Capitulo 8

990 Palabras
APOLO MORATA Llego a las bodegas y estaciono mi auto dentro de una de ellas. Me bajo del auto y acomodo mi chaqueta, mientras saco un cigarro para relajarme. -llegamos temprano - Marco llega con una estúpida sonrisa en el rostro. - No importa - enciendo mi cigarro y le entrego uno a él - podemos esperar. - ¿Puedo saber que te tiene de buen humor? - Sus cejas levantadas y una media sonrisa en el rostro mientras hace la pregunta. - Tengo una sensación, es como si fuera a pasar algo bueno. - Sabes, que no creo en supersticiones. - No me hagas caso - muevo la mano mientras saco mi teléfono para revisar el mensaje que acaba de llegar. Romano está escribiéndome para preguntarme en qué puede trabajar, eso me hace sentir muy bien, ya que estoy logrando que haga algo por la vida. Tenemos mucho dinero, pero no sirve de nada, si no tienes conocimientos. Necesito que Romano estudie, que se prepare, que conozca cómo funciona el mundo. Ahora que papá no está, solo quedamos nosotros dos y si llego a faltar, él tiene que encargarse del negocio, tiene que proteger a mamá. - Te toca - Marco me llama con demasiado entusiasmo, le encanta verme competir, aunque nunca lo admita en voz alta. - Papi, te traerá otro trofeo - Le guiño mi ojo, mientras subo al auto y busco mi casco, para ponerlo sobre mi cabeza. El número uno, ese es mi auto, siempre abro las carreras cuando vengo, y nadie tiene un puto problema con ello. Me alineo en la carretera y empiezan a llamar a mi acompañante, abren la puerta de mi auto, es una castaña con el cabello más precioso que he visto y su piel tan clara enfundada en una chaqueta de cuero, y el trasero, qué trasero tiene esta mujer. ¡Pero de dónde saliste! Pone su casco y se sienta, estoy un poco sorprendido, no habla ni me mira, la detallo un poco, no parece una chica de las que siempre está por acá, viste muy diferente, parece con demasiada clase. El p**o suena para que posicionemos nuestros autos y aun la chica no me habla. Me concentro en la bandera que la chica en la mitad de la pista baja y arranco el auto, esperaba que gritara como muchas lo han hecho, pero puedo notar una sonrisa, como si le gustara la velocidad. Tengo que regañarme y tratar de poner mi mirada en la carretera, ya hubiera ganado si estuviera concentrado, manejo lo mejor que pueda, tratando de ignorar a la chica que está a mi lado, pero el olor fresco que tiene la chica no me deja. Me convierto en uno con mi precioso auto, los cambios entran y cambian en segundos mientras llego a la meta y gano, como siempre lo hago, espero escucharla hablar, cualquier cosa, pero abre la puerta y deja el casco, como si fuera un paseo normal, la veo sacudir su cabello y puedo observar su rostro más detalladamente, es una chica preciosa, tiene que tener dieciocho o menos, tiene el rostro de un ángel y unos labios gruesos rojos, y sin accesorios, cierra la puerta con un cuidado impresionante, ninguna chica sabe cerrar la puerta de un auto, escucho que Ana Clara la llama Noa, sonrío, ya sé a quién preguntarle por ella y arranco mi auto, necesito estacionarlo para bajar y encontrarme con Marco. Al bajarme una chica está esperándome, me da un beso en mis labios por haber ganado la carrera, ni siquiera la conozco, pero tampoco me provoca nada, la alejo dándole una sonrisa y me acerco donde está Marco. - Buena carrera, ¿por qué te demoraste tanto? - me pregunta y sonrío, el maldito me conoce muy bien- toma, cortesía de Marco - me entrega una cerveza. - Una chica diferente se subió al auto, no me hablo, parecía que no le tenía miedo a la velocidad, era más como si lo disfrutara, me sorprendí y por eso me retrase - bebo de mi cerveza mientras trato de buscarla con la mirada. - Ya veo, te impresiono una chica, eso es nuevo - sonríe. - Me dejo bastante impresionado, cerro la puerta del auto como se debería - gira para verme y ríe a carcajadas. - Dime dónde está, si no te casas con ella, lo hago yo, ninguna mujer sabe hacer eso, mínimo es hombre - me dice y continuo buscándola con la mirada, necesito saber si es real o solo producto de mi imaginación, pero no la encuentro. El último auto empieza la carrera y me subo al auto para irme, Marco arranca primero que yo y me quedo con la esperanza de poder verla por última vez antes de irme, escucho unas sirenas de policía, otra vez los malditos vienen a arruinar la diversión. Miro por última vez entre la multitud y la veo correr, me bajo del auto para ir por ella y sacarla de aquí. La persigo hasta una bodega y la trepa como una maldita experta. - Oye, baja de ahí, puedes lastimarte - le grito y ¡me sonríe!, me sonríe y es como un ángel- baja, vamos, te llevo en el auto. Por cualquier milagro del universo, la chica se tira del techo y no se daña ningún hueso. La tomo del brazo, apretándola, pero no demasiado fuerte, y la llevo entre la multitud hasta mi auto. Voy a abrirle la puerta, pero ella la abre sin esperarme. No la entiendo, cualquier chica estaría encantada de que la invitara a subirse a mi auto, pero ella parece estresada, como si no tuviera otra opción. Me subo, enciendo el motor y arrancamos, perdemos los sonidos de las sirenas a medida que avanzamos entre los otros autos. Miro por mi retrovisor y las personas se esparcen como hormigas, corren de un lado a otro huyendo de los hombres uniformados.
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