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El infierno de Dante

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Descripción

El sonido de las palabras se escuchan en el fondo, las personas hablan sin parar en la sala de mi casa, el suelo rechina por tantos pasos, ellos deciden sobre mi vida como si yo no existiera, ayer me encontraba en la sala de un hospital. La noticia que para algunos es gratificante para mi era terrorífica, estaba embarazada, no sabia si reír o llorar. La ilusión de traer un hijo al mundo no era precisamente la mía, menos cuando es producto de un acto atroz.

-Tessa debes firmar ahora.- Menciona mi madre sujetando con fuerza mi mano, quiere que ponga mi nombre en un documento.

-No quiero hacerlo.-

-¡Niña estúpida!, es la mejor opción que tenemos ¿acaso puedes criar a un niño?.- La escucho gritar mientras trata de forzar, se muy bien lo que dice el documento, al dar a luz debo entregar el bebe a la familia del padre.

-¿No entiendo por que se lo llevaran como premio? ese desgraciado abuso de mi y ahora aparece la supuesta familia a reclamarlo.-

-Que se lo lleven, mira que nos pagaran por eso.- Escuchar decir esas palabras de boca de la mujer que me dio la vida me provoca nauseas.-

-Señorita es mejor que firme, usted no podrá criarlo en cambio los Frenatti tienen los recursos, sabemos que lo que le hicieron es cruel y no tiene perdón, pero Ivan ya no esta para pagar por sus actos, en cambio le ofrecemos un pago justo y una vida digna para el bebe.- Asi arreglan todo los ricos, envían a su abogado de traje y corbata, aquellos que por su trabajo ya no tienen sentimientos alguno.-

-Firma Tessa, necesitamos ese dinero y lo sabes.-

-No.-Mencione rompiendo el documento, el sonido del papel rasgándose no se comparaba a los gritos de mi madre, había perdido un millón de dólares por mi negación.

Tome mi bolso, en el tenia una prueba de embarazo y doscientos dólares, creo que no me servirá de mucho pero si no salgo hoy jamás podre hacerlo....

El problema es que por mas que trate de esconderme no podre huir de esa familia... los Frenatti y su poder, pero sobre todo de ese hombre... Dante

