— ¿Dónde será que puse mi teléfono? — me pregunto en la tranquilidad de mi apartamento —. Que fastidio, siempre lo pierdo. Lo dejo tirado en cualquier parte, en fin en algún momento tendrá que aparecer…
No pierdo demasiado tiempo buscándolo, me encamino hacia mi cuarto de baño para tomar una ducha. Entro justo como me acosté anoche, como Dios me trajo al mundo. Después de todo es muy incómodo dormir con ropa, sin ella. Uno se siente mucho más libre, más tranquilo. Me introduzco en la ducha, para luego girar la llave esperando que suba el agua por las tuberías.
Cuando el agua tibia entra en contacto con la piel es tan refrescante, es como si por el desagüe se fueran todas las perturbaciones, y problemas que puedas llegar a tener. Es lo máximo. Me estiro para tomar mi jabón de baño, y mi champú para luego comenzar a pasarlo por mi cuerpo, limpiando cualquier rastro de sudor que pueda haber. Aunque siendo sincero no hay nada como eso, ya que en estas fechas hace un frio horrible acá. Lo cual no me molesta para nada.
Apago el mecanismo de la ducha, para salir de ella. Me dirijo al lavabo para luego tomar la cuchilla y la comienzo a pasar por mi rostro, retirando el vello facial en él. Me retiro la crema de afeitar con un poco de jabón y agua. Para luego hacer mis necesidades, cuando siento que todo está listo. Me encamino hacia mi habitación.
Me dirijo inmediatamente a mi armario, para tomar un cambio de ropa interior. Luego de hacerlo, me desplazo hacia el otro compartimiento, tomando un blazer n***o, acompañado de un traje gris y debajo de eso una camisa de vestir blanca. Camino hacia el espejo de cuerpo completo, me gusta lo que veo. Como toque final, me paso la mano por el cabello sacudiendo el agua que se encuentre ahí todavía. Me gusta el resultado de mi cabello luego de hacer esto así que lo dejo así. Tomo mis gafas, con eso salgo de mi habitación.
Llego hasta la isleta, de ahí tomo mis llaves; tanto de la casa como del auto. Doy un vistazo alrededor, esperando encontrar mi móvil alrededor pero lamentablemente no logro hacerlo.
— Mierda, ¿Dónde fue que lo puse? — intento recordar, pero no viene nada a mi mente —. ¿Sera que lo deje en el auto?
Con ese mismo curso de pensamiento, coloco mi mano en la manija para salir de mi apartamento. Como por arte de magia, casi que invocado u obra de Dios. Suena, sin querer dejar que se pierda la llamada camino en dirección del sonido que hace. Hasta que logro llegar al lado de la nevera.
— ¿Cómo habrá llegado aquí? — doy un vistazo alrededor tratando de hacer memoria, pero cuando veo las migas de pan alrededor. Todo viene a mi mente —. Qué bueno que estaba ese pan con queso a la parrilla — la boca se me hace agua de solo pensarlo, contesto al instante sin ver el remitente
— ¿Cariño? — una sonrisa deslumbrante surge en mis labios, al escuchar la voz más bella que he escuchado en toda mi vida —. ¿Estás ahí?
— Claro que si mama, ¿Cómo está la madre más espectacular de todo el mundo?, aparte de extrañarme claro está — le digo en tono de broma
— ¡No seas tonto!, dile eso a mis patas de gallo — me dice con saña
— Para mí siempre serás la mujer más bella de todo el mundo
— Nunca maduras — a pesar de sus palabras, capto el tono alegre y la risa que intenta ocultar
— Madre, ¿Acaso no te han dicho que las únicas que maduran son las frutas?
— Siempre tienes una respuesta para todo, ¿no es cierto? — ahora soy yo el que suelta una carcajada
— A alguien tuve que haber salido, ¿no es así?
— A tu padre de seguro, aunque lo guapo lo sacaste de mi obviamente — por el tono en que lo dice, obviamente me di cuenta que mi padre se encuentra con ella. La pelea que escucho por el auricular me lo dice todo —. Otra vez tu padre, pensando que puede ganarme una pelea. Aunque dentro de un rato me compensara el haberme llevado la contraria
— ¡Asco mama!, no necesitaba saber esa información
— No seas un niño Tristán, ¿Cómo crees que llegaste al mundo cariño?
