Capítulo 2

1166 Palabras
                                                                                          Capítulo 2 Jimin saboreaba con gusto la cena que su madre había preparado, no dudaba en hacerle saber a la señora Park cuanto había extrañado sus delicias. Nada como el hogar, definitivamente. Rose sonreía divertida por las caras de su hermano mayor y por un momento se sintió que nada había cambiado. — ¿Le avisarás a tus amigos? —preguntó la chica sirviéndose un poco más de vegetales. — Probablemente les deje un mensaje antes de dormir. — Deberías invitarlos, será agradable verlos por aquí después de tanto—sonrió su madre con ternura—Ese chico, Taemin era tu mejor amigo, siempre iban de un lado a otro juntos. Jimin sonrió ladinamente al recordarlo. — ¿No fue él quien te incitó con lo del baile? —Rose lo miró. — Sí, él también es un excelente bailarín—opinó—Tengo entendido que asumió el cargo de la tienda de su padre. — ¿Sigue vendiendo antigüedades? —Rose se mostró algo curiosa-—La última vez escuché que iba a cerrarla para abrir otro negocio. — No lo sé, no hablamos mucho de eso—Jimin las miró y decidió tocar cierto tema—Mamá, Rose, ¿Recuerdan a HyeLin? —masticó despacio—Ryu HyeLin. Hubo unos minutos de silencio, Rose miró su plato revolviéndolo con sus palillos y su madre bebió algo de jugo dejándole en claro a Jimin que algo pasaba ahí. — Ella vive con su hermanastra. Jimin recordó vagamente el rostro de aquella chica, era cinco años mayor que Hye. — ¿Se mudó con ella? —Jimin pasó la vista de Rose a su madre. — Fue su hermanastra que se mudó a la casa de los padres de ella, ahora su esposo y su hija viven con Hye. — ¿Y los padres de HyeLin? — El señor falleció durante uno de los viajes que hacía en su taxi—Rose lo miró con pena—Una noche lo asaltaron y le desgarraron la garganta cuando intentó escapar. — ¿Qué? —tragó con dificultad. — Y su madre falleció cuando se golpeó la cabeza en la bañera—indicó la señora Park—Hye quedó realmente devastada por la muerte de ellos, su hermanastra se apoderó de esa casa como si fuera suya. — Fue su padre quien le dio tanto poder y Hye tiene parte de la culpa—Rose estaba en desacuerdo. — HyeLin siempre ha tenido problemas de depresión y ansiedad, no creo que debamos culparla cuando conocemos ese detalle—defendió Jimin algo serio, ambas mujeres recordaron lo mucho que él solía defenderla en secundaria— ¿Sigue viviendo en la misma casa? — ¿Piensas ir a verla? — ¿Por qué te sorprende? —Jimin la miró. — La última vez que la vi ella...parecía loca—negó con la cabeza—Hye tenía la vista perdida. — Dicen que su hermanastra la trata realmente mal—la madre de ambos sintió pena por la chica—Su esposo siempre está en el trabajo, Hye se queda con su sobrina y esa bruja—miró a su hijo—Me parece una buena idea que vayas a verla, no he visto a nadie que lo haga. — Mañana a primera hora iré a verla—asintió totalmente seguro.     Jimin miró aquella casa de paredes negras y ventanas blancas, junto al porche había una cochera donde se suponía que debía haber un auto, el césped estaba un poco alto, la casa era de dos pisos, desde allí el chico de cabello rubio veía la ventana que daba a la habitación de HyeLin, bueno, hace cinco años daba a ella. ¿Seguiría siendo su cuarto? Tomó una bocanada de aire antes de caminar hacia la puerta, tocó el timbre esperando pacientemente frotando sus manos, quizás un poco ansioso de ver a Hye, pero preocupado por las cosas que su hermana y su madre le habían contado. Jimin muchas veces había intentado comunicarse con Hye, pero ésta parecía haber desaparecido, la última vez que la vio había sido tres días antes de irse. Jimin había pensado en confesarle lo que sentía ese día, pero no lo hizo. — ¿Se te ofrece algo? —una mujer de cabello algo rubio y ojos oscuros lo miraba curiosa. Tenía unos tacones de punta delgada, estaba perfectamente arreglada, Jimin casi no la reconocía. Esa era la hermanastra de Hye. — ¿Wendy? — ¿Te conozco? —frunció el ceño. — Sé que nos vimos pocas veces, pero...creí que te acordarías de mí—se acercó—Soy Park Jimin. — ¿Park Jimin? —entonces el nombre le sonó—Oh—aunque no parecía muy segura. — Estudié con Hye en la secundaria—explicó sonriendo encantadoramente—Acabo de llegar de Miami, estoy de vacaciones y...vine a visitar a HyeLin. — No creo que ella quiera verte ahora. — Insisto, sé que se alegrará al verme-siguió fingiendo. Debía convencerla de dejarle pasar. — ¡Omma! —una niña de dos coletas apareció sosteniendo un cuaderno—Necesito ayuda con mi dibujo. — Cielo, regresa adentro—la empujó con suavidad—Entra, le avisaré que estás aquí.     Todo en el interior de esa casa lucía completamente diferente, había un personal que trabajaba en ella, aquella sala no tenía fotos de ningún m*****o de la familia cuando Jimin se cansó de ver fotos de Hye con sus padres en ella, sólo había cuadros de pinturas realmente horribles. La biblioteca llena de libros tenía enciclopedias que dudaba mucho que Wendy hubiera leído alguna vez, escuchó unos tacones y giró sobre sus talones mirando a la mujer. — Está en el ático, si quieres hablar con ella allí... — Claro, no hay problema. — De acuerdo, es tu problema—y lo dejó a su suerte. Jimin subió las escaleras sin necesitar una guía, pero mientras avanzaba recordaba las pocas veces que Hye reía con las ocurrencias de sus padres, tragó con dificultad al comenzar a subir las escaleras que daban al ático. Los escalones crujieron un poco por el peso, la luz del día entraba por aquellas ventanas llenas de polvo, las cortinas estaban desgarradas en la parte de abajo, cosas viejas y que no se usaban estaban amontonadas en una esquina, en la otra, estaba una cama con una chica sentada en ella, Jimin avanzó despacio evaluándola, su ropa era como cualquier otra, tenía unos pantalones negros de algodón, camisa de mangas largas blanca y zapatillas grises, su cabello n***o caía hasta su cintura completamente liso. Se agachó frente a ella intentando encontrar su mirada, unas grandes ojeras decoraban sus ojos oscuros, estaba más pálida de lo normal, tenía el rostro algo hinchado, como si hubiera estado llorando. Jimin tocó una de sus manos y ella dejó de temblar, las miradas de ambos se encontraron en medio del silencio. — ¿Hye? —susurró acariciando su mano—Soy yo, Jimin. — ¿Ji...min? —su voz fue baja. Esa chica estaba realmente destrozada y no era la HyeLin que él conoció. ¿Qué le habían hecho esos monstruos? — Sí, Park Jimin, ¿Recuerdas? —sonrió dulcemente—El chico que te hizo una promesa hace cinco años—dio un suave apretón a su mano—No rendirse jamás y dar siempre la mejor versión de nosotros. Hye pareció pensarlo bien, sus lágrimas aparecieron deslizándose por sus mejillas. — Jimin—llamó volviendo a temblar. — Shh, estoy aquí—Jimin la abrazó sentándose a su lado, aquella muchacha se aferró tan fuerte a él que lo conmovió. ¿Qué le habían hecho a su chica?
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