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La maldad de los hombres
Autos, personas, animales, todos habitan en este mismo lugar, una mujer habla por su celular, esta furiosa por que su manicurista no fue tan prolijo como siempre, ella pide su despido. Un hombre que camina con una mujer de la mano, se prometen el cielo y la tierra, él posee argolla de matrimonio, ella no, a juzgar por la diferencia de edad quizás no sea su verdadera esposa. Bocinas a todo volumen, todos están impacientes por llegar a sus destinos, veo que todo pasa delante de mí en cámara lenta, solo soy yo la que estaba en medio de andén mirando sin mirar. Las luces de la calle me cegaba, había salido de mi casa en piloto automático, en mi mundo mágico creí que era perfecto aún con algunas penas, estaba segura que mi futuro sería diferente. Jamás imaginé que estaría sin casa y con una vida creciendo en mi vientre. -¿Qué vamos hacer ratón?- mencioné tocando mi vientre, la verdad no sabía que se estaba formando, tampoco quería ponerle un nombre, eso sería involucrarme demasiado, no estaba segura si podría tenerlo, tampoco sabía si algún día me lo arrancarían de mis brazos.- La lluvia comenzó a caer, ya no podía estar más expuesta, debía buscar refugio, en mi mente solo estaba un lugar, sé que me darían una mano. Caminé por un trayecto de una hora, con los veinte dólares compré un sándwich, su sabor no era nada bueno, no sé si el agua de la lluvia o mis lágrimas le daban un amargor, estoy segura que es lo único que comía el día de hoy, había salido corriendo de casa que ni siquiera traje mi celular, estoy segura que mi madre estaba buscándome. Me detuve ante una gran bodega con un viejo y grande cartel que decía “CarTony” este lugar había sido mi refugio desde los 10 años, el dueño del taller era mi padrino, Antonio Cruz, un mecánico excepcional, pero también mi figura paterna. Uno, dos toques a la puerta, rogaba por que estuviera, sé que su única hija estaba cerca de dar a luz y él iría a verla, en los últimos días no hacía más que hablar de eso, tendría un varón que lo llamarían Anthony. El sonido del metal ya casi oxidado se escuchó, la puerta se estaba abriendo, lentamente veía los pies de mi padrino, creo que justo en ese momento solté en llanto. -¡Tessa!- mencionó abrazándome, yo estaba completamente empapada, mi cuerpo temblaba, no estoy segura si era por el frío o el miedo que se apoderaba de mí.- -Hola padrino.- susurré -Mi niña ¿dime qué pasa?-mencionó ayudándome a entrar, tomó una toalla y me envolvió en ella.- Me llevo casi en brazos, mis pies no se movían, sentía un gran peso en ellos, mi padrino puso una silla y pidió que me sentara. -Hija dime por favor qué pasa.- mencionó encendiendo la tetera, prepararía un té para mi.- -Me ha pasado de todo.- mencioné observándolo a los ojos.- -Traeré algo de ropa seca, por favor no te muevas de la silla.- mencionó dejándome un beso en la frente.- Veía sus pasos cansados de tantos años de trabajo, una de sus rodillas habían sido a reemplazadas por metal, hace años había sufrido un accidente impidiendo que caminara con normalidad, aún así, mantenía una mirada serena y tranquilizadora. Me trajo un vestido de su hija, era blanco con flores amarillas, creo que girasoles, me quedaba algo grande, las dos éramos de cuerpos diferentes, aún así fue lo más abrigados que había sentido en años. El te estaba listo y algunos panecillos, me senté en el comedor a devorarlos, parecía que no lo había hecho en años. -Tessa sigo esperando que pasa.- preguntó sentándose a mi lado.- -Me escapé de la casa padrino.- -Eso no es nada nuevo Tessa, seguro tú madre vendrá en un par de días y te pedirá perdón, tú lo aceptarás y volverás.- mencionó El tenía razón en eso, no era la primera vez que salía corriendo de mi casa, mi madre un mujer que estaba en guerra con el destino, desquitaba su ira en su hija mayor. -Está vez es diferente, mi madre trató de vender…- -¿Vender que Tessa?- -A mi bebé.- Su taza de té cayó con fuerza sobre la mesa, solo vi cómo el líquido corría, aún el humo estaba presente, seguro fue una gran noticia. -Hija… ¿cómo es eso que estás embarazada?- -Padrino creo que es hora que te cuente que me pasó, te diré que no soy una irresponsable por no cuidarme, créeme que mi plan de vida no era ser madre a los 22 años.- mencioné dándole una mordida a mi pan.- Ciudad Halls un mes antes… -¡Mamá ya me voy!- grité bajando las escaleras, mis pequeños hermanos Aarón y Arturo veían la tele. Un par de diablos de cuatro años que llegaron alegrar mi vida.- Ellos son producto de un segundo matrimonio de mi madre Alice y Carlos, su patético esposo, un hombre que solo llegó para ser una carga, un lastre que llevamos a nuestra espalda. -Tessa la factura del seguro médico se vence mañana, debes traer el dinero.- menciona mi madre entregándome el sobre, mi pequeños hermanos sufrían de anemia, una condición que hasta el momento era tratable pero costosa.- -Estoy segura que tú eres la madre, creo que deberías pagarla.- mencioné dándole una ojeada.- -Sabes que el dinero no me alcanza, trabajo día y noche para traer comida a esta casa, no me alcanza para todo.- mencionó con frustración, a sus 46 años sentía que la vida no valía nada.- -Pon a trabajar al vago de Carlos, él se la pasa todo el día sentado en la esquina tomando con sus amigos buenos para nada.