Capítulo 3

1078 Palabras
En ese instante mi mundo se vino abajo y no sabía cuál era el siguiente paso. —Señorita su chófer ya la espera afuera.—Busqué la poca fuerza que tenía en mis piernas y me puse de pie. Las lágrimas no dejaban de caer, no podía ver. Corrí al automóvil y de un puertazo subí. —¿Es cierto? ¡Dime qué no es cierto!—Pregunté entre gritos y lamentos. —...Lo lamento señorita...—Y el automóvil se puso en movimiento. Comencé a lanzar golpes al aire y maldecir una y otra vez.—Iremos a la clínica donde los atendían, señorita.—Avisó de manera inaudible. Había silencio de mi parte, aquel sentimiento que sentía justo ahora no podía explicarlo. Las lágrimas no se contenían y yo solo me hacía trizas y más trizas. El automóvil corría a una alta velocidad hasta que finalmente llegamos a la clínica. No esperé que el automóvil se detuviera y solo bajé corriendo de él. Las personas me veían confundidas sin entender lo que sucedía. Yo venía hinchada de tanto correr y mis piernas a duras penas reaccionaba. —¿¡Dónde están!?—Pregunté corriendo a recepción. Un joven chico me veía confundido e intentando calmarme. —Tranquila señorita, si me facilita su información en breve podremos ayudar...—Y lo detuve. —¡Maldita sea me importa una mierda! ¡Mis padres acaban de fallecer!—Dije ahogada en lágrimas y buscando tener el valor de respirar. Me desplomé al suelo entre lágrimas y puse mi cabeza entre rodillas. —...Mis padres acaban de fallecer...—Volví a repetir una y otra vez, haciéndome a la idea de aquellas palabras. Esa era la realidad que tenía justo ahora. —Joven.—Apareció una señora que vestía de blanco junto a mi.—¿Es usted la señorita Vitale?—Y asentí secando mis lágrimas. Se sentó a mi lado y secando mis lágrimas posicionó mi cabeza en mi hombro.—Lo siento mucho... Hicieron lo que podían. El accidente fue muy fuerte. Todos fallecieron. La otra pareja también falleció.—Susurró.—Y sé que probablemente ésto no te calme justo ahora pero debes saber lo que sucedió.—Respiró hondo y continuó.—No se sabe que sucedió con el automóvil de tus padres, venían a alta velocidad y de la nada perdieron los frenos. El automóvil estuvo dando vueltas hasta finalmente estrellarse contra otro que venía de frente. 4 fallecidos. —Y mis lágrimas no dejaban de caer. —Debe ser fuerte mi niña, ya está apareciendo mucha gente, todos quieren lo que pasó, algunos querían tomar fotos de los cuerpos. Ponte de pie y mantente fuerte o acabarán contigo en un solo instante.—Terminó por decir y se marchó. Seguí sus órdenes y me puse de pie. Aquel chico de recepción seguía allí, me miraba apenado y confundido.—...Lo siento, no debí explotar así contigo, no tienes la culpa.—Y sin más me marché. Miraba las paredes frías de la clínica, un pasillo silencioso y aquel olor peculiar del sitio. Fue allí cuando encontré a Mary. Sus lágrimas eran evidente al igual que las mías y corrí a sus brazos. —...Lo siento mi niña, lo siento mucho...—Dijo entre lágrimas mientras me envolvía en sus brazos. Y mientras más pasaban los segundos, más me envolvía en sus brazos y más débil me sentía. —¿Qué haré ahora? He quedado sola, ahora sí, Mary.—Susurré entre lágrimas. —Nunca estarás sola mi niña, siempre me tendrás a mi. Siempre seré tu apoyo y estaré orgullosa de ti.—Y tomando la poca fuerza que ambas teníamos, secó mis lágrimas y formó una forzosa sonrisa.—Eres fuerte Ashley, eres capaz. Sin más nos tomó por sorpresa un doctor de quizás unos 40 años, pálido y de barba larga. —Disculpen la interrupción; pero Los Vitale están por aquí.—Dijo señalando el largo pasillo que en silencio seguimos. Mary tomaba mi mano con fuerza y en silencio ambas seguíamos los pasos de aquel doctor. Todo se vino abajo cuando nos detuvimos ante una gran puerta que hizo que todo finalmente se viniera abajo. Morgue. —...Lo siento mucho...Pero son el familiar más cercano y necesitamos que reconozcan los cuerpos y firmen unos documentos. Luego comenzará el proceso para el velorio y finalmente el entierro.—Y sequé mis lágrimas. Buscando la fuerza necesaria para cruzar aquella puerta y meterme en lo que sería mi realidad de ahora en adelante, Los Vitale habían fallecido. —Iremos juntas.—Dijo Mary tomando mi mano con fuerza. —Está bien, no ocurre nada por eso. Está bien.—Dijo abriendo aquella puerta. Nos entregó dos cubrebocas quirúrgicos y en silencio pasamos. Un frío extraordinario nos envolvió y en silencio seguimos los pasos del doctor. Una vez de pie ante sus cuerpos, cerré los ojos con fuerza. No quería ver. —Tus puedes... Tu puedes hacerlo, Ashley. Eres una Vitale.—Y respiré hondo.—Recuerda que no estás sola. Estoy aquí.—Dijo apretando mi mano con fuerza. —¿Lista?—Preguntó el doctor antes de levantar aquella fina tela que cubría sus cuerpos. Y asentí. Una vez aquella tela fuera de sus cuerpos, era una dosis más de realidad. Eran sus cuerpos, destrozados y llenos de moretones. Eso no era lo que mis padres habían sido. Eran mucho más que eso. Cerré de nuevo mis ojos con fuerza y me lancé entre lágrimas sobre Mary. —Sé que es difícil señorita pero debe responder. ¿Son sus padres?—Preguntó. Y ahogada en lágrimas respondí.—Sí doctor, son ellos. Son mis padres. Amelia de Vitale y Oliver Vitale.—Y partí en llanto una vez más. —Ahora iremos a mi oficina para que llene unos documentos señorita. Disculpe que tenga que hacer todo ésto justo ahora, pero es parte del protocolo y legalmente lo necesito para poder proceder con los pasos en éste caso. Y sin más seguimos sus pasos. Siendo arrastrada por Mary, cuando ninguna de las dos tenía la fuerza suficiente para mantenerse de pie. —Tomen asiento, por favor. —Indicó el doctor señalando sus sillas. Unas vez sentadas pasó sus documentos ante nosotras. —La señorita aquí firmará unos por ser el familiar más cercano y aquí,—dijo entregando los papeles a Mary.—La señorita firmará como testigo del fallecimiento.
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