— En mi mente, tú eres una santa virgen. Y a mí me trajo la cigüeña fin de la discusión
— Este niño… — sin verla sé que está negando refutando mis palabras en su mente —. En fin… Te llamaba, aparte de querer saber cómo está mi niño precioso es comentarte que más tarde tenemos una cena donde Charles
— ¡Oh!, está bien estaré ahí
— Pero si ni siquiera te he dicho la hora…
— Mama, es en la misma casa a la misma hora de siempre que justo es a la hora que salgo de la oficina. Lo dices como si fuera la primera vez…
— ¡Cierto!, disculpa no se en donde tengo la cabeza — me dice en tono de broma
— No te preocupes mami, nos vemos más tarde. Si me quedo hablando más contigo, se me hará tarde y sabes que no me gusta llegar tarde
— Una cosa más mi vida — sus palabras me detienen de colgar —. Por favor, no le hagas las cosas difíciles a Chloe. Te lo digo enserio cariño
— No prometo nada mamita hermosa, bueno me voy te amo y saludos a papa
— ¡Tristán! — grita, pero cuelgo de inmediato
Con una sonrisa en mi rostro, tomo rumbo hacia el subterráneo donde se encuentra mi Audi; cabe destacar que lo compre del mismo modelo que cierta rubia para molestarla. No puedo evitar jugar con ella, siento como si tuviéramos esta guerra desde que tenemos razón. En mi mente pasan recuerdos fugaces de nosotros peleando, apenas nos veíamos comenzábamos a pelear por cosas insignificantes. Pero aun así debido a algunas cosas me tuve que alejar.
Más aun al recordar como en mi adolescencia, cuando estaba sufriendo los cambios de todo adolescente. Comencé a tener pensamientos para nada sanos, sobre mi amiga de la infancia. Al mismo tiempo lo sentía como algo inmoral, después de todo desde que tengo razón de ser, hemos estado juntos, en viajes, en salidas. Hasta algo tan simple como una cena familiar. Es algo incómodo, por lo que cuando pude me fui de casa pero aun así las visitas, cenas o cualquier cosa que se les ocurriera a nuestros padres me impidió alejarme lo suficiente de ella. Es casi como una tortura.
Sin darme cuenta, iba tan perdido en el tren de los recuerdos que no me di cuenta que ya me estoy acercando a mi edificio. Respiro más tranquilo al estar pronto a llegar, no sé que como habrá pasado eso, pero ya me encuentro aquí que es lo importante. Agradezco a Dios, por haberme permitido llegar con bien, porque sinceramente iba tan perdido que pude haber causado algún accidente.
— ¿Qué estará haciendo la pequeña Chloe? — no puedo evitar preguntarme —. No dudo que este maldiciéndome en estos momentos — una risa surge en mis labios al pensar en su cara roja de molestia
Me bajo para luego subir a mi oficina, en el camino hacia ella saludo a todos alrededor. Es lo que todo jefe debe de hacer, después de todo que es un capitán sin una buena tripulación. Sencillo; pierden su rumbo lo que causa que se encuentren con una desgracia. Al notar muchas miradas, específicamente del sector femenino no puedo evitar pensar que hice una buena elección con mi ropa. Eso me hace sentir más seguro de mí mismo; más de lo normal.
Llego hasta el elevador, y luego a mi piso sin mucha demora. En el mío, solo hay un pasillo que lleva directo hacia mi oficina, en el frente se encuentra mi secretaria; es una morena hermosa. Pero si hay algo que tengo claro, es no involucrarme con mis empleados, eso nunca termina bien. No impido que entre ellos haya algún tipo de relación, pero por mi parte eso equivale como a una especie de Tabú, uno que me autoimpuse.
— Buen día Amanda, ¿Cómo estás? — la saludo al llegar a su lado
— Muy bien Tristán, ¿Y usted como ha estado?
— Excelente como siempre — le digo con sinceridad, lo que le genera mucha risa a ella
— ¿Usted nunca cambia verdad?
— ¿Para qué hacerlo cariño?, además nos vimos el día anterior. A partir de eso no ha ocurrido nada — le comento
— Qué bueno, la señorita Blackwell llamo, me comento que le dijera que no se olvidara de una reunión, pero que ya había hablado con usted
— Sí, no te preocupes. Estoy pendiente de eso, ¿No hay nada para hoy verdad?
— No señor
— ¡Muchas gracias!
Entro en mi oficina después de esa corta conversación, camino hacia mi escritorio para comenzar a trabajar. Enciendo el monitor, para desplazarme hacia mis correos. Cuando estoy a segundos de comenzar a responderlos escucho mi teléfono sonar; lo cual me avisa de la llegada de una llamada. Observo extrañado la llamada para luego contestar.
— Qué raro, no tengo este número registrado — dudo un poco, pero me llevo el móvil al oído
En mi rostro pasan varias emociones al reconocer la voz a través del auricular. Pero la principal es consternación seguida de una risa que como puedo contengo lo más que puedo, aunque cabe destacar que me cuesta mucho hacerlo. Cuando cuelga, no puedo evitar soltar una sonora carcajada.
— Fue mucho más rápido de lo que esperaba, creo que realmente en serio no me quiere allá… — fuera de molestarme, me incita más a ir