CAPÍTULO VI

1218 Palabras
"Los recuerdos se van desvaneciendo con el tiempo" Dylan. Comienzo a tener mareos y dolores de cabeza poco usuales, los choques eléctricos se detuvieron hace semanas cuando le dije a mi madre que no recordaba nada de mi pasado. Mentí, recuerdo cada sueño como sí lo hubiera vivido y no soñado en mitad de la noche, ya no despierto gritando porque al menos reconozco que es real y que no. —Dylan, ¿quieres ir a jugar con tus amigos? Veo por sobre mi hombro a Tessa; Su uniforme blanco me causa nauseas debido a que me recuerda a los dos enfermeros que venían por mi cada madrugada para infringir dolor tanto físico como mental a mi cuerpo cuando mi progenitora salía de viajes en busca de nueva medicina. —No quiero, prefiero estar aquí un rato más. —Comento sin apartar la mirada de la ventana, desde donde veo con claridad las instalaciones del fondo y el bosque prohibido. Me parece un poco raro que estemos tan alejados de la ciudad, pero quizás sea para evitar que alguno de los pacientes huya y lastime a alguien fuera de aquí. —Si tú lo dices. Mi cuidadora se sienta sobre la cama y toma un libro para empezar a leerlo, supongo que debe esperar a que acabe la hora de su guardia conmigo. La noto soñolienta, cansada y más lenta de lo normal. — ¿Mucho trabajo? —Murmuro cuando la veo bostezar y asiente. —Tu madre debe mantener el lugar en óptimas condiciones y eso implica que nos dé más trabajos. —Se estira sobre la cama y lucha por mantener sus párpados abiertos. —Estas jornadas van a terminar matándome de sueño. Me causa gracia su manera de decirlo, parece una niña pequeña intentando luchar para quedarse dormida hasta tarde y no perder su programa favorito. —Mi madre es una narcisista, le gusta que solo digan lo mejor de ella pero jamás menciona a los trabajadores. Asiente y se para ordenando mi habitación, me gustaría poder hacerlo yo mismo pero las dosis que me dan son tan fuertes que incluso me duermen las piernas y debo estar sobre una silla de ruedas para poder moverme de un lugar a otro. —Dylan... —Murmuro un ¿Uh? sin dejar de ver una extraña silueta caminar por el bosque, si no me equivoco debe de estar paseando por el cementerio abandonado. — ¿Alguna vez te has enamorado? Siento un latido tan fuerte que me altera y me giro para verla, está atenta a todo lo que pueda decir o hacer. Y eso, me asusta un poco. Es como si supiera algo de lo que yo no tengo idea o que esconde información sobre mí que quizás ya he olvidado. —No lo creo. —Murmuro muy bajo y siento nauseas. ¡Mentira!, hemos sentido mucho juntos. Escucho una voz muy aterradora en mi cabeza y aguanto el grito que estaba por salir de mí en medio del pánico, Tessa me observa y alza una ceja pero finjo estar bien con una sonrisa. — ¿Por qué estás tan seguro?, me han dicho que has olvidado muchas cosas Dylan. —Asiento pero dejo de prestar atención a sus palabras, algo muy dentro de mi cabeza me está desgarrando y me causa dolor en varias partes, mi ojo izquierdo me duele mucho al igual que mis oídos. No sé qué sucede conmigo. Pero algo está mal, muy mal. "Déjame salir de esta maldita cárcel ¡Ya mismo, Dylan!" La voz aterradora ha vuelto a mis pensamientos y comienzo a creer que moriré pronto, estoy muy seguro que cuando mi madre o algún enfermero se entere las torturas serán mucho peor. —Déjame en paz... —murmuro para mí mismo, Tessa ignora por completo mi dolor ella solo está concentrada en no quedarse dormida y cumplir su turno mientras habla de no sé quiénes. —Necesito sangre, mucha sangre. —Mi enfermera se sobresalta al verme y saca un pañuelo de su bolsillo. —Dylan, estas sangrando por la nariz. —Limpia con cuidado de no lastimarme pero la verdad me da igual, el dolor no es físico es más psicológico que cualquier otra cosa. —Iré por tu medicina, debe ser por eso que estas sangrando. Asiento a duras penas y ella sale de la habitación, golpeó mi brazo contra la pared un par de veces para soportar el dolor causándole una diferente pero ni eso logra que deje de sentir como mi cerebro está a punto de estallar. ¿Qué sucede conmigo? Empiezo a tener rápidos flashes en mi cabeza de un ser muy parecido a mi derramando sangre por doquier y eso me aterra. Clavo las uñas en mis piernas y aprieto los dientes tan fuerte que podría en cualquier momento quebrarlos. "No se van a librar de mi tan fácil, hemos estado juntos por mucho tiempo." La risa maquiavélica que emite lo que sea que me está hablando en este momento me asusta pero una parte de mí, quizás la parte que se ha vuelto loca con el paso del tiempo en este lugar, me dice que todo lo que pasa es normal. —Aquí está la medicina, luego de tomarla vas directo a dormir. —Comenta la chica y hace que abra la boca por la fuerza, mete tres pastillas de color amarillo y rojo, las escupo molesto pero vuelve a intentarlo y al ver que me opongo a sus drogas usa la fuerza. Toma mi cabello y ala mi cabeza hasta atrás, mete las pastillas y me golpea en el rostro haciendo que trague su droga, al pasar por mis papilas gustativas siento su extraño sabor a azúcar y una idea surca mi cabeza. ¿Me ha dado caramelos en vez de pastillas?, hasta hace unos días era Roth quien me hacía tomar el veneno cada día pero a partir de hoy le toca a Tessa. —Me duele mucho...—digo ya a punto de caer desmayado y la chica se acerca hasta a mí tapando las cámaras, —Sé que estas allí dentro y que estas molesto por todo lo que está pasando, pero necesito más tiempo Marcus. —frunzo el ceño y la observo atento, es como si lo que me causara dolor estuviera prestando atención a sus palabras. —Ellos están buscando una manera de sacarlos, pero no consiguen el momento exacto. Se levanta y da una vuelta por la habitación como en una búsqueda donde pueda darse cuenta de que nadie la está escuchando. Cuando no encuentra nada raro vuelve a posar sus labios sobre mis oídos, su aliento choca contra mi mejilla. —Ella no sabe nada, aún. Trisha y Mika son quienes se están encargando de todos los detalles para no ponerla en peligro. —Siento un raro alivio en mi corazón. —Pronto te daré la señal para que salgas a relucir como solo tú lo sabes hacer. Me da un beso a mitad del labio y la veo palidecer, mi corazón se acelera pero no por amor o deseo, sino más bien por adrenalina y celos. Es como si deseara cortar sus labios y hacerla sufrir clamando perdón ante mis pies, lo peor es que ni siquiera se el porqué.  
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