— ¿Quién se está creyendo este imbécil? — me pregunto aireada en mi mente —. Solo porque seamos conocidos, no quiere decir que puede decir lo que le venga en gana. Se está aprovechando de su buena relación con mis padres solo eso
Me giro en mi lugar para encaminarme hacia el comedor, me siento en mi lugar. A pesar que siempre hemos sido cuatro; mis padres, mi hermano y yo. Al momento de tener una cena familiar, siempre incluyen a la familia de Tristán, debido a la buena relación entre ellos después de todo son mejores amigos. Con el pasar de los años he podido darme cuenta de lo buena que es su relación, así como algo tan tonto, como una simple gripe. Ellos venían a verme sin dudarlo, lo más bonito es que no se sentía falso, sino todo lo contrario. Uno cuando es pequeño es muy sensible a algunas cosas que no entendemos, pero a medida que crecemos aprender analizar lo bueno de lo malo, y ellos nunca me dieron esa mala vibra.
No sé por qué especie de tribulación habrán de haber pasado para fortalecer su amistad, pero han de haber sido cosas duras. Soy ajena a ese tipo de situaciones, pero intuyo que tuvieron que haber sido cosas difíciles, porque el nivel de cariño y aprecio que hay entre ellos no es algo que se acostumbre a ver en otras personas. Hasta el punto, de ver a los hijos del otro, como suyos.
No tardan mucho en llegar, vienen entre risas. Me intriga el porqué de su alegría, pensaba preguntarles pero al verlo llegar con mi madre abrazada, algo se revuelve en mi interior. No soy una persona celosa en lo que respecta a una relación, pero con mis padres es muy diferente. No me gusta que él sea muy unido a ellos, estoy segundos de levantarme para separarlos. Pero antes de que pueda hacerlo, se separan para colocarse en sus respectivos asientos.
No es hasta que se sientan que soy consciente de algo que había olvidado por completo, y eso es que al imbécil le toca sentarse frente a mí. Ahora tendré que ver su horrible cara toda la cena. Aunque de horrible no tiene nada…
— ¿Qué ocurre conmigo?, es el mismo tonto de siempre, lo será para toda la vida sin excepción — eso me digo, pero al recordar lo bien que ciñe su traje a su cuerpo, me hace desvariar —. Ahora sí que me estoy volviendo loca
Agito mi cabeza lo más discretamente posible, con el objetivo de intentar despejar mi mente de tales pensamientos. Pero se me hace imposible, menos aun cuando me dirige su sonrisa, esa que es digna de un comercial de pasta dental. Otros no se darán cuenta, pero yo si veo la burla en su sonrisa. Eso me enerva. Cualquier pensamiento loco que viene a mi mente, fue eliminado por el simple hecho de ese gesto de, el hacia mí.
— ¿Qué paso pequeña? — me pregunta en tono de burla —. ¿Por casualidad hay algo que desees compartir con nosotros?
— Cállate imbécil, no tengo nada que compartir contigo — le ataco sin miramientos
— No me digas que el novio te dejo… — siento que algo no cuadra, pero no lo pienso demasiado
— ¿De qué hablas tono?, muy bien sabes que no tengo pareja — de su boca; la cual me quedo viendo un rato sale una risa de burla en mi contra de nuevo —. Aunque estoy pensando mucho en alguien últimamente
— Qué bueno…
Pasa algo raro, percibo algo que no me explico, algo en su mirada pero no me da tiempo de comprender que es, porque así como llega se va. Realmente no sé porque dije eso, antes siquiera de que pueda analizarlo completamente. Ya salió de mi boca, eso es lo malo de que yo diga lo que sea que se me venga a la mente, solo agradezco que mis padres no nos hayan escuchado porque si no lloverán preguntas, y sinceramente no me gusta mentir. Odio hacerlo. Doy un leve vistazo alrededor disimuladamente, detallando si ellos escucharon. Cuando sé que no fue así, respiro mucho más tranquila.
Bajo mi mirada al plato, al instante que lo hago una sonrisa surge en mis labios sin poder evitarlo. Debido a que ahí se encuentra mi comida favorita; lasaña. Si me pudieran encerrar en una habitación y lo único que hay para comer es esto, no tendría ningún problema, me quedaría hay años. Mis manos se ponen inquieta con el deseo incontrolable, de tomar los cubiertos para comenzar a comer. Me cuesta hacerlo. Cuando estoy perdiendo la batalla, escucho una voz que me hace despertar de mi fantasía.
— Ni te ocurra Chloe Nodstorm, sabes que tenemos que dar gracias — le disparo mi sonrisa, esa que le hace cambiar de opinión siempre. Desgraciadamente no funciona, estoy perdiendo el encanto definitivamente
— Está bien papa…
Decido ignorar completamente al tonto al frente a mío, ya que sin verlo se exactamente qué tipo de reacción tiene. Comenzamos a agradecerle a Dios por el plato en nuestras mesas, por lo que tiene y por los que no lo hacen. No nos categorizamos como personas que siguen alguna religión, no nos podemos vincular con los cristiano o los católicos, pero sabemos que hay un Dios que todo lo ve, y creemos con seguridad en su amor hacia nosotros. Es algo que mi padre inculco en cada uno, por eso mismo le agradecemos cada día por lo que tenemos, y le damos gracias.
— ¡Listo!, coman. Que tengan buen provecho y espero que sea de su agrado — comenta mi mama esta vez. Pero antes de que pueda terminar, me zambullo en mi plato llevando un bocado sin demora a mi boca
Mastico lentamente cada bocado, percibiendo a través de una uno de ellos el sabor de la crema bechamel, y la carne en conjunto con el queso y el jamón. Tomo una rodaja de pan en la mesa, para pasarla lentamente por el plato, para llevar el sabroso sabor de la salsa a mi boca. No puedo evitar gemir de lo exquisito que se encuentra todo.
— Chloe no es que quiera incomodarte, pero… ¿No puedes comer como las personas normales?, es decir modales y esas cosas — ni siquiera puedo ser feliz comiendo lo que me gusta, lo que me molesta en sí. Es que haya interrumpido mi momento especial; entre mi comida y yo.
— ¿Qué te molesta en lo que hago imbécil?, déjame tranquila y metete en tus asuntos — le respondo molesta porque me interrumpió
— Como buen amigo, solo te comento que te calmes un poco. No es como si alguien te fuera a quitar la comida
— Cállate tonto…
Decido ignorarlo el resto de la cena, después de repetir específicamente tres veces más. Me siento satisfecha, eso me hace sonreír. Hasta me alegro de haber venido, si el haberlo soportado gran parte el día de hoy. Tiene esta recompensa, no me molesta hacerlo el resto de mis días. Tomo una servilleta, para limpiar mi boca llena de grasa.
— Estaba muy rica la comida, muchas gracias mami — la halago con una sonrisa —. De haber sabido, hubiera venido mucho antes
— Esta hija mía… — niega con una sonrisa en su rostro —. ¿Sera que hice algo malo Charles?, o es que acaso mi hija me quiere solo por intereses — voltea a ver mi padre, pero cuando lo ve no puede evitarlo y comienza a reírse
— Cariño, así son los hijos. Después de un tiempo, buscan son los beneficios — comenta, después de haberse calmado
— ¡Oye!, no hablen como si no estuviera aquí — les digo a los dos, pero me ignoran
— Estuvo muy rico todo tía, espero poder venir pronto a probar de nuevo sus ricos platillos
— Cuando quieras mi niño, solo debes de pedirlo y eso hare
Me muestro completamente indignada por el tono dulce con que lo dice, completamente diferente para conmigo porque a diferencia de Tristán, ella burló de mí. Con respecto a él, lo trato de la mejor manera. Hasta parece que el hijo es el, no yo. Que indignación tan grande.
— En estos momentos, es que uno se da cuenta de quién es quién — comento en la mesa sin guardarme nada
— No te preocupes mi vida, nos tienes a nosotros. Es más quisiéramos haber tenido una niña tan hermosa como tú, en vez de este mal agradecido — termina por decir mi tía Karla, a la vez que se pasa una servilleta para limpiar sus lágrimas imaginarias de indignación
Me levanto de mi asiento, para correr hacia los brazos de mi tía. Ella siempre me defiende cuando se burlan de mí, casi parece ella mi verdadera madre. Que indignante. Ella corresponde al instante mi abrazo, eso me hace sonreír.
— ¡Oye! ¿Qué te ocurre?, esa es mi madre. Aparta tus manos de ella — exclama Tristán, pero no hago más que sacarle la lengua como cuando era niña
Entre burlas y sonrisas. Aparte de que el imbécil me trato de poner en ridículo más de una vez, pero cuando hacia eso corría a los brazos de su madre y en otras ocasiones a los de su padre. Me di cuenta que era su manera de pararlo, más aun cuando ellos lo amenazaban al decirle que si no me dejaba en paz tendrían esa conversación de la que no tengo conocimiento, aunque por su reacción sé que le desagrada en gran manera.
Así culmina nuestra noche, cabe destacar que hace mucho tiempo que no disfrutaba una de estas cenas familiares. Creo que tiene que ver más con el caso, que Sebastián no se encuentra aquí, por lo que no pudo hacer equipo con mi supuesto amigo de la infancia.
— Mami, papi lo siento mucho pero se está haciendo tarde. Y me tengo que ir — les digo después de pensarlo demasiado, ya que no me quiero ir. Eso me preocupa, porque las veces anteriores después de comer siempre inventaba algo para irme —. Tengo mucho que hacer mañana
— Tranquila mi niña nosotros entendemos, no tienes que darnos explicaciones. Después de todo cuando uno llega a cierta edad, los niños les deja de gustar pasar tiempo con sus padres — dramatiza mi madre; no puedo evitar torcer los ojos por sus exageradas palabras
— Si mama lo que tú digas, — ignoro lo que dice para luego depositar un beso en la mejilla de cada uno seguido de un abrazo
— Yo también me tengo que ir — comenta el tono, pero no queriendo estar más aquí. Me despido rápidamente de mis tíos para salir lo más rápido posible
Mi misión fracasa, cuando siento unos pasos viniendo detrás de mí. Intento adelantarme, pero no sirve de nada, debido a que sus pisadas son más amplias que las mías. Eso me pone mal, lo de antes fue una estratagema para irme antes, pero él lo descubrió. Ahora aprovechara tenerme a solas. Sin importarme nada, salgo hacia la calle para dirigirme a mi auto y sin mirar atrás arranco sin pensarlo ni un segundo.
— Dos veces en un día, hoy definitivamente fue el mejor día de toda mi vida si señor — con ese pensamiento me dirijo hacia mi apartamento con una sonrisa imborrable en mi rostro.