CAPÍTULO VII Mientras Azalea cruzaba el vestíbulo y subía corriendo la ancha escalera, notó que los sirvientes la miraban sorprendidos y que uno de los ayudantes del General que salía de uno de los salones, la había visto también. Se daba perfecta cuenta de que debía parecerles extraordinario verla vestida de china y sólo esperaba que Lord Sheldon encontrara alguna excusa plausible que lograra calmar la ira de su tío cuando se enterara de que había estado toda la tarde en un junco. Cuando llegó a su alcoba, cerró la puerta con llave, sintiendo que, de algún modo, eso la protegería de la tormenta que debía estar estallando abajo en esos momentos. ¡Ahora empezaría a pagar las consecuencias de sus atrevidas acciones! Tembló al pensar en lo que dirían tanto el General como su tía cuando se

