Varias mujeres ingresaron a la tienda, acercándose tanto a Aleksanteri como Ashraf. Se cubrieron los rostros. —Se nos ha permitido que su fuerza nos cubra. Deseamos que sus cuerpos masculinos sean para nosotras, no queremos que sean dispuestos a otras. Aleksanteri alzó las cejas un tanto asombrado, mientras Mordán sonreía sin comprender bien el sentido de lo que habían dicho. —Por favor tómame a mí primero, soy la que más ha pagado por estar ante ti. Necesito tu cuerpo y el sudor de tu piel ahora. Aleksanteri parpadeó un par de veces, pero justo cuando la jovencita se disponía a descubrirse. El mismo hombre que solía reclutarlos ingresó con otro de gran altura como Ashraf. —Señoritas no será posible que estos hombres las honren con sus cuerpos, conversemos afuera. —Conminó, hacién

