15

1641 Palabras
15 Sus brazos me rodean, siento un beso en mi cabeza, papá está alterado, papá está llorando. Jean y Fabián los hombres de mi hermano logran estabilizar a Izan Russo, todo es tan confuso. El cuerpo del italiano está amordazado, nada detiene su ira, él de verdad odia a su padre. Veo el sufrimiento en sus ojos, no quiero dejarlo ahora, no quiero que piense que lo estoy abandonado. —Tienes que volver al lugar que te corresponde—réplica Pedro sobre mi oído. —Ya no sé cuál es mi lugar abuelo—llevo mi mano hacia mí corazón. Estoy perdida, no sé a dónde debo ir. Izan asiente para que vaya con ellos y pensándolo bien creo que es lo mejor, podría tratar de convencer a mi padre para que me deje vivir en un apartamento sola y poder tener esa libertad que tanto deseo. Le doy un beso a Emilia y observo desde lejos como el italiano se despide de mí con la mano. Me duele el pecho y ya no entiendo porque. Papá besa mis manos, lo escucho decir cuán preocupada ha estado mi madre este tiempo que no estuve en casa. —Fue dos días papá, no exageres—espeto al entrar a casa. Me cuerpo cae al piso al sentir a Artemisa interceptarme apenas me ve, Akim junto a mis primos también me abrazan. ¿Por qué exageran tanto? —Pensé que te ibas a morir—dice Misa en medio del llanto. —Ya ves que no—mamá baja llorando, me levanto para recibirla. Besa mi frente y lloro junto a ella. —¿Estás bien princesa? —abro los ojos. ¿Cómo estará Izan en este momento? Quizás se ha marchado a su espantoso apartamento junto a Luna o solo estará con Alene pensando en otras cosas menos en cómo estoy. —Estoy bien mamá, estoy bien. No lo estoy. He perdido todo lo que ya había logrado, adiós independencia, adiós mi idea de vivir a mi manera. Camino derrotada, papá sonríe y bebé una copa de vino, mientras que yo solo pienso en lo que ha pasado hoy. Quiero gritarle, quiero decirle tantas cosas pero no lo hago. Prefiero hacer las cosas a mi manera y así hacerle ver como me siento. Cierro con el pestillo mi puerta, en estas últimas horas he vivido tantas cosas extrañas. Me tiro de espalda en mi cama, miro las estrellas que papá colgó para mí en el techo hace tanto tiempo. Me coloco de medio lado y observo la foto que tengo de mi familia. Ellos han estado siempre para mí. Me levanto, me quiero el vaquero y paso por encima de mi cabeza, la camiseta que estaba usando. Me observo en el gran espejo que esta a unos cuantos pasos de donde estoy de pie. Mi cabello ha crecido un poco más, mis pechos aún siguen inexistentes y esa no es una novedad. Brinco al escuchar un ruedo en mi balcón, las alarmas se encienden al pensar que es Hiraku quien ha venido por mí. Tomo lo primero que veo para defenderme y sea quien sea no saldría con vida de esta propiedad. Ahogo un grito, al ver a Izan caer como un saco de papas en mi tapete favorito, alguien toca a mi puerta y si se enteran que el hijo de Alexander está aquí y en mi habitación conmigo a solas y casi desnuda, nos ejecutarán a los dos vivos. Sus ojos están rojos, todo su cuerpo desprende un olor nauseabundo a whisky y cigarrillos. No sé cómo ha llegado hasta aquí en este estado. Intento levantarlo, pero su metro noventa y dos contra mis miserables metro con cincuenta y ocho me están pasando factura. —Principessa—te voy a matar a pensar se te pase la borrachera. Vuelven a tocar. —¿Todo bien Elle? —¡Es papá! ¡Es papá! —Todo bien papá. Escucho como intenta abrir la perilla, este es mi fin, ya me voy a morir. Izan se ríe bajito y abro los ojos, quito sus botas y la chamarra de cuero n***o que lleva puesto. —¿Ya? ¿Aquí? Me gusta como se te ve ese sostén—¡Santa María bendita! ¡Estoy desnuda! —Cállate, papá esta afuera. —tomo sus manos y empiezo a arrastrarlo, me erizo al verlo mirarme fijamente. —Eres hermosa, niñata—suelto sus manos haciendo que se golpee fuerte la cabeza. Papá vuelve a tocar—Si no abres ahora, te juro Gabrielle Marié Smirnov que tumbaré esta maldita puerta—la patea. Mi labio tiembla, como puedo meto a Izan debajo de mi cama y le ruego al cielo que no pronuncie palabra alguna. Corro hasta el baño, me coloco una bata y cojo una caja de tapones. Arrugo la frente y finjo dolor—Estaba cambiándome papá, acabo de hacer un desastre en el baño. ¿Ahora no me puede ni venir? —le muestro la caja. Papá se coloca de mil colores—Creí escuchar una voz de hombre—emito un sonido de queja. —Ya deja las drogas papá… —¡Elle! Respeta a tu padre. —Y tú respétame a mí—lo saco de mi habitación y tiro la puerta en su cara. Me he salvado de esta. Me dirijo a toda prisa hacia mi cama, doblo mis piernas para mirar debajo de la cama, Izan esta dormido. Lo escucho roncar y me rio. Se ve tan inofensivo de esta manera y claro que no lo es. Es contrario a la calma, es como una tormenta en medio de la noche en alta mar. Es como Samael, ese ángel que se lleva tu alma y decide donde debes ir. Sujeto una de sus manos y lo arrastro hacia afuera, caigo sentada y evito reír para llamar la atención de mi padre. Retiro las medias de sus pies, quito su pantalón y camiseta. Si no lo hago podría vomitarse encima y podría ser peor para mí. —Izan… ayúdame un poco.—lo escucho maldecir. —¿Princesa? —cómo puedo lo tiro en mi cama, suspiro agotada. Dejo las pantuflas a un lado y me acuesto al lado de él, lo miro con fijeza, sus cejas son más hermosas que las mías y por eso ya lo odio más. Soy una estúpida, las cosas que ando pensando. —¿Qué haces aquí Izan? Papá podría verte y… —coloca un dedo en mi boca. Parpadeo. —Pero no lo hizo—habla con tanta claridad, haciéndome levantar de inmediato. Esta riendo. Me estuvo mintiendo. —¡No estas! —grito y bajo la voz al darme cuenta de mi imprudencia—¡Me mentiste Izan! ¿No estabas borracho? Niega. ¡Cabron de lo peor! Me alejo de él, pasa sus manos por detrás de su cabeza, me tapo con lo primero que veo. Se levanta de la cama y camina hasta donde estoy. Sus manos tocan mi cabello y mi mentón. —Te vi tan concentrada ayudándome, que no tenía el valor de quitarte la oportunidad de verme desnudo. —Papá pudo atraparme, la historia hubiese sido otra Izan, te pido que te marche de mi habitación y jamás vuelvas a entrar o cruzarte en mi vida. —¿Por qué estas tan enojada? —Hoy casi muero ¿Te parece poco? —No permitiría jamás que algo así te suceda—boqueo la boca como un pez. ¿Por qué de un momento a otro siento tanta calor? Le señalo la cama para que pueda dormir, me sonríe tan preciosamente que puedo jurar que una pisca de vergüenza a hecho que me sonroje. Titubeo para acostarme a su lado, no sé que carajos estoy haciendo, quizás es llevarle la contra a mi padre, quizás es la adrenalina de ser encontrada haciendo algo que no debo. —No pensé jamás que un hombre que no fuera de mi familia, dormiría en mi cama—suelto sin más. —¿Soy el primero? —pregunta con asombro. —Lo eres… Jala mi mejilla—me alegra tanto eso princesa. Acomodo mi cabeza en mi almohada plumas, miro de nuevo las estrellas en mi techo y sin más, me quedo dormida. (***) Parpadeo aún dormida, siento un gran peso en mi pecho, me doblo a medio lado encontrándome con los ojos color cielo de Izan. Acomoda mi cabello, quitándolo de mi rostro. Muestra su sonrisa haciendo que mi estómago retumbe sin parar. Me levanto corriendo, he dormido con él y no solo eso, me ha abrazado toda la noche. —¿Vas a seguir mirándome de esa manera? ¿O ya te puedo invitar a desayunar antes de dejarte en la universidad? —¿Qué?—musito aún dormida. —Lo siento, en mi baño está todo lo necesario para que te asees. Iré a buscar algo de mi padre que es el único que tiene tu contextura. Ya vengo. Izan carraspea la garganta, estoy medio desnuda delante de él. ¡Que vergüenza! Lo escucho reír, papá fuma un cigarrillo en la sala de nuestra casa, me llama para darme un beso y le sonrío.—¿Qué tiene a mi niña tan ocupada? Izan… no eso no se lo puedes decir. —Voy tarde a la universidad. Miento, papá me aniquila con la mirada, un estruendo se escucha en mi habitación, Pedro corre subiendo las escaleras, Fabián me toma de la mano para impedirme el paso, Miguel saca un revolver que no sabía que tenía. El alma se me está saliendo del cuerpo, todo empeorará al ver a Alexander Russo junto a sus hombres llegar a la mansión. Mamá baja a toda prisa, A kim acaba de llegar vuelto mierda. ¡Izan, corre antes que te maten!
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR