17
Parpadeo, no sé que decirle.
Podría envidiarle, jamás he tenido ese sentimiento en mi pecho, esa sensación de flotar por el aire cuando la persona que amas te ve, te toca, te besa. Izan toca mi rostro, quizás ha deducido mi falta de conocimiento en este tema. De seguro le doy lástima, la chica millonaria y heredera del magnate más importante del país, es una sosa básica que no sabe nada de la vida.
Meto mi teléfono en mi bolso apenas llegamos, abro la puerta y salgo, no estoy dispuesta a sentirme de esta manera, vulnerable, amedantrada, herida. Izan se baja del coche apenas yo lo hago. Lo escucho gritar mi nombre, pero no le hago caso. No quiero verme así delante de él, no quiero la lástima de nadie.
Pobre chica, nadie la ha amado, nadie ha amado.
Frunzo el entrecejo al ver a Akim molestar a una virginal chica de cabello corto, lleva la bufanda más horrorosa que he visto en toda mi vida. Mi hermano va detrás de ella y le resto importancia. Entro a mi salón de clases y me desconecto del mundo, necesito olvidar mi vida, así sea por un instante.
Fleur…
Él ha amado a alguien ¿Cómo se sentirá? ¿Cómo sabré si amo realmente a alguien? Papá hace cualquier cosa por mi madre, cuando la ve sonreír puedo ver en sus ojos como todo dentro de él se detiene. Eso es algo que no tengo. Eso es algo que dudo que tendré algún día.
—¡Bien señores! Necesito que hagan parejas con algunos de sus compañeros, tendrán que hacer una ardua y extensa investigación sobre la economía y contabilidad de las empresas que se les asignen—emite el comunicado el profesor de economía.
Todos los alumnos empiezan a formar sus grupos, alzo la mirada al ver una sombra cubrir mi visión.
—¿Gabrielle Smirnov? —un chico de piel clara, ojos color avellana y con un sensual acento español prueba mi nombre en sus labios.
—¿Te conozco? —parpadea atónica.
—He estado durante toda la carrera contigo. —responde con voz dudosa y entrecortada; me llevo las manos hacia mi boca perpleja. Que la he regado como siempre. Pensándolo bien, jamás había visto este hombre en mi vida. El español se lleva las manos hacia la parte trasera de su cabeza. Miro hacia alrededor y todos mis compañeros ya tienen con quien realizar el trabajo.
—Lo siento ¿Me perdonarías si te digo que no te recuerdo? —suspira agobiado.
—Nadie de echo, suelo sentarme en la parte trasera en silencio, la mayoría no quiere hablar con el extranjero de intercambio—mi mandíbula se cae. ¿Quién podría hacerle algo así, aun chico tan apuesto como…? ¡Tú Elle! ¡Tú!
—Soy Gabrielle Smirnov, pero solo mis amigos me llaman Elle, tú puedes hacerlo—su rostro se ilumina, dándome una sonrisa amplia.
—Soy Louis Barrera, tengo veintisiete y este también es mi último año. —toma mis libros y me sorprende. ¿Por qué nunca antes lo vi?
El timbre anunciando la finalización de la clase ha sonado, Louis camina detrás de mí y percibo que nunca nadie ha socializado con él y es algo triste vivir en otro país sin una compañía. Le tomo de la mano, haciendo que sus mejillas se sonrojen. Vamos de camino hacia el restaurante de la universidad para luego planear lo que haremos para el trabajo.
Misa, Hades, Zeus y Akim ya están en la mesa exclusiva donde siempre nos sentamos, todos se quedan en silencio apenas ven al español conmigo, mi hermano me queda viendo con horror, ya que es la primera vez que invitamos a alguien que no tiene sangre Smirnov a nuestras reuniones. Mi prima ve a sus hermanos y sé que se está aguantando las ganas de morirse de risa, por la cara que todos los hombres Smirnov tienen en este justo momento.
—Louis, los hombres de mi familia y Misa—los saluda con la mano con algo de temor, Akim ni lo voltea a ver.
—El próximo mes ya es tu cumpleaños ¿Qué haremos? Vamos a decirle al tío Miguel que iremos a Inglaterra por tus veintiséis.
Louis saca un pequeño porta comidas con algunos alimentos, maldito Akim se está burlando de él. Le pido a la camarera que papá contrató para nosotros que le traiga algo decente de comer, el chico español se niega, pero mi cara de gatito a medio morir nadie puede resistirse a lo que quiero.
—¿Somos caridad ahora? —pregunta Akim, Louis baja la cabeza y tomo su mano.
—¿Quieres que te meta una zanahoria por donde no te da el sol? —borra la estúpida sonrisa que suele hacer, cuando algo le causa gracia. Toma su teléfono y se va.
Misa me mira y mira a Louis, le pasa una caja de papas fritas haciéndolo sonreír, odio cuando Akim se pone en mal plan. Las personas no tienen la culpa de sus problemas.
Louis me informa que vive del otro lado de la ciudad en un suburbio de estudiantes, le he dicho que uno de los chóferes de mi familia irá por él hoy, para llevarlo a mi casa y así poder idear que haremos para el proyecto de la universidad.
Manejo con cuidado, las carreteras están húmedas porque pasó toda la mañana lloviendo, papá me da un beso apenas me ve y lo único que quiero es llegar a mi habitación y dormir toda la tarde. Pego un brinco al ver a Izan dormir en mi cama. ¿Cómo se atreve? Le tiro uno de mis zapatos.
Abre los ojos, sus mejillas están enrojecidas, mi almohada de plumas está babeada, esto es tan asqueroso.
—¿Qué haces aquí? —digo en medio de susurros. A este hombre le gusta el peligro, si papá o alguien lo hubiese encontrado, estaríamos muertos ambos.
—Te estaba esperando. —se levanta y acomoda la camiseta que lleva puesta.
—¿Dormido en mi cama? ¿No tienes otra cosa que hacer? ¿Siempre eres así de insistente?
—Primero tenía sueño y tu cama es jodidamente cómoda, segundo no y tercero soy más insistente cuando algo realmente me gusta.
—Menos mal no te gusto—me arrepiento de inmediato hacer dicho eso.
—Ajá, estoy aquí para decirte que hoy tengo una carrera y por lo que más quieras, no vayas a asomar tus narices por allá. Hiraku estará y no quiero problemas.
Suelto el aire de mi boca, no sé que se esté creyendo Izan, pero ya es suficiente con mi padre, para que venga otra persona y me diga que es lo que debo o no debo hacer. Lo empujo y me encierro en mi baño, peino mi cabello y cepillo mis dientes.
Ruedo los ojos, aún no se ha ido—¿Es enserio Izan? ¿A caso tengo un letrero en mi frente que dice, controlarme? ¿Además podrías irte? En una hora vendrá un amigo y necesito alistarme para él.
Espere… eso sonó mal.
—¿Qué amigo? —frunzo el entrecejo, a este que le importa.
—Uno que no te interesa Izan, vete antes que llame a mi papá y te saquen a patadas.
Porque estoy actuando de esta manera…
—No te quiero en la carrera, no me hagas sacarte a la fuerza. —se va por la ventana de mi habitación. No entiendo como nadie se ha dado cuenta hasta ahora.
Mamá está bailando con papá en la sala, ambos se ríen, Miguel la besa con tanta ternura y cuidado. En muchas ocasiones lo he escuchado decir que ella es su tesoro más valioso; él la ama con locura y sé que m
amá también lo ama de esa manera.