5

2102 Palabras
Sonidos, luces, voces, risas, vasos de vidrio impactando en el suelo, personas moviéndose al ritmo de la música por Dj Rick Gómez, otras manteniendo conversaciones nulas; individuos que crean momentos de opacidad, ratos de egocentrismo, desvergüenza, desinhibición…, libertad de expresarse. Todos mis sentidos estaban ocupados en este momento y hasta me gustaba mantenerlos así, sin importar que pueda ocurrir después. Prefiero disfrutar de lo poco o mucho que me brinda la vida. No dejo que los buenos momentos se disipen, siempre me mantengo recto ante cualquier propuesta que me obsequia el destino. Daniela, Renata y yo nos movíamos sensualmente bajo los efectos de los ritmos musicales que nos atrapaban. Mi vista se encarga de observar como las personas se mueven al contorno del club según la cadencia del eco musical atronador; mi tacto yace al contorno de la copa que dirijo a mi boca, mi paladar se encariña con el sabor que la bebida me confiere, seguidamente el olfato me permite inhalar un poco del tabaco de la persona que está a mi lado, arrugo sin darme cuenta la nariz (me desagrada) y, los oídos se encargan de que el repertorio de canciones dancen con mi cuerpo de manera envilecida. Cierro mis ojos y continúo moviendo la cabeza. Detesto estar sentado en la discoteca, es como recordar que aún estoy en mi trabajo y eso me estresa, muevo un poco la elevación de mi cadera, no me importa estos momentos y bailoteo junto a mí licor. Estoy adorando estos momentos. Puedo emborracharme, bailar, coquetear, beber y seguir el mismo ritmo sin darle cuentas a nadie, porque aquí me siento empoderado. Muevo las caderas, mis pies ascienden y descienden del suelo muy suavemente, dejo escapar un suspiro a gusto en como el alcohol comienza a surgir efecto. Abro los ojos y mi visión se centra en un hombre de alta estatura. Está sentado en unos de los muebles de cuero blancos bebiendo de su coñac. Cuando noto que efectivamente su mirada está puesta en mí con mucho interés vuelvo a cerrar mis ojos dejando que toda la música me arrope. Los hombros se contraen, las rodillas se acuclillan sutilmente, mi mano derecha despejada escala a mi cabello sacudiéndolo paulatinamente. En este momento es cuando siento un par de manos reposar mi cadera y un cuerpo fuerte tomar por completo el mío. Y si, así fue. Sonrió y abro mis ojos, giro lentamente mi cadera para poder tener mejor vista del sujeto que se mueve al perímetro de mi cuerpo. Con la confusión enmarcada en mi semblante noto que se trata de otro hombre, no el mismo por el que mis ojos se habían deleitado, sino de otro. Sin importarme sigo bailándole como mi cuerpo sabe perfectamente hacerlo. Giro por completo notando que el hombre que baila junto a mi es guapo, no tanto como el que está sentado ahí observándome aun con más intensidad desde el mueble. Indudablemente tomo al hombre por las mejillas y hago que nuestras bocas se unan para poder danzar sin ningún contratiempo, siento como su m*****o esta erecto y no lo juzgo, porque todo este baile ha sido realmente caliente; desciendo una de mis manos y la hago llegar a la bragueta con fuerza aprieto ese puesto que me fascina. El hombre sonríe en el beso que se ha convertido en uno intenso donde sus manos han alcanzado mi trasero, me estremezco y finalizo el beso mordiendo su labio inferior. —¿Cómo te llamas? —logro apenas escuchar su voz. Parece un susurro lejano pero realmente es un grito opacado por el silbido musical. —Eso no importa… en estos momentos —le respondo posando la palma de mi mano en el pómulo derecho sintiendo su escasa barba. —Tienes razón —sonríe y sus manos se posan en mi cintura una vez más—, pero me has cautivado y eso no sucede comúnmente. Por tanto, anhelo saber tu nombre… Lo miro fijamente, detallo su atuendo rápidamente; camisa de lino blanca Tommy arremangada hasta su antebrazo por dentro del pantalón caqui de la misma marca de la camisa que recorre la cintura con una correa Gucci, zapatos deportivos blancos Adidas. Un estilo bastante juvenil-maduro muy encantador. En parte de su brazo noto como hay dispersos algunos tatuajes coloridos, en