Capítulo 16

1305 Palabras
Capítulo Dieciséis. Diana Paolo. El entrenamiento con los novatos ha terminado; solo quedan dos días. El capitán nos ha mandado a citarnos a altas horas de la madrugada, uniformados y dispuestos a hablar sobre la misión que mencionó al principio de la semana de pruebas. Nos ha retenido en la base durante los días de prueba; hemos anotado los avances de los novatos y quién podría ser incluido sin problema al grupo. Por ahora, no he escogido a nadie y el tiempo se agota. —Solo irán Diana, Harry y Neft; Jeick se quedará vigilando a los novatos. El objetivo es Paolo Casanare, revisen el expediente, tienen un minuto. El capitán sale y nos deja en la cabaña con el expediente de Casanare. Harry es el primero en agarrarlo y leerlo por encima. Solo datos que él entendería. Jeick es el siguiente; recalca algunos hechos y nos da un breve perfil. Neft es el último en tomar el expediente, solo mira la página con los crímenes o demandas antes de cerrarlo. Nos hemos dado cuenta de quién es nuestro objetivo; no es un político. Al menos, no uno corriente. —Paolo no quiere morir —se burla Neft, rompiendo la tensión. —Paolo quiere un poco de vino antes —sigo el juego. —Paolo no tiene nada que ver en esto —dice Harry, tocando el pecho de Neft. —Paolo es inocente —exclama exageradamente Neft en un chillido, el mismo que hacen los objetivos al rogar por su vida. —Paolo nunca hizo nada malo —habla Jeick. Todos se quedan en silencio observándolo y después estallan en carcajadas. —Paolo es un alto funcionario del gobierno, luchando por la “seguridad” del pueblo italiano —interrumpe el jefe—. Uno de los aliados del cuartel de Sinaloa; fue el segundo líder de la mafia italiana, ahora su hijo es el sucesor —el jefe desliza cuatro carpetas—. Creemos que la mafia siciliana es una de las que está sintetizando la droga que encontraron. Si no son ellos, nos queda en segundo lugar la yakuza japonesa. —¿Acaso existen otros yakuza que no sean los japoneses? —pregunta Neft. Diana le pega en la cabeza con la carpeta y le hace señas al jefe para que continúe. —Como decía, nuestra próxima misión es encontrar la fuente que la fabrica. Esta es una misión de alta seguridad —gira la cabeza hacia donde está la pequeña cámara—. Como ya saben, hay muchas más cosas en juego. Diana, consigan todo lo que puedan y no hagan ninguna locura —mira el reloj de su muñeca; unos pasos se detienen en la puerta. Un agente rubio, con traje de salir y gafas de sol, entra. —Escuadrón 0-57, un gusto conocerlos y contar con ustedes en esta misión —abre su chaqueta revelando el logo de la CIA—. La CIA está contenta de trabajar con ustedes. En una misión tan riesgosa y delicada, no puede haber fallos ni filtraciones; si no, será un alto costo que tendrán que pagar —nada bueno viniendo de la CIA—. Esta misión clasifica como de alta seguridad. No pueden saber nada más de lo necesario para resolver la misión —señala las carpetas—. Lo mejor es que no pregunten nada; todo lo que necesitan está en las carpetas. Abre la puerta y se va, sin decir ningún detalle más. El jefe lo mira con irritación antes de que sus pasos dejen de escucharse. Nos hace callar. —Ahora no —todos asentimos y salimos de la habitación. —¿Por qué la CIA está detrás de esto? ¿Acaso la hemos cabreado como Diana? —pregunta Harry. —Eso fue un accidente —exclamé indignada—. Nada bueno viene con la CIA, eso ya lo tengo comprobado. Nada limpio hacen por su mérito. ¿Qué está pasando, jefe? —Cuando se llevaron a Diana fue una semana completa, teniéndola en el frente contra una organización clandestina fuertemente armada. Dudo que ahora sea solo una semana por la magnitud de los hechos —murmura Neft. No hay nada bueno cuando la CIA mete sus narices. Solo problemas, y siempre somos los perjudicados en esas uniones. Ninguno está de acuerdo en seguir las órdenes del pomposo agente de la CIA, pero el capitán ha dado una orden y la seguiremos al pie de la letra. 8 horas. —Formación 7. Diana, toma la delantera, despeja el perímetro. —Perímetro despejado. Pueden avanzar, no hay nadie a la vista. —¡Muévanse! —grita el jefe. Observo cómo se asoma una cabeza a lo lejos, ajusto el ángulo del fusil, regulo la respiración. —Uno —disparo—. Tres personas a la derecha, a las 4 en punto —disparo a dos que están más lejos. —Al suelo, abran fuego. Neft y Harry corren tirándose al suelo, abriendo fuego. Observo cómo los cuerpos caen en menos de dos minutos; entre el jefe y JK avanzan cuidándose las espaldas. —Diana, dirígete hacia la siguiente montaña —echo el arma hacia atrás, bajo arrastrándome de donde estoy, dirigiéndome hacia la siguiente montaña. Camino entre lugares poco visibles. Dirijo mi mano hacia la espalda por instinto, agarro el cañón del fusil, recargo quitando el seguro y disparo. Apenas veo cómo alguien se levanta entre los muertos, haciendo el amago de disparar; su cuerpo se sacude varias veces a causa de las balas que dejo salir instintivamente. Corro desesperadamente a la montaña más cercana, me tiro al piso, posiciono el fusil, vigilo los alrededores, comprobando si hay amenazas. El jefe le hace señales a Neft, apuntándole hacia la derecha. Observo cómo sale corriendo, casi encorvado, sujetando el arma contra su pecho. —Cúbrele la espalda —escucho la voz del jefe en el comunicador. —Copiado. La puerta cae y sale Neft corriendo alzando una mano. Abro fuego cuando está lejos de la puerta, disparando a lugares claves, provocando que la estructura colapse y no haya acceso a ella. —Retirada —habla el jefe y hace señales apuntando por donde debemos irnos. Observo cómo los cuatro se dan la vuelta y comienzan a caminar, cuidando los costados y sus espaldas. Me quedo más tiempo sobre la montaña esperando que alguien salga de los escombros. —Buen trabajo, muchachos, hicieron un excelente trabajo en esta práctica. Espero que cuando tengamos una situación como esta actuemos así; no podemos darnos el lujo de dejar a alguno en zona de guerra. —Jefe, no se preocupe por eso, nada de eso tiene posibilidad de pasar. —Están hablando por ti, Harry. —No jodas, Neft, claro que no —el jefe asiente—. Capitán, eso no se hace. —Deja de llorar, Harry; todos sabemos que siempre eres el último en salir o el primero en meterte en situaciones peligrosas. —Oh, toma esa, rubio teñido; ahora no es solo tu patética vida amorosa, sino tu capacidad de meterte en líos. —Jeick, no comiences. —Él tiene razón, eres un imán, ándate y no para las mujeres —ríen. —Dame cinco, Dith, así se dice —expresa Neft. —¡Basta! —grita el jefe. Nos callamos enseguida tomando una posición recta—. Muy pronto comienzan las pruebas de los nuevos reclutas. Tomaremos pruebas con un novato, para ver cómo trabaja con nosotros. Es uno de los que han destacado, acompañado con otro. Espero que todos estén en la práctica de despliegue pasado mañana. Necesito una evaluación objetiva de él y lo que piensan ustedes del soldado; queremos que la persona que se una a nosotros nos permita mejorar como equipo, no quedarnos. ¿Entendido, muchachos? —¡Sí, señor! —decimos todos al mismo tiempo.
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