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1087 Palabras
Esa misma noche Cata se encontraba en el departamento de Luli. Su amiga estaba de guardia, por lo que había decidido prepararse un gran café con leche y obviar la cenar. Se encontraba ya en la cama, pasando por las diferentes alternativas que ofrecía Netflix sin que nada le llamara la atención, cuando su teléfono sonó. La notificación de un número desconocido le anunciaba que tenía un mensaje sin leer. Lo presionó y la foto de un Matías bronceado con el mar de fondo le robó una sonrisa. NO PUEDO SER MÁS EFICIENTE. SI ESTAS DISPUESTA MAÑANA TE PUEDEN MOSTRAR TRES PROPIEDADES, decía el mensaje que sonaba tan seguro como él mismo. Algo divertida respondió: ¿QUIÉN SOS? De inmediato los tres puntos comenzaron a moverse indicando que pronto recibiría la respuesta. Sabía perfectamente quién era, pero no estaba dispuesta a darle el gusto de responder a la ligera, ni siquiera sabía de dónde había conseguido su número. UN EXTRAÑO AL QUE LE CONTASTE TU VIDA EN TRES MINUTOS, respondió finalmente logrando que Cata se incorporara en la cama y volviera a sonreír. HOLA, EXTRAÑO. respondió y antes de recibir la respuesta agregó MUCHAS GRACIAS POR OCUPARTE, AUNQUE TODAVÍA NO ESTOY CONVENCIDA DE MUDARME A UNA CASA FUERA DE CAPITAL, se sinceró con aquel hombre que llevaba tan poco en su vida y sin embargo despertaba tanta curiosidad. ESCUCHAME, YO SE LO QUE TE DIGO, NO LAS DESCARTES SIN ANTES VERLAS. YO PENSABA LO MISMO, PERO CUANDO ME SEPARE HACE YA TIEMPO UN AMIGO ME SUGIRIÓ EL CAMBIO Y NO PUEDO ESTAR MÁS CÓMODO. PENSA QUE ES CERCA DEL TRABAJO, LOS BARRIOS SON MUY LINDOS Y TE DAN LA OPCIÓN DE SALIR A CORRER SIN LA PREOCUPACIÓN DE LA SEGURIDAD O EL TRÁNSITO. Cata se rió con ganas ¿SALIR A CORRER? COMO SE NOTA QUE SOS UN EXTRAÑO, le respondió agregando un gracioso emoticon sudoroso. Matías, que se encontraba en su casa, disfrutando de una cerveza en el cómodo sillón del living con un viejo partido de fútbol en la pantalla de fondo también se río. No terminaba de entenderse a sí mismo, él no buscaba excusas para escribirle a las mujeres, no las necesitaba, tampoco sabía muy bien porque tenía esa necesidad con Cata, se insistía a sí mismo en el hecho de que no le gustaba y sin embargo, allí estaba intentando que la conversación se prolongue. PODRÍA DEJAR DE SERLO, escribió arrepintiéndose al instante, pero sin la posibilidad de eliminar el mensaje que ya había sido leído. Cata abrió sus grandes ojos marrones y se llevó una mano a la boca. ¿Qué quería decir? En su mente no cabía la posibilidad de que un hombre como él la encontrara atractiva, menos ahora que su autoestima estaba derrumbada. Entonces un nuevo mensaje llegó y sus sospechas se confirmaron. DIGO QUE PODRÍAMOS SER AMIGOS, escribió Matías con muy poca seguridad en sus palabras. ¿qué buscaba en realidad? No tenía la respuesta, pero sentía que de una u otra forma lo había arruinado. Una larga pausa demoró la llegada de la respuesta que finalmente se iluminó en la pantalla CLARO, ME ENCANTARÍA. GRACIAS DE NUEVO, sentenció Cata con algo de decepción disfrazándose con el traje que tan bien le quedaba. Últimamente eso era todo a lo que podía apuntar, ser la genia, la idola, la copada que poco tenía que ver con el terreno de la seducción. Lo aceptaba y en este momento de su vida, si un extraño le ofrecía su amistad, estaba dispuesta a aceptarla también, sobre todo si ese extraño era tan atractivo. Dejó su teléfono en la mesa de noche y volvió a recostarse. Con la mirada perdida sintió algo de frío y se abrazó a sí misma para darse calor mientras se cubría con la manta. Una de sus manos pasó por el lugar de su brazo que Matías había sujetado con firmeza esa mañana. Recordó sus fuertes dedos en ese gesto que tanto la había sorprendido. Había sido un gesto posesivo, demasiado íntimo para dos extraños. Volvió a presionar la zona que si bien no le dolía guardaba una pequeña huella de lo que aquel contacto había representado. Su mano subió hasta su pecho redondeado y firme bajo la ancha remera que llevaba puesta. Lo recorrió con delicadeza y los ojos de Matías aparecieron en su mente, indescifrables, seductores. Dibujó un círculo alrededor de su pezón erecto y luego lo pellizcó con suavidad. Su otra mano se aferró a las sábanas como si el mismo Matías se encontrara allí. Bajó su mano hasta su bajo vientre y no necesitó exigirle a sus dedos que continuaran su camino. La humedad que encontró en la entrada de su sexo la alentó a continuar, lo presionó con delicadeza primero y con firmeza después. Había cerrado sus ojos y su cuerpo se arqueó buscando placer, ya no era ella la que se acariciaba, imaginaba aquellos fuertes músculos sosteniéndola con la firmeza que le había demostrado, quiso sentir su aliento en su cuello demandando aquel espacio con seguridad. Presionaba girando sus dedos y sus piernas completas, desde los glúteos hasta los talones se endurecieron conteniendo la presión. Lo imaginaba sobre ella, lo deseaba dentro de ella. Contuvo las sábanas entre sus dedos y aplicó más presión, una, dos, diez veces. -Mati. - su nombre escapó de sus labios en un susurro justo cuando alcanzaba el orgasmo. Como alguien vencido en una pelea su cuerpo se aflojó sobre las sábanas, sus manos volvieron a relajarse y lentamente abrió sus ojos. Llevaba tanto tiempo sin tocarse que casi se sorprendió a sí misma al hacerlo. Se levantó para darse una ducha y cuando enfrentó su cuerpo desnudo frente al espejo sus ojos se entrecerraron. Volvió a acariciar su pecho y cuando llegó a su abdomen apretó aquel sobrante tan molesto. Sus labios se curvaron hacia abajo y sus ojos volvieron a empañarse. ¿Acaso se cruzó por su mente que Matías podía encontrarla atractiva? Se sintió ridícula. Pero antes de entrar a la ducha volvió a mirarse a los ojos. Ella podía cambiar algo de eso que veía. No por un hombre, había vivido intentado complacer los deseos de uno mucho tiempo y no estaba dispuesta a volver a hacerlo. Podía hacerlo por ella misma, recordaba un tiempo en el que se quería. Recuperar la confianza debía empezar por ella misma y estaba dispuesta a intentarlo. Sonrió una vez más y se miró a los ojos. Podía y quería, y eso parecía suficiente por ahora.
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