la muñeca izquierda reposa un reloj plateado, su cuello contiene una cadena de oro gruesa y su cabello esta desordenado. Sí. Es guapo, lo admito. Pero hasta ahí. Sonrió coquetamente. Nota mis intenciones y aprieta con suavidad mi cadera acosada. Me coloco de puntillas (este tipo es alto) situó mis labios al contorno de su oreja. Puedo apreciar como su cuerpo se estremece. —Sé que si te lo digo puede pasar otras cosas —dejo un suspiro aturdiéndolo—. Y, no deseo que esas cosas pasen porque se cómo esto prosigue —sonrió de lado—. Mejor quedémonos como personas que se conocieron en una discoteca. Y ya. Me separo un poco. Bebo de mi ron y le guiño un ojo. Me alejo un poco de su cercanía. Detallo como su rostro se contrae, la cobertura de sus labios tiembla y sonríen pícaramente. Me alejo por completo yendo hacia el baño con las ansias de vaciar  mi vejiga. Mis amigas están tan inmersas en sus cosas que no pudieron notar todo el embrollo emitido por nosotros. Nunca me ha gustado ser un chico que se apremie al mejor. Esta es mi primera vez en  ir a una discoteca, pero, soy lo suficientemente inteligente como para darme cuenta de que buscar una relación que provenga de aquí es benigno. Solo estoy por beber, bailar, disfrutar de la música y más nada. Tal vez me ocurra algo similar como lo que me acabo de suceder, pero hasta ahí. Porque si deseara tener sexo con alguien lo buscaría en otro sitio. Pero la gente no parece entender aquello. Cree que cuando una está en una discoteca va a terminar teniendo sexo con cualquiera, pero no. Porque cuando uno está ebrio está tentando a hacer lo que otra persona está deseando. Me amo demasiado como para estar con cualquiera y luego ¡Bumm!, enfermedades de trasmisión s****l y después lamentos indecorosos. No señor. Yo no. Una cosa es coquetear y otra cosa es malinterpretarlo creyendo que quiero coger. Cuando termino de vaciar mi urgida vejiga, subo la cremallera y me aprieto mi Blue Jean con el cinturón. Abro la puerta metálica, aquí el bullicio es bastante escaso. Camino por el brillante suelo de cerámica blanca hasta posarme en él lavamanos de mármol del mismo color. Noto mi apariencia y sonrió de lado. Ser coqueto es mi apellido. Arreglo un poco con mi mano el cabello cobre corto; mis ojos están un poco rojizos. Estudiar siempre frente a un computador, Tablet y estar al tanto en él celular es un poco agotador. Por lo menos obtenía unas grandes gafas para tratar de impedir que la miopía se desarrolle. El iris de mis ojos es de un marrón opaco rodeado de pestañas largas y tupidas, por su contorno cejas alineadas en forma. Así mismo desciendo por la nariz chata respingona muy linda. Continuo por mis pómulos que son rellenos y con unas diminutas pecas, para luego llegar a mis abultados labios de color rosa. La franela de flores hace que mi gordito cuerpo se contorne a su alrededor. Adoro vestirme bien. La moda siempre va de mi lado. Porque primero muerto que sencillo. La única diferencia es que en mi trabajo trato de que mi vestimenta no sean aburridas y anticuadas. Sino bien vistos y distintos. Porque siempre me he caracterizado como un hombre hecho y derecho magníficamente. Lavo las manos untándolas de jabón aromático, al punto me agrego en mi rostro notando que el maquillaje se ha corrido un poco debido a la traspiración obtenida. Del pequeño bolso que estaba cuidando (de Renata) saco base y la aplico con cuidado ágilmente. Persisto con el compacto y luego el delineador de ojos. Labial trasparente para hacer que se noten más brillantes y… ¡listo! Guardo todo con cuidado en el bolsito y camino hasta la salida. Me encuentro con unos chicos, le sonrió a medias y sigo mi camino a la barra. Es lindo poder notar que existe en el ser humano dos lados. Uno que siempre esta inhibido y el otro que cuando estas ligeramente ebrio o en su totalidad suelta una personalidad atrayente. Me consigo con el mesonero del principio, le pido que agregue más hielo a la bebida que estaba ingiriendo desde un inicio. Recibo gustoso y saco el dinero para poder cancelar su integro trabajo, sin embargo lo rechaza. —¿Qué sucede? —le pregunto