Una sopa mágica

619 Palabras
Me levanté del sillón, coloqué el libro en la mesita de noche, me acerqué a acomodar sus almohadas porque su posición se veía incómoda, inyecté el antibiótico y el medicamento para el dolor que era de muchos miligramos pues su dolor sería inmenso si no permanecía con ellos, después de un tiempo lo vi intentar moverse y quejarse, me acerqué rápidamente para ayudarle a incorporarse, ajusté la cama para que estuviera un poco más sentado, debía de estar entumido -¿Se siente bien?-pregunté- ¿Necesita algo? -¿Acaso me veo bien?-gritó enojado- Necesito que deje de preguntar estupideces, eso necesito. Me acerqué más a él y le miré lo más feo posible, era como un chiquillo haciendo una rabieta -Usted será muy director o monarca de este país pero aquí en esta habitación somos doctor y paciente ¿Entendido? Así que ayúdeme y levante sus brazos porque voy a retirar su bata- ordené. Su cara cambio de rojo a morado, no sé si por vergüenza o enojo, retiré la bata dejándolo sólo en bóxer, su cuerpo definitivamente estaba bien ejercitado, podía comprender su impotencia al estar tendido así en una cama, para mí como médico era normal ver cuerpos desnudos diariamente y él no sería la excepción. -Iré por un poco de agua tibia, jabón y unas toallas-dije- De inmediato volví, remojé la toalla en el agua, la enrollé un poco y haciendo pequeños círculos masajeé su cuerpo, coloqué un poco de jabón líquido para también ayudarle a higienizarse pues no podía tomar una ducha, este trabajo normalmente lo hacen las enfermeras pero al ver que estaba incómodo un masaje y baño en seco lo ayudaría a sentirse mejor, masajeé sus pies, sus piernas suavemente, sus brazos y espalda, por ultimo me acerqué a su cuello y hombros, él permaneció callado podía ver en su rostro el alivio que sentía, hasta parecía menos amargado de lo normal, lo incorporé otro poco sosteniéndole con mi cuerpo para poder masajear su cuello, como si estuviera cargando un bebé sobre mi hombro, sentí como por un momento se dejó caer sobre él como si estuviera muy relajado -Cocíneme un poco de esa sopa mágica-me susurró en la cercanía de mi oído. Sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo, su voz sonó tan dulce que sentí que cautivo mi corazón. Lo coloqué nuevamente en la cama y sin mirarlo me llevé todo al cuarto de baño, después salí de la habitación sin decir palabra alguna. Mi turno ya había terminado, mi relevo ya estaba allí, pude haberme ido y echar en saco roto sus peticiones pero no pude, era como un niño que suplicaba ayuda y al mismo tiempo se negaba a recibirla, testarudo. Me acerqué a la cocina, era enorme, había de todos los utensilios que siempre soñé tener en casa, el espacio para cocinar era hermoso, mármol puro, un refrigerador del tamaño de una pared, realmente estaba impresionada. Me acerqué a una de las cocineras -Su majestad desea que cocine para él, ¿podría ayudarme a conseguir algunos ingredientes? La mujer me miró extrañada -Eso es imposible, el príncipe solo come lo que prepara su chef personal, es muy especial cuando de comida se trata. -Puede subir y decirle que duda de mi palabra-solté sería La mujer dudó por un momento y decidió ayudarme, al cabo de media hora la sopa estaba hecha pero ya era muy noche para ofrecerle alimentos. Decidí guardarla en un contenedor y le pedí el favor a la empleada de que se la sirvieran en el desayuno, no estaría presente por lo cual ella sería la encargada. Salí del palacio muerta de cansancio ahora le estaba regalando mi tiempo por voluntad propia a ese tirano.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR