El chico conduce por alrededor de una hora, la música está muy alta y me concentro en grabarme el camino, por si ocurre algo que no debería.
- Ten Noa - Me entrega Mía, la monja de ojos verdes, una especie de pinta labios, pero no tengo idea como usarlo.
- No, estoy bien - levanto una mano en señal de que no me interesa.
-No seas tonta, solo es para resaltar el color de tus labios, además tiene un sabor delicioso - siento algo viscoso en mis labios cuando termina de aplicarlo, pero cuando me muestra como me veo en un espejo, decido dejarlo, es primera vez que aplico algo de maquillaje en mi rostro y se siente bien, me veo bien.
La chica sonríe victoriosa, y es inevitable darle una sonrisa. Es algo extraño para mí, pero no me siento mal.
Me concentro en el camino, me grabo cada calle que toma y calculo la distancia en la que estamos de la catedral, no se sabe, lo que pueda pasar.
Llegamos a unas bodegas abandonadas, donde hay demasiadas personas, todas entre los quince y treinta años.
Nos bajamos del auto y Mía, la monja, me toma de la mano para que no me pierda, palabras de ella, la mano de Mía empieza a sudar y me siento incómoda.
Llegamos donde otro grupo de chicos y empiezan a beber, cerveza, la conozco muy bien. Las monjas empiezan a beber, ¡ja! Es muy raro, definitivamente, nada que ver con lo que pensaba de ellas.
Me quedo mirando a Mía más de lo que debería.
- No puedes decir nada, lo prometiste, esta noche solo eres Noa, aquí nadie va a juzgarte - me dice y me da un beso en mi mejilla, se siente húmedo y no me gusta nada, me giro para limpiar mi rostro y quitar la salida de ella, aunque la sensación persiste.
Empiezo a buscar a Ana Clara con la mirada hasta que la veo al lado de un auto.
Me alejo de las monjas y Mía me guiña un ojo, también me da la advertencia de que no me perderá de vista y voy hasta donde está, Ana Clara.
- Hola - le digo para que sepa que le cumplí la promesa.
- Noa, viniste, wow estás hermosa, una vuelta - me dice girando su dedo y giro solo por darle gusto- pero qué gran culo tienes chica, debajo de ese hábito no se puede ver - sonrió por lo que dice, me hace pensar que está ebria- Mírate, pensé que no sabías sonreír.
Esta vez me carcajeo por lo que dice, la chica empieza a caerme bien y está respetando mi espacio personal, trata de no tocarme mucho.
- Vamos Noa, vamos a subirnos a uno de estos autos - me dice y empieza a caminar hacia un hombre que anota algo en una libreta.
Ella le dice nuestros nombres y nos pasa una bolsa para sacar un número. Miro el mío y es el número uno, mientras que el de Ana Clara es el dieciocho.
- ¿Qué número te toco? - me dice ella mientras mira mi papel - oh - hace un sonido de asombro- si quieres podemos cambiarlo, el número uno es algo peligroso, no quiero que nada te pase.
- No hay problema, el uno está bien - le digo subiendo mis hombros, he participado en carreras, donde mi vida estaba en juego, que podría salir mal- solo necesito un casco para proteger mi cabeza, eso es todo- le digo mientras le hago una mueca de sonrisa para que se tranquilice.
Nos quedamos cerca de los autos y empezamos a charlar o mejor dicho, ella empieza a hablar de todas las personas que vienen a las carreras, también habla de que la policía muchas veces se aparece y que si eso sucede tengo que esconderme, que no me pueden atrapar.
Como si eso fuera posible.
Hacen el llamado de la chica del auto número uno y abro la puerta del auto, sin mirar al conductor, en el asiento está mi casco, lo pongo sobre mi cabeza y me siento, acomodo mi cinturón y espero a que la carrera empiece, el auto está impregnado de cuero y un aroma muy varonil, el ambiente es tranquilizante y la manera en como el conductor aprieta la palanca de los cambios me hace pensar que tener el número uno no es casualidad.
Sé conducir muy bien, motocicleta, autos, aviones, soy multitareas, todo lo aprendí en el campo de entrenamiento y no porque estuviera obligada sino porque quise hacerlo.
El conductor se posiciona al lado derecho, es un buen sitio, y una chica con poca ropa se hace en la mitad con una bandera de color n***o con una calavera en la mitad, la baja y el auto acelera para arrancar.
Sonrió por la adrenalina que se siente, se asemeja a estar en misiones, me concentro en la música que suena y relajo mis piernas y disfruto de la carrera, el chico conduce muy bien y ganamos.
Abro la puerta del auto, quito mi casco y sacudo mi cabello para organizarlo, dejo el casco otra vez en la silla y cierro la puerta del auto. No puedo ver el rostro del conductor, pero él, sí me ve a mí. No me importa en realidad.
Voy donde está Ana Clara y me recibe con los brazos abiertos.
- Noa, lo hiciste muy bien, te felicito. La primera vez da miedo, ¿verdad? — Asiento con mi cabeza, no voy a decirle que lo disfrute, ella va a empezar a hacer preguntas que no quiero responder. No quiero dar información que nadie quiere saber.
Ana Clara me entrega una cerveza y continuamos bebiendo, ella sonríe y se mueve al ritmo de la música que suena de fondo. Parece estar demasiado tranquila y se ve que disfruta estar en este sitio.
- Muévete, Noa - me pide y niego con la cabeza - ¿Sabes bailar? —Niego — ¡Has estado mucho tiempo encerrada! Claro que no sabes bailar. ¡Soy una estúpida!
- ¿Cuánto has bebido? - ella sonríe.
- No lo suficiente — frunzo el ceño.