con los ojos entrecerrados. —Un hombre ha dicho que el cancelaba todo lo que pidiera —sonríe apenado. Tal vez sea la primera vez que vengo; por tanto desconoce que estas cosas no me gusta que sucedan. Trabajo fuertemente. Pago todo lo que me gusta sin deberle a nadie, porque los favores siempre son disfrazados por peticiones reciprocas. —Bien… —sorbo un poco de la bebida alcohólica—, ¿quién fue el imbécil? Duda en responderme. Desde luego mi mirada lo hace hablar o más bien tartamudear—: Él de camisa azul cielo —busco con la vista las indicaciones que me ha dado el tipo—. Él que está sentado al lado del V.I.P. Mis orbes se ratifican en el individuo que desde un principio le estaba bailando desde la lejanía con coquetería. Mirarlo es eufórico, explosivo y sublime. Encojo una ceja y finalizo el licor con prisa. Pido que me lo llene con otra más fuerte. Con sutileza camino hasta el hombre. Mis movimientos enjuician como si fuera una víbora arrastrándose por la superficie. Mis ojos se enlazan con los suyos, sonríe satisfecho al reparar en mi presencia. La música es amortiguada, las personas desaparecen y con una sonrisa pintada en mis labios concluyo de cortar los pasos hasta quedar frente al sujeto que es más caliente que el infierno. Camisa azul por fuera, pantalón n***o de gabardina y zapatos lustrosos. Genial. Su musculoso cuerpo es embelesado por el mismo atuendo. El tipo sabe que está bueno. Sabe que desde un principio es de mi tipo. j***r, soy mucho más fuerte que esto. Me coloco de cuclillas y acerco mi rostro al suyo. Parece encantador. Lástima. —Gracias… —musito con lentitud sin dejar de verlo. Sus ojos brillan con intensidad—, pero… no gracias —borro mi sonrisa y vacío el líquido del vaso en su cabeza. Noto como la bebida alcohólica desciende desde su cabello hasta su camisa. Le sonrió y doy media vuelta. Caminando hasta donde están mis amigas. Joder. Me siento tan vivo. Poco a poco defino las miradas de las demás personas sobre mí. Unos cuantos observaron la escena y los demás cuchichean. Todo me hace sentir suspicaz. Al llegar donde está mis amigas concibo a Daniela bailando con el Dj, Renata baila un poco sensual a un hombre de camisa blanca. Tomo asiente en uno de los sillones individuales. Puedo percatarme de que hay mucha más gente que desde el principio. Dejo de lado mi lado amargado y tomo otro vaso para llenarlo de licor. En la pequeña mesita puedo observar cinco botellas de ron. Y unos hombres que nos observan. —Sus amigas si están lindas, amigo —masculla uno hablándome al oído. Ruedo los ojos y me dejo llevar por la sensación de la música una vez más. —Lo sé. Simplifico. Doy otro trago y sigo bailando. —Pero presente —vuelve a situarse en mi tímpano. Estresado por la insistencia me dirijo hacia ellas. —Daniela, Renata —las tomo del antebrazo y las giro para hablarles—: Un tipo ahí —les presento—. Un tipo ahí: mis amigas —lo observo burlón—. ¡Listo! Ahora deja la ladilla. Cuando voy a tomar del trago noto un tono más oscuro en una parte. Observo el alrededor y encojo un poco los hombros. Doy otro trago. Minutos después, es ahí, cuando siento todo mi alrededor girar. Mi vista se pone borrosa. Vuelvo a sentarme. Siento tanto calor. Caigo en cuenta que alguien le hecho algo a la bebida. Meto dos de mis dedos a mi boca tratando de vomitar. Bajo de la zona V.I.P para llegar a la salida de la discoteca, así mismo, bajo las escaleras de la discoteca en busca de la salida de todo. Me siento en la salida de Villa Inmaculada junto a uno de los amigos de Renata quien me estaba colaborando. —Algo le echaron a la bebida. Necesito expulsarlo, sino… —siento arcadas y la boca de mi estómago arde cuando expulso todo de mi cuerpo. Mis amigas se acercan preocupadas. El chico que me estaba ayudando les dice todo y ellas enojadas comienzan a insultar. Renata contacta al taxista para que nos lleve a su casa. Al poco rato aparece y nos subimos al taxi para después llegar a la casa. Me acerco con rapidez a la cama que me fue dada y caigo rendido dejándome llevar por los brazos de Morfeo. Que noche.   
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR