– Atención señorita Meyer, como entrada tenemos Makis de Salmón, camarones y Avocado envueltas en pepino acompañados de unas brochetas de tomates cherry y caprese.
– ¡Wow! Se ve delicioso. No puedo creer que hayas tenido tiempo para dedicarte a esto, de verdad no te habrías molestado tanto.
– ¿Qué dices? Después de saber que tienes un concepto bastante bajo de mi necesitaba remediarlo de alguna forma y que mejor que comenzar con la comida.
Desde que llegamos no he parado de sonreír, hasta me duele las mejillas pero no me molesta. Nunca me había divertido tanto con una persona, sabía las palabras justas que decir para arrancarme una carcajada incluso lograba que por momentos mi realidad desaparezca, no lo negaré lo necesitaba hacia tiempo en mi vida.
También me he dado cuenta que su sonrisa se ha hecho aún más extensa, quería decir que no era la única por completo embobada. Saber que lo influía lograba que no perdiera la cabeza, estuve martirizándome ya que en lo único que podía pensar era en lo fácil que me hacía sonreír y olvidar todo. Y esa comodidad me asustaba, no lo conozco y que tenga cierto poder sobre mí me aterraba. No quiero ilusionarme tan rápidamente con alguien que muy probablemente me rompa el corazón. Siempre fui una mujer independiente y prometí jamás perder la cabeza por un hombre.
Habíamos conversado hasta el comento de cosas mundanas hasta que fui adquiriendo confianza y pude comenzar con mi interrogatorio habitual. Quería conocerlo y justamente había dicho que esta cena sería para eso. A pesar de mis miedos debía dar el paso necesario porque de otro modo jamás encontraré a la persona idónea para mi.
– Dime doctor sexy, ¿De dónde eres?
– Cuando lo escuche de tus amigas hoy no estaba seguro de si lo escuche bien pero ahora nuevamente lo dices. ¿De quién fue la maravillosa idea de ponerme ese apodo?
¡Ay por favor! ¿Por qué me responde con otra pregunta? ¡La que hace los interrogatorios soy yo! Ya comenzaba a exasperar nuevamente.
– En realidad fue cosa mía. Al principio no sabía tu nombre así que te puse “Doctor sexy”
– Mmm me gusta como suena.
– Ahora responde mi pregunta, ¿De dónde eres?
– Autoritaria me gusta. Soy de Madrid pero he vivido aquí ya un par de años, me gusta saber que tengo la costa para despejar mi mente. ¿Y tú?
– Bueno, en realidad soy argentina, he venido aquí hace unos 3 años y vivir cerca de la playa ha sido siempre lo ideal para mi. Tengo mi departamento en el centro pero la casa de mis amigos es mi lugar preferido.
– Y tener una playa privada yo supongo que lo hace preferido siempre. Cuéntame más sobre ti.
– Se supone que quien haría las preguntas era yo.
Me mira y sonríe victorioso y dando a entender que las cosas no se harían a mi manera. Decidí complacerlo y comencé a relatarle mi vida, tampoco es tan interesante es más podría decir que fue triste y solitario.
Luego de aquel verano donde la vida de mis amigas cambió por completo a consecuencia también cambió la mía. Aunque de todas formas era un final y un comienzo para nosotras nunca esperé que fuera tanto. Ese verano regresamos a casa sin Arami quien se había despedido de nosotras y aquel mismo día había decidido adelantar sus planes para venir a España y comenzar sus estudios.
Anabelle había comenzado sus estudios de Abogacía y el poco tiempo que disponía lo utilizaba para verlo a Ezequiel quien luego de conocerla decidió que era momento de mudarse a Buenos Aires definitivamente, por supuesto no vino solo. Sus fieles amigos Martín y Bastián vinieron con él desde el Norte de América.
En ese entonces mi situación no era tan diferente, había comenzado mis estudios en economía, había conseguido un gran trabajo gracias a mi gran capacidad con los números. Me mudé sola y entonces comenzaron los tormentos. Mis padres siempre autoritarios no apoyaban la idea de que una mujer viviera sola, me insistían constantemente en que debía buscar un novio con quien me casaría a futuro ya que la carrera que había elegido era para hombres y no tendría un buen futuro asegurado si seguía sola.
Al principio no había prestado tanta atención a esos comentarios, incluso quise seguir el consejo que me daban. Martín y yo habíamos congeniado tan bien que decidimos intentarlo, pero nos dimos cuenta a los pocos meses que no funcionaría así que decidimos ser amigos. Mis padres obviamente no lo tomaron bien y comenzó la Gran Caza de Novios, no paraban de insistir hasta que terminé mi carrera hice un máster y decidí explorar el país que la tenía a una de mis mejores amigas embelesada.
– Así que bueno, me mudé aquí luego de una discusión muy fuerte con mis padres. Martín me acompañó y ayudó en ese momento con todo lo que pudo y cuando llegué había un puesto esperándome en la empresa donde me encuentro. Cuando llegué todo fue difícil y mis padres tenían razón, era un mundo de hombres pero conseguí hacerme un nombre hasta que el gerente a quien yo respondía en ese entonces me presentó ante la mesa de directivos y alegó que era la mejor opción para su reemplazo. Cuando se retiró asumí el cargo y desde entonces no he perdido ninguna cuenta en dos años. Todo lo contrario, mi cartera de clientes es aún más extensa y mis números son muy altos. Por supuesto sigo sin hablar con mis padres, no tuve una relación seria jamás y como verás lo único que me motiva a seguir es mi trabajo y seguir cumpliendo mis metas además de ser una tía fantástica.
Terminé de contarle absolutamente todo de mi ya que decidí que sería franca y directa. Ya no me encontraba con ganas de jugar ese juego vicioso de aparentar algo hasta atraparlo. No. Era mejor ser directa y si seguía interesado mejor pero conocería mi condición.
Esperé a que dijera algo pero él solo me observaba con esos ojos por completo inmersos en los míos. No sabía que pensar, quizás sí fue muy arriesgado contarle todo acerca de mí en la primera cita.
– Te admiro aún más. – Finalmente dice. – Es increíble cómo a veces los padres dañan más que otras personas. Pero me alegro tanto que hayas podido continuar y superarte.
– Gracias, pero no es para tanto. – digo avergonzada ya que veía que todo lo que expresaba verdaderamente lo sentía, lo veía en su rostro. – Veo que tu me comprendes.
– Como no es para tanto, todos los gerentes que conozco no bajan de los 50 tu cuantos años tienes? Es increíble. Y si lastimosamente entiendo muy bien lo que has vivido, supongo que tenemos la desgracia de los padres autoritarios y metidos en común.
– Tengo 30 años y siempre dicen lo mismo los clientes hasta que ven las ganancias en sus cuentas. Ahora cuéntame tú, ¿Qué te han hecho tus padres?
Vi como dudaba, quizás eran cosas que él no estaba listo de contar. Se que a veces esas cuestiones familiares eran difíciles de superar. Y no lo quería espantar antes que nada.
– Escucha si no quieres no me los cuentes, sé que es difícil. Mejor háblame de tu trabajo o cuéntame más de ti aparte de que amas ser cirujano pediátrico pero que no quieres hijos.
Comienza a reír nuevamente y toda esa duda y oscuridad que había apagado momentáneamente sus ojos había desaparecido.
– Lo recuerdas. Bueno veo muchos casos todo el tiempo y veo familias desmoronarse cuando pierden un hijo y más cuando son pequeños. No quiero eso para mí. Quiero encontrar a la persona correcta y compartir nuestras vidas juntos pero no quiero hijos.
– Solo por eso no los quieres o hay algo más de fondo.
– ¿Qué tienes un detector de mentiras? – sonríe y me quedo tranquila porque creí que lo había molestado con tantas preguntas – La verdad es que mi madre perdió muchos hijos más después de mi y siempre vi su dolor llegaba a los 3 meses y siempre los perdía, no quisiera pasar por lo mismo y ver a mi mujer sufrir por eso.
– Entiendo.
– ¿Y tú qué? También recuerdo que dijiste que querías ser la tía fabulosa pero nada de hijos.
– Si bueno es así de simple. Porque traería a otro niño al mundo habiendo tantos otros que sufren? Quizás cuando sea más mayor y me sienta sola o algo así pensaría en adoptar pero eso de sufrir 9 meses la verdad no me fascina.