- -¡No metas a mi esposo en esto! El se lesionó en la guerra y quedó mal de su espalda, debemos ayudarlo.- -Si como no, él se aprovecha de ti y ni cuenta te das .- -¡Como sea trae el dinero! Dile a tu padrino que te haga un préstamo, luego le pagaremos.- -Claro como los diez préstamos que ya le hiciste y jamás pagaste, todos tuve que hacerlos yo.- -¡Pues ayuda! Es hora que busques un trabajo decente, no crees que estás desperdiciando tu vida en ese maldito taller, todo el mundo me dice que te ven a diario hablando con hombres y llena de grasa, deberías estar en una oficina.- -Perdóname madre no ser una de esas mujeres que llevan sastre y van a la oficina, si no recuerdas dejé mis estudios de la universidad para poder trabajar y traer dinero a casa, dime si me retiro del trabajo y vuelvo a estudiar, si eso es lo que quieres yo encantada.- -Mejor vete, mientras hablamos pierdes clientes, no olvides traer el dinero, los niños tienen terapia el lunes y el seguro debe estar pago.- mencionó tomando su bolso para subir las escaleras, el cansancio y el sueño la tenía casi doblegada, mi madre trabaja de noche en una cafetería, el lugar era 24 horas y ella escogió el turno nocturno. Sabía que de noche los niños estaban durmiendo bajo mi cuidado y ella ahora lo hacía de día, todo por que el inútil de su padre no podía hacer nada.- Salí rumbo al taller de mi padrino, mi lugar favorito, trabajaba para él desde hace algunos años, él había descubierto que era muy buena con los autos, me llamaba “Furiosa” como la mujer de la película de Mad Max, una mecánica sin igual. -Adiós belleza.- escuchaba decir, así era mi día a día, para el llegar al taller debía pasar por barrios peligrosos, todos llenos de hombres sin oficio.- -Princesa ¿cuánto por el placer de tus besos?- mencionó otro, yo solo mostré mi dedo del medio, escuché como soltaron una carcajada, sabía que día a día era igual, ellos con sus tonterías y yo ignorándolos.- Sé que hay hombres que se le lanzan a todo, siempre hambrientos de lujuria, pero era consciente que yo los motivaba de alguna manera, era la única pelirroja de la ciudad, algo extraño ver. Una mujer blanca casi como la nieve de estatura 1.70, cabello ondulado rojo como la sangre, ojos azules como el más puro cielo, labios rosas y pecas por todo el cuerpo. Dios fue generoso dándome caderas y trasero ancho, cintura pequeña, aunque se quedó corto con mis senos, eran pequeños pero creo que justos para alguien como yo. No se podía tener todo el combo ¿o si?. -¡Padrino ya estoy aquí!- mencioné llegando al taller, ya había una fila de autos esperando revisión.- -Apúrate Tessa, hay un auto esperándote.- lo escuché decir.- Me puse mis pantalones de trabajo y blusa negra, no muy larga, no muy corta, era la adecuada para el calor que hacía. Recogí mi cabello y fui por el auto que me esperaba, era un Jaguar E-Type del 61. Todo un señorazo que merece mis respetos. -Ven a mis manos.- mencioné tocando su capó, era más hermoso de lo que imaginé. Un hombre sale de él, camina hacia mí con su porte de chico malo. -Por fin llegas rojita.- mencionó retirándose sus lentes negros.- -Iván… susurré.- El tipo más petulante y orgulloso de esta ciudad estaba aquí, su familia posee la empresa más grande de autos a nivel país. Este hombre es piloto de carreras, no muy bueno debo decir pero papi y mami pagan todo.- -Princesa, quiero que arregles el golpe que le dieron atrás, debo llevarlo a una exposición.- mencioné Me dirigí hacia atrás del auto, casi lloro al ver el golpe que tenía, ¿cómo es posible que lastime un auto tan valioso como este?. -Eres un torpe, como lo golpeaste.- -Tu solo arréglalo.- -Vuelve en una semana.- -Lo necesito para mañana.- -Imposible.- respondí revisándolo -Veo que no te queda claro mis órdenes, lo quiero para mañana, si no lo haces, llevaré a la ruina este puto e insignificante taller.- -¿Por qué no te lo llevas a otro lado si somos tan pequeños?- mencioné desafiándolo, solo sentí como me tomó de mi mandíbula, el maldito no está acostumbrado a que le digan que no.- -Dije que lo hagas para mañana, no hay otra fecha.- -El golpe que le diste es grande, voy a necesitar horas de trabajo, debe ser manual y muy delicado.- -Bueno empieza ya, pagaré muy bien.- -No se trata de dinero, es tiempo.- mencioné Ivan caminaba de un lado a otro, se tocaba el cabello, estaba algo molesto. De cierta manera sabía que tenía razón, esto tomaría tiempo. -Te llevaré a la fábrica de mi familia, allí tendrás todas las herramientas para que lo arregles hoy.- -No me moveré de aquí, jamás iría con un inepto al volante, se muy bien que eso no se te da.- Estoy segura que le dolió, el muy imbecil competía en carreras y siempre chocaba, en una de esas estrelló a su hermano sacándolo de la pista, ese pobre hombre casi muere. Diría que su hermano si era un piloto, no este tonto.- -No sabes con quién te metes rojita.- mencionó tomándome del brazo, abrió la puerta del auto y me metió, sus hombres lo rodearon evitando que mi padrino pudiera hacer algo.- Solo gritó diciendo que me llevaría a la fábrica, no me pasaría nada, pero mintió… “Ese día conocí la maldad de los hombres, pero también concebí el bebé que llevó dentro, todo producto de un abuso.”

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