La mañana estuvo agitada, llegaron pacientes de todo tipo, un hueso roto, una cortada, un pre infarto, algunas enfermedades progresivas y por último un accidente de coche, era algo grande o así lo parecía, todos corrían como locos de un lado a otro, no había visto tanto personal en el área pero ahora parecía como si todo el hospital estuviera allí ahora mismo. Los pacientes heridos comenzaron a bajar de las ambulancias, me acerqué al resto del equipo médico
-Paciente Diamante, viajaba en su bicicleta, efecto secundario del coche que impactó, traumatismo en cabeza, brazo y ambas piernas, ha perdido mucha sangre- exclamó el urgenciólogo
-Rápido, habitación privada, una transfusión-dijo la Doctora Megan, jefa de área
-Vaya al banco de sangre y coja 2 unidades B negativo doctora Meredith- ordenó
Corrí por los pasillos, tomé las unidades y me dirigí hacia la habitación, vi como había otras personas heridas y eran atendidas en el área, quién era ese tipo que de inmediato fue puesto en una habitación privada, cuando atravesé también vi como bajaban una bicicleta literalmente hecha nudo, me sorprendí cuando noté que era la misma bicicleta que había hecho que el café quemara mi mano, cómo olvidarla si aún me ardía
-Un maldito chico mimado-pensé
Siempre he estado en contra de las injusticias en cuanto a salud por haber dinero de por medio, puesto que muchos por no llevar un buen apellido o tener cuentas bancarias muy suculentas tienen que privarse de salud, esperar por largas horas o simplemente morir; mi ideal era ser fundadora de una institución médica de calidad con acceso a todos y bajo la equidad que debería tener todo hospital, esta situación era como un gancho al hígado para mí.
Cuando llegué con la sangre el paciente ya había pasado a quirófano, tenían que hacerle cirugía a sus piernas que fueron las más afectadas, fui hasta allí y de inmediato coloqué la sangre, hice lo que los colegas me indicaron y al fin pude ver el rostro del chico mimado que me atacó en la cafetería; su piel era tan blanca como la mía, pero yo parecía más bronceada que él, era muy alto, fornido, muy fornido, tenía un lunar extraño en su tórax, parecía tener la forma de un anillo de gran piedra, cabello cobrizo y unas lindas pestañas del mismo tono, realmente era un muñeco salido de la juguetería, nada mal para un zopenco dije entre mí.
La cirugía terminó y el paciente fue enviado a recuperación, miré el reloj y me había excedido, los profesores aprovecharon el incidente y nos hicieron presenciar para ir adquiriendo experiencia, raramente cuando comenzó la cirugía no permitieron a nadie tener contacto directo con el rostro del paciente. Moría de hambre, solo tenía medio café y un bizcocho desde la mañana y casi eran las ocho de la noche.
-¿Qué tal algo rico de cenar?-preguntó Stacy
-Por supuesto-dije alegre
-Conozco un bonito restaurante de comida casera-presumió
-Pues en marcha que podría comerme una vaca entera en estos momentos-bromeé
Ambas reímos, cenamos deliciosamente, creo era tanta el hambre que de haberme servido la más simple comida me habría sabido a gloria.
Platicamos acerca de lo sucedido en el hospital, Stacy a diferencia de mí era nativa de ese país, por lo tanto conocía mucho más que yo sus modos operandus, las costumbres, eventos y demás de los cuales me habló resumidamente
. Nos despedimos y caminé hasta mi casa, necesitaba un largo baño y un confortante sueño.
Al día siguiente seguí la misma rutina, esta vez comí en casa las sobras de la cena que tuve con stacy, peiné mi cabello en un chongo recogido y me fui al trabajo. Hice mi recorrido como estaba estipulado visitando a los pacientes internos, pasé de paciente en paciente, hasta llegar al área privada donde solo había una habitación0 ocupada, la del mimado, ahora estaba custodiada por dos hombres de n***o, con lentes, todos unos matones como en las películas.
Les mostré mi identificación y entré allí, Stacy estaba por salir de la habitación nos encontramos en el recibidor
-El paciente está dormido-dijo casi queriendo impedir que continuara
-Menos mal, ese antipático ayer hizo que quemara mi mano con el café, por algo le arrollaron, manejaba esa bicicleta de forma irresponsable, si estuviera despierto definitivamente se lo haría ver- renegué- le haré la toma de signos y me iré rápido.
-Como quieras-musitó Stacy levantado sus hombros- no lo asesines por favor que entonces serías villana nacional-río
No entendí mucho sus palabras, continué, moví levente la cortinilla que separaba la habitación del recibidor para pasar, unos destellantes ojos verdes me veían con curiosidad y desdén
-Buenos días, señor… Carminton -dije mirando su hoja de ingreso, de algún lado me sonaba ese apellido, pero no pude relacionarlo, es más no conocía a nadie en ese país, era ridículo.
-Creí que los antipáticos no merecían los buenos días-contestó irónicamente
Decidí guardar silencio, procedí a tomar los signos vitales, no tenía pensado arruinar mi inicio de día con un paciente altanero, me acerqué a los monitores y comencé a anotar
-Te estoy hablando doctora de pacotilla-apretó fuertemente mi brazo mientras hablaba- sabes que si quisiera nunca más trabajarías aquí
-Suélteme, no quisiera lastimarle, su operación es delicada- exclamé
El quisó jalarme más cerca pero un fuerte dolor lo hizo gritar
Oh por Dios-emané sorprendida- ¿Se encuentra bien? ¿Dónde le duele?
-Lárguese-gritó
Tras sus gritos entraron de inmediato sus guaruras y me sacaron casi a rastras en un abrir y cerrar de ojos, sin poder siquiera gesticular palabra. Detrás de ellos entró mi jefa y varios especialistas.
¿Quién demonios se cree para tener a todo el hospital a su disposición y encima correrme de tal manera cuando sólo hacía mi trabajo, definitivamente es un idiota.