– La verdad no se si es lindo por tu parte pensar en adoptar o es malo el que pienses que tener un bebé 9 meses es un horror.
Ambos reímos. Ya acabada la entrada nos sirve el plato principal, algo realmente delicioso que hace rugir a mi estómago a pesar de haber comido algo ya.
– Es de no creer que hayas cocinado esta delicia.
– ¿Te gusta? – pregunta.
– Es chiste? Es el mejor Entrecot de ternera que he probado además esa salsa de perejil vaya que te ha salido magnífica. Te adoptaría a ti solo para que me cocines así todos los días.
– Bueno, si quieres cuando no estoy de guardia siempre puedo cocinar algo rico para los dos. Quizás a la próxima podemos conocer tu departamento.
¡Dios no! Está hecho un desastre. Desde luego que mañana iré a hacer orden y comprar algunas cosas para decorar. Jamás me molestó que fuera tan monótono pero viendo su casa creo que es necesario agregar más calidez a la mía. De seguro mis amigas están emocionadas por acompañarme a remodelar un poco.
– Creo te tomaré la palabra, prepárate para verme más seguido aquí.
– No me molestaría en absoluto – dice muy una manera muy pícara mientras bebe de su copa de vino.
Una vez terminada la cena decidimos salir al patio trasero para tomar el aire, al salir quedé encandilada. El jardín trasero aunque más pequeño era igual de hermoso con una pileta no muy pequeña ni muy grande con unas tumbonas y el espectáculo de allí era el sillón colgante que se encontraba en el quincho. Me enamoré por completo de ese lugar, solo podía imaginarme sentada allí bebiendo café mientras trabajaba en una Paz casi perfecta.
– Estoy amando eso con todo mi ser
– Sabía que te gustaría, vamos. Estuve pensando toda la tarde en tenerte rodeada con mis brazos mientras veíamos en la nada.
– O quizás haciendo otras cosas – digo sonriendo maliciosamente.
– Recuerda que dije que me iba a comportar. Así que calla mujer no me tientes.
Nos recostamos en ese magnífico sillón mientras tal como lo dijo, me tenía rodeada con sus brazos y yo lo abrazaba a él y descansaba mi cabeza en su pecho. Era uno de esos momentos íntimos donde no se hacía nada más. Me sentí realmente tranquila, querida en ese lugar. No creía mi cabeza que está mañana lo conocí y lo odié, luego sin saber cómo, terminamos teniendo sexo en el hospital para enterarme minutos más tarde que era un Donjuan de primera categoría. Esta noche ese hombre frustrante y adulador no estaba presente, solo un hombre atractivo y encantador que se comportaba como un caballero.
– ¿En qué piensas?
– En ti – contesto y levanto la vista para verlo a los ojos – Pensaba en lo frustrante que fuiste esta mañana y en lo mucho que me atrajo el que me enfrentarás y siguieras molestando.
– Te gusto, lo sabía. Veía en tus ojos esa emoción de ser contrariada.
Lo miro con el ceño fruncido y rápidamente me da un beso en la punta de la nariz.
– Cuando venía tenía miedo, debo admitir, no quería descubrir que en verdad eras lo que la gente dice que eres.
– ¿Y qué conclusión tienes ahora?
– Que puedes ser encantador y por completo un caballero, a no ser que estés actuando de la forma más espectacular posible.
– Escucha Bonita, te lo dije. Tienen esos pensamientos porque me lo he ganado pero tú, tú me has alborotado la vida en cuestión de segundos. Esta mañana cuando te vi no pude despegar los ojos de ti, tus labios son una tortura andante porque me instiga a que los bese todo el tiempo. Y puedo jurarte que jamás sentí esa necesidad tan avasalladora por alguien más.
Su confección nuevamente logró que un revoltijo en mis entrañas comenzara a revolucionar mi interior. Sentía la electricidad en nosotros una electricidad placentera, con su rostro tan cerca de la mía no pude resistirlo más. Bese sus labios con una voracidad que me asusto pero que me encendía aún más y al parecer a él también. Respondía de la misma manera, como si el espacio entre nosotros aún fuera bastante buscaba la forma de acercarse más y más cuando en verdad era casi imