Capítulo VI

2248 Palabras
S in ganas de dramatizar me dejé caer al suelo después de leer aquella sarta de barbaridades. ¿Cómo podía mantenerme en pie cuando había leído que un desconocido había lamido mis pechos en medio de mi inconsciencia y quizás hubiera hecho algo más con mi cuerpo? Estaba aterrada pero sobretodo furiosa. ¡¿Cómo se atrevía?! — ¡Enfermo pervertido! Me había tocado sin mi consentimiento ¿Y lo peor? ¡Fui receptiva a su toque! Sí, se que fue una reacción inconsciente pero sea como sea fui débil ante sus caricias impuras, además de que… mierda, ni puedo mentirme a mí misma, sentí algo extraño tras leer su carta. ¡Y eso era lo que me enfurecía verdaderamente! —Soy una zorra —murmuré atormentada con mis pensamientos—, soy una maldita zorra. Él tiene la culpa. Aparté las lágrimas que caían por mi rostro histérica y me levanté, no podía permitir esta sensación en mi cuerpo, necesitaba desahogarme así que tomé el teléfono con rapidez y llamé a Ana Alice, sin embargo ella no contestó. La siguiente en llamar fue a Jazmín pero obtuve el mismo resultado. ¿Qué podía hacer una chica como yo cuando sus amigas estaban ocupadas y necesitaba consuelo? No tenía a nadie más así que ¿Por qué no hacer lo que tenía pensado? ¿Quizás por qué te trató como una mierda la última vez? Sí, eso podía ser una buena excusa. Cubrí mi cara con mis manos y suspiré audiblemente, tendría que serenarme, si hacía las cosas por impulso echaría todo a perder. No sé cuánto tiempo estuve así pero finalmente me levanté para ir por mi bolso y marcharme a la universidad sin embargo fue ahí donde mi móvil sonó, y yo con suma rapidez contesté sin mirar creyendo que se trataba de mi mejor amiga no obstante me quedé perpleja pues la persona detrás del teléfono se trataba de la última persona en la que hubiera pensado que me llamaría, Dean. ¿Qué sería lo que quería? * La vi removerse de un lado a otro gracias a las cortinas semitransparentes de su sala y pronto escuché las palabras que me hicieron dudar si había hecho mal en contarle lo que había hecho pues tan pronto como terminé de tocarla me sentí culpable pero no arrepentido, no debí haberla tocado aún a sabiendas de que dormía sin embargo su olor era como mi droga favorita, me cegaba y me envolvía, me llamaba… Maldita sea estoy perdiendo la razón. No quería que ella me viera como un jodido enfermo pero así me estaba comportando, debía pedirle disculpas en la siguiente carta. Comencé a sentir un pequeño malestar en mi cuerpo y no solo se debía a que mi compañera estuviera hablando en esos momentos con su maldito ex, cosa que podía escuchar a larga distancia gracias a mi oído lobuno sino que también se debía a mi manada, algo se removió en mi interior y supe que estaba ocurriendo algo, segundos después recibí una llamada de Kaden que me puso en alerta. — ¡Alfa, están atacándonos! La voz de Kaden sonó cansada y un escalofrío corrió por mi cuerpo. Maldije por lo bajo intentando escuchar algo en el interior de la casa de mi compañera pero lo último que escuché de su parte fue un: Te esperaré. Que puso mi rabia al límite. Mátalo. Gruñó Gavin más que dispuesto a hacer el trabajo sucio no obstante no había tiempo para llevar a cabo una masacre, tenía que proteger a mi manada, era mi responsabilidad como alfa. —Una rebelión anunciada, muy bien, el bastardo al fin se ha mostrado, envía a Rakish aquí ¡Y más le vale que no deje a ningún hombre entrar a la casa de mi compañera o va a arrepentirse por el resto de su vida Kaden! Voy en camino. Gavin rugió en mi interior renuente a dejar a nuestra compañera sola, enfadada y excitada, porque yo sabía que lo estaba y hervía en celos de pensar si esa excitación se la había causado su ex o en su defecto, yo. Ella está bien Gavin, ningún hombre va a entrar por ella, la manada nos necesita. Trataría de volver lo más pronto posible aunque tanto para mi lobo como para mi dejar de verla aunque sea por unos minutos resultaba una eternidad. Aspiré su aroma dulce cargado del olor de su excitación y apreté la mandíbula cuando inevitablemente tuve una erección. Cuando Rakish estuvo frente a mi supe que era hora de irme. * Estuve tanto tiempo esperando por Dean que perdí la cuenta, hice comida para ambos que al final tuve que comer yo sola pero qué importaba. No estaba molesta porque mi estúpido ex nunca llegara a casa pero si estuve frustrada, necesitaba algo y yo misma no sabía qué… ¿O sí lo sabía? Al caer la noche estuve más inquieta. Iba de un lado a otro viendo televisión, cocinando un postre, mirando de vez en cuando mi teléfono para ver si Dean se disculpaba y nada… aquella ansiedad no se iba de mí. Y cuando dieron las ocho de la noche disgustada tomé la última carta en mis manos y comencé a leerla. Nunca antes había dejado que un hombre me tocara, mucho menos que lamiera mis senos entonces una curiosidad comenzó a surgir en mi interior. ¿Cómo se sentiría la boca de un hombre en mis pechos? ¿O sus manos tocándome…? — ¡Dios no! —exclamé horrorizada por el rumbo que estaban tomando mis pensamientos y arrojé el papel al suelo. Rápidamente me fui a mi cama para ir a dormir sin embargo cuando estuve ahí mis ganas de dormir desaparecieron, tenía mucho calor así que me despojé de mi ropa y apagué la luz antes de acostarme. Como acto reflejo abrí mis piernas y con curiosidad llevé mi dedo índice a mi v****a y avergonzada noté que esta se encontraba húmeda. Cuando estaba por retirar mi mano mi dedo rozó sin querer mi clítoris y eso fue suficiente. Necesitaba mucho más y lo iba a tener. Sin preocuparme por nada más que no fuera mi placer, no tenía tiempo para ser mojigata. Comencé deslizando mi dedo corazón sobre el punto que me hacía vibrar mientras que mi otra mano indagaba sobre mis pezones que ahora estaban duros de necesidad, se sentía tan bien pero por alguna razón mis pensamientos se trasladaron a ese misterioso hombre que me atormentaba día a día con sus cartas. ¿Cómo me hubiera sentido si cuando metió uno de mis pezones en su boca yo hubiera estado despierta? ¿Se sentiría tan bien como esto o mucho mejor? ¿Y si sus manos ásperas de hombre se deslizaran por mi piel e introdujera sus dedos en mi interior? ¿Sería brusco o suave? Aunque dadas las anteriores cartas no había nada suave en ese hombre, él quería follarme, tener sexo conmigo, duro, salvaje y carnal. Sin reservas. ¿Y qué quería yo? En este momentos ser follada por él, en esos instantes no era yo, mi cuerpo no me pertenecía, se había apoderado del un súcubo impetuoso que buscaba no drenar energía sino meramente el placer carnal. Anhelé en secreto a un hombre que me hiciera delirar en ese mundo de lujuria, en el reino de la pasión aún más cuando mi sexo se contrajo en un pequeño orgasmo que supe que no sería suficiente para calmar mi ímpetu. Tan rápido como la sensación acabó la vergüenza me golpeó y de inmediato me envolví entre las sabanas incrédula de que hubiera hecho aquello aún peor, pensando en mi acosador. * Fuera de sí corrí en dirección de mi compañera por suerte la pelea no se alargó demasiado sin embargo las palabras dichas por el alfa de la tercera manada más fuerte del mundo, quien me había declarado la guerra abiertamente, me tenían en vilo, no porque le temiera, sino porque me aterrorizaba que alguien pudiera hacerle daño a mi compañera y que yo no esté ahí para salvarla. Ante él no mostré más que indiferencia a su amenaza clara pero una vez que se marcharon corrí para buscarla, necesitaba saber que estaba bien. No importaba si llamaba a Rakish y él decía que todo estaba en orden, tenía que verla para asegurarse. ¿Tu ausencia en la manada se debe a que encontraste a tu compañera, alfa? Había preguntado en tono despectivo. Y luego antes de irse me miró divertido. ‘’…Después de todo tenemos que proteger lo que más queremos ¿No es así, alfa?’’ —Maldito. Al llegar vi a Rakish quien se levantó enseguida para seguir mis órdenes. —Quiero que mañana cuando mi compañera salga coloquen cámaras de seguridad por todo el lugar, no podemos seguir vigilándola de lejos, además, recluta a cinco lobos para cuidar de mi luna. La cruda curiosidad brilló en sus ojos aunque yo no tenía tiempo ni ganas de responder ninguna pregunta y él pareció notarlo pues se limitó a asentir. —Sí alfa. —Ahora vete, yo voy a cuidarla. Rakish asintió una vez más y yo me dediqué a esperar que no hubiera un solo ruido que me indicara que estaba despierta, tenía la enorme necesidad de verla. Entonces entre a su casa pero algo me detuvo en seco, ella estaba ahí, leyendo mi carta otra vez. — ¡Dios no! —exclamó horrorizada y luego arrojó el papel al suelo. Sonreí embelesado por su dulce belleza mientras ella rápidamente se fue a su cama. No dejaba de imaginarme cómo se sentiría estar ahí con ella, de un momento a otro el aire abandonó mis pulmones cuando ella comenzó a despojarse de su ropa quedando completamente desnuda. Maldita sea, ¿Por qué haces esto mujer? ¡Tómala, hazla nuestra, márcala! Gruñía Gavin fuera de sí y yo tuve que respirar profundo o le tomaría la palabra, el problema de respirar profundo fue capturar su olor embriagante, ese que prometía pasión. Ella apagó la luz pero eso no era un impedimento para un lobo, vemos muy bien en la oscuridad. Nada me preparó para lo que vendría a continuación, Verónica abrió sus piernas y llevó su dedo índice a su v****a mostrándome lo húmeda que estaba y por Dios que estuve a punto de correr a su habitación para adentrar mi lengua a sus pliegues y beber de su calor. Comenzó deslizando su dedo corazón sobre su clítoris mientras que su otra mano indagaba sobre sus pezones que ahora estaban duros llamándome a gritos, maldita sea, era una tortura verla pero no poder tocarla. Me apoyé en la pared sintiendo como mi m*****o se ponía duro dentro de mis pantalones al ver a mi compañera en acción. Ella se veía preciosa perdida en su pensamientos buscando su placer ¿Qué estaría en la mente de esa mujer? Entonces no pude ser más fuerte, ahí, en medio de la oscuridad de su habitación saqué mi pene envolviéndolo en un puño mientras lo bombeaba con fuerza siguiendo los movimientos de los dedos que mi compañera introducía en su interior, dentro y fuera en un vaivén constante me imaginaba penetrándola, ambos íbamos acoplados aunque cada uno por su lado, sus caderas generosas se movían entorno a los incesantes empujes a la vez que su mano torturaba uno de sus pezones, sus gemidos fueron suficientes para que finalmente terminara corriéndome en mi mano con la semilla con la que quería llenarla a ella. Al levantar la vista la vi, estaba insatisfecha pese al orgasmo que había tenido. Que Dios me perdone preciosa, pero no puedo tomarte, no ahora. Resistiendo a mi impulso guardé mi m*****o y salí de su casa para seguir vigilándolo, esta vez desde afuera donde yo mismo no resultara un peligro para ella y en la mañana cuando llegaron los lobos con Rakish me marché dejando una carta bajo su puerta. * Me levanté muy temprano, esa mañana si iría a la universidad, mis mejillas se volvieron rojas recordando la noche de ayer. Necesitaba olvidarme de lo que había hecho ¿Qué mejor que hablar con mi mejor amiga? Solo esperaba que Ana estuviera en la universidad. Cuando estaba por salir vi un nuevo sobre y un extraño nerviosismo me golpeó. ¿La abro? ¿Y si es algo sobre ayer? ¡¿Y si me vio?! ¡Mierda, me vio! Deprisa destruí el papel y abrí la carta para leerla. Ayer te vi furiosa al leer mi carta, dijiste que era un enfermo pervertido y luego llamaste al maldito de tu ex pero yo no dejé que fuera a por ti, eres mía aunque no lo quieras. Luego lo entendí. Leíste la nota una vez más pero él nunca llegó. Furiosa la arrojaste al suelo y apagaste la luz. Querías que yo no viera, sin embargo poco sirvió princesa. Te vi caminar desnuda hasta tu cama. Allí abriste tus piernas como una invitación silenciosa a mí. Introdujiste tus dedos en tu centro caliente y gemiste hasta encontrar tu placer.¿Quieres enloquecerme? Quería follarte tan duro que no pudieras caminar sin que recordaras que yo estuve dentro de ti. Pero lo que finalmente me alegró fue que te gustaran mis cartas, porque ahora sé que te gustan. No vuelvas a llamar a tu maldito ex para que calme las necesidades que yo he desatado. Pon en tu puerta un pañuelo rojo y yo entenderé tu invitación.
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