Capítulo tres

1050 Palabras
León Vuelvo a casa un poco decepcionado por no haber vuelto a ver a la chica misteriosa y veo a mi abuela revisando una caja que cierra de golpe cuando me ve entrar. — ¿Qué haces abuela? — Nada solo revisaba unos documentos. ¿Cómo te ha ido? — Bien, esta noche saldré con Mateo y Angie. ¿Cuándo me contarás tus planes? — Pronto hijo, no desesperes. Solo te pido que mantengas la cabeza fría, debemos hacerlo sufrir y para eso te necesito comprometido con la causa, no dejes que las emociones y los sentimientos te jueguen una mala pasada. — Lo sé abuela, me lo has dicho por años, pero ¿no puedes adelantarme algo? — Cuando sea el momento te he dicho. Ahora concéntrate en tus estudios y disfruta un poco más. — mi abuela es un poco especial, no tiene maldad pero a veces se comporta de una forma escalofriante. Creo que ha sido el rencor que siente por aquel hombre el que la ha mantenido viva, es una mujer mayor que ha trabajado toda su vida como empleada doméstica, siempre hemos vivido con lo justo y ahora que ya no puede trabajar, soy yo quien se ocupa de solventar los gastos de la casa y la comida. Pero hoy es mi día libre. Así que voy a darme un baño y luego esperar a que Mat venga por mi. No he podido dejar de pensar en aquellos ojos color miel, ni en la sonrisa de la chica nueva. La sensación que me generó el contacto visual que establecimos es algo que no he sentido en mi vida y eso que he tenido muchas chicas a mis pies. Solo quiero que sea mañana para verla y no dejaré pasar la oportunidad de hablarle. / / / Se hizo la hora de la fiesta, Mat y Angie me esperan en la puerta mientras me despido de mi abuela y le aviso que no me espere despierta.  — León no olvides lo que te he dicho, debes mantenerte con la cabeza y el corazón frío. Los sentimientos terminan por volverte débil. — asiento y le doy un beso en su cabeza llena de canas. A veces mi abuela puede ser un poco intimidante con sus palabras, ella lo llama sexto sentido; yo prefiero decirle bruja - con cariño, claro- Los tres ya estamos en camino a la casa de Tom, un engreído que cree que por ser el capitán del equipo de fútbol tiene a todo el mundo a sus pies. Ha intentado convencerme en diferentes ocasiones de ser parte del equipo pero me he negado cada una de las veces y es por eso que no nos llevamos para nada bien. Si no fuera por la insistencia de mis amigos, ahora mismo podría estar en mi cama durmiendo y soñando con aquellos labios rojos que me han dejado loco. — ¿Puedes bajar un poco la velocidad Mateo? — chilla Angie y entrecierra los ojos para mirar a nuestro amigo. — Puedo,,, — Gracias — Pero no quiero. — ambos soltamos una carcajada que a Angie no le hace ni la mas mínima gracia. — Eres un imbécil. — mi amiga se acomoda en el asiento y cruza los brazos como si fuera una niña de preescolar a la cual no le han concedido sus caprichos.  Siempre he pensado que Mat y Angie se aman en secreto y por eso se llevan tan mal, discuten por todo y hacen creer a todo el mundo que se desprecian, pero algo dentro de mi me hace pensar que son lo suficientemente orgullosos para admitir que realmente se gustan. — Hemos llegado — Por fin. Ya no soportaba mas sus chistes machistas y de mal gusto — Angie baja del auto y da un portazo que hace que Matt ruede los ojos.  Cuando entramos en la casa, uno de los chicos nos ofrece unos shots, aceptamos gustosos y salimos al jardín. La noche es increíble, el verano en la ciudad es intenso pero esta es la hora ideal para sentir un poco de alivio. El sitio esta lleno, algunos son compañeros y otros simplemente desconocidos, pero todos bailan y beben como pares. Luego de un rato de haber bebido varios tragos, mi vejiga comienza a pasar factura. — Necesito ir al baño ¿podrían no matarse por un momento?  — No te prometo nada, así que no tardes. — resopla mi amiga pero continua bailando e ignorando a Mat. Camino entre la gente y llego al baño, pero hay una cola inmensa y no creo poder aguantar pero enseguida recuerdo que en una de las ultimas fiestas habían comentado que había un baño en la segunda planta, así que me apresuro antes de que alguien mas me gane. Subo a toda prisa y efectivamente no hay nadie haciendo fila, así que entro sin golpear pero quedo plasmado cuando veo a la chica nueva parada frente al espejo retocando su maquillaje. — Lo siento, debí golpear — me disculpo pero no salgo, me quedo parado mirándola como un idiota. — No hay problema, de todas formas ya me iba — su voz es igual de cálida que su rostro, tiene una energía angelical y nuevamente sus labios pintados de rojo me hacen perder la cordura. Tiene un vestido n***o ajustado, no es demasiado corto pero tampoco pasa sus rodillas, sutil pero provocativo. — ¿Eres nueva? — pregunto mientras ella camina hasta la salida en donde aún sigo parado ocupando toda la puerta. — Así es, soy Luna ¿y tu? — y su nombre va perfecto con ella, se ve diminuta a la distancia pero cuando la tienes cerca su esencia es grande como una perla que brilla en la oscuridad. — León — respondo y extiendo mi mano para que la estreche. Me mira unos segundos como dudando de mis intenciones, pero al final termina tomándola y haciendo que un escalofríos me invada de pie a cabeza. Su piel es suave y delicada, hace que me sienta en las nubes y por un momento recuerdo las palabras de mi abuela, aquellas que remarcan que los sentimientos te vuelven débiles, y es en este mismo momento que siento que podría hacer cualquier cosa para que ella sea mi Luna.
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