Capítulo 13

1720 Palabras
Capítulo Trece. Harry El soldado pequeño. Devuelta a la base militar, somos recibidos por el capitán, la mirada que nos dirige provoca un silencio sordo, posiciones rectas y la cabeza apuntando hacia delante, sin mirar el rostro de Daven. Me siento algo incómodo dentro del camuflado, los demás están quietos y expectante a las siguientes palabras del capitán. Todos sabemos lo que sucederá en la siguiente semana, el entrenamiento infernal de los novatos esta por terminar y los soldados de las fuerzas especiales que llevan más tiempo en operativos, deben darle un entrenamiento. Medir sus habilidades. Si alguno de los presentes le da una mala calificación, esto lo dejará totalmente fuera de las fuerzas especiales, sin la posibilidad de volver a pisar el comando. Jeick es justo y solo dice lo que ve. Pero Diana, es mala; si alguno de los novatos le falta el respeto, ella le demostrará quien tiene el poder. Nunca se debe subestimar a Diana, ella es como una bomba, tiene un reloj el cual te avisa cuando explotara, es tu decisión si quieres quedarte cerca de la explosión cuando detone. Neft es el centro entre Jeick y Diana, este mide a los soldados dependiendo de su fuerza y capacidades mentales bajo presión. Los expone a situaciones pesadas y trata de romperlos. No sé cómo trabajan los otros escuadrones, pero el 0-57 es uno de los peores, por no decir que se lleva la corona. —Atencion soldados, la última semana de prueba ha comenzado. Es su deber examinar a los nuevos reclutas y ver si son aptos para pertenecer a las fuerzas especiales. No los quiebren, al punto que no puedan arreglarse—murmura mirando fijamente a Diana, esta se mantiene firme y no revela ninguna emoción. No protesta o trata de pasar la culpa, esta metida en el camuflado en su posición. —A esta semana se le conoce como la infernal, los novatos aprenderán lo que son los soldados de fuerzas especiales; serán sometidos a diversas torturas y deben pasarlas intactos. El pensamiento claro y con la intención de seguir adelante. Deja de hablar y nos mira una vez más, esperando algo. — ¿Entendido? —Sí, señor—exclamamos al mismo tiempo, Daven asiente y parece contento con nuestra sincronización y estado. Aún recuerdo los meses de entrenamiento y la última semana, estar bajo la tutela del capitán Daven, en ese tiempo teniente fue horrible. Lloraba por las noches y muchas veces pensé en rendirme huir de este lugar y quedarme en los hospitales militares. Mi lugar seguro. No obstante, mis compañeros me mantuvieron en pie. Aunque fueron duros y me golpearon un par de veces para que reaccionara. Ahora se los puedo agradecer, en ese tiempo no; solo deseaba sus muertes. —Pueden irse, tienen unas horas libres. Nos vemos en la tarde, escuadrón 0-57. Marchen. Diana se mantiene a mi lado, Neft al ver una mujer rubia pasar por nuestro lado fue detrás de ella y Jeick desapareció siguiendo los pasos del capitán. Solo somos nosotros dos recorriendo la base, escuchando cantar a los soldados a todo pulmón. Algunos corren y otros trotan detrás de un carro, siguiendo las instrucciones de su mayor. "En las mañanas, en las tardes y en las noches, lucharé, hasta el cansancio, hasta que veo el final de mi enemigo, hasta que ganemos, seguiremos adelante" Repiten sin cesar, aunque la garganta les duela o se rompa en el proceso, no dejaran de cantar, hasta recibir la orden. Esa es la obediencia que se espera de la fuerza especial. Una confianza irrompible. El entrenamiento se graba en lo profundo de nuestro ser, que pensamos como uno solo, y cuando algún comando sale de la boca de los superiores, no es juzgado, ni criticado. Solo lo seguimos. —No extraño gritan por horas, tampoco las miradas curiosas—murmura Diana sin observar a nadie concretamente. S atencion esta puesta en el área de tiro, vigilando a los soldados con armas de larga distancia. Entre todos los hombres grandes, robustos y salvajes; resalta uno. Pequeño y delgado, casi como un niño; camina firmemente hacia la posición de disparo. Los demás murmuran burlas hacia el pequeño soldado, él sujeta fuertemente su arma y dispara consecutivamente; los murmullos se detienen, dejando una exclamación en el aire. Cuando todos los tiros dan en el mismo lugar, en el blanco. —Eso es tener una puntería de infarto—exclamo sorprendido—ya tienes competencia Dith. No esperaba que aquel hombre pequeño tuviera tanta habilidad con un rifle. Su cuerpo pequeño y menudo, me recuerda a alguien frágil que se debe proteger, sin embargo, el soldado ha demostrado tener la destreza suficiente para ser un reto y sobre todo para Diana. Los francotiradores son personas extrañas. —No juegues—susurra esta anonadada. —No, no tengo, soy la mejor francotiradora de las fuerzas especiales—jala el cuello del uniforme, con superioridad, queriendo dejar en claro su punto. Pero hay esta aquella duda que ha experimentado, no quiere admitirlo. Hay potencial en el pequeño soldado. —Como se te sube ese ego—me burlo de ella. Las mejillas están enrojecidas y mantiene la mirada fija en el soldado, el cual coloca el seguro del rifle y se aleja del lugar de disparo, dándole paso al siguiente—lástima que sea tan pequeño y se vea débil—asiente—pero las cosas no siempre son como parecen, mírate a ti. —Idiota—masculla—pero, estoy de acuerdo contigo, puede que él sea una sorpresa. Una muy interesante. — ¿Él? —asiente—no sería ella, ya sabes, se ve pequeña—pregunto con curiosidad. No me entra en la cabeza que sea hombre. Nada en su cuerpo dice tal cosa. —Mira bien Harry, por eso es que siempre se te escapan cosas en las misiones Diana nunca dejaría pasar la oportunidad para burlarse, entiendo lo que desencadena aquella actitud en ella. Todos tenemos métodos para librar con el estrés y las esperanzas, aunque parezca fuerte y segura; Diana tiene miedo. Sea rompido con cada paso del día, llegara un punto donde las bromas no serán suficiente y necesite canalizar los traumas de otra manera. El trauma nunca se va, sigue apareciendo cuando estamos en el momento más vulnerable y por las noches cuando la consciencia está mañana. Ahí esta recordándolo. El soldado se gira dejándonos ver a detalle su cara; cabello corto, n***o, como el carbón; piel blanca, demasiado blanca y ojos azules grandes; sus rasgos son andrógenos, ni mujer ni hombre, pero la constitución de su cuerpo lo define completamente, aunque sea delgado. —Tienes razón, es un hombre muy lindo—farfullo, casi con burla y envidia. Tapa su boca tratando de detener las carcajadas. —No te sientas mal Harry, puede que sea más lindo que tú, pero también pasas—alza los pulgares hacia arriba y me da una de sus sonrisas libre de maldad y locura. —Donde, no sé, pero lo haces—sin embargo, Diana no puede dejar las cosas con dulzura. —Gracias por esa consideración querida, Diana—palmeo su hombro. —Mierda, llamaste la atención del soldado, vamos de acá—miro hacia el área de tiro encontrándome con la mirada azulada del soldado, nos observa con intriga a los dos. Salimos corriendo sin mirar atrás. Al ver la hora, Diana se asusta y agiliza el paso, su boca se abre, pero no puede soltar palabra. Cuando escucho el tiempo faltante, la sangre es bombeada aún más rápida en el cuerpo y un pitido agudo se escucha en los oídos. Lo suficiente estimulante, para sujetar la muñeca de mi compañera y correr como endemoniado hacia el lugar donde nos encontraríamos. Nunca imaginé que había pasado tanto tiempo desde que estábamos observando al pequeño tirador en el área de entrenamiento. —Llegamos cinco minutos tarde—habla Diana, agitada. Intentando recomponerse. Jeick golpea el suelo con la punta de la bota café, aquellos ojos están ligeramente entrecerrados y los labios fruncidos con molestia. Hay ciertas señales que apunta hacia Jeick tomando la posición del capitán, y Daven abandonándonos. Esta bien que el capitán quiera seguir adelante en su vida, pasar página; lo respeto y me alegro de que sea feliz, ha perdido mucho en sus años de servicio; pero me duele dejarlo ir. Ha sido un apoyo en estos años y es un cambio significativo, pero Jeick lo hará bien. No habrá mejor líder que él. Alza una mano, haciendo un gesto con dos dedos. Apuntando hacia el costado, del lado izquierdo, justo donde esta la carótida. Estamos jodidos, aún más, cuando el capitán no se gira hacia nosotros; solo nos ignora y comienza la presentación para los novatos. Es malo, muy malo. —Llegan ocho minutos tarde—murmura Jeick, entre diente. La mirada fija y la expresión libre. —Cadetes, ellos son el escuadrón 0-57 de fuerzas especiales—nos colocamos firme y saludamos—van a realizar pruebas en conjunto a los miembros del escuadrón, para que obtenga experiencia de sus mayores, ¿entendido? —grita lo último. —Sí, señor—exclaman los cadetes, golpeando el piso fuertemente con el pie derecho. El jefe se gira hacia nosotros, dirigiéndonos una mirada fuerte y un regaño silencioso, nos escanea; comprobando el uniforme y nuestras posiciones, siempre tenemos que estar lo más impecables posible. Ya sabes, no puedes ir a la guerra luciendo mal, no hay que rechinar en el ambiente, irónico. —Señor, si señor—saludamos de nuevo, subimos y bajamos la mano derecha; llevando ambas hacia la espalda. —Espero que tengan una buena razón para la demora—señala a los seis soldados—Harry y Jeick, cojan cada uno tres soldados—señala un rubio, alto, de ojos claros y grueso; destaca entre los demás cadetes—él podría ser el que se uniera al equipo, quiero que lo evalúen subjetivamente—asentimos y caminan hacia el grupo de soldados, Jeick escoge en esta prueba al rubio—señores serán evaluados por ellos por el subteniente Harry y el teniente Jeick; divididos en grupos de a tres, tienen que trabajar en conjunto desarrollando lo mejor posible la siguiente prueba—ordena el capitán abriéndonos paso. Dejando todo en nuestras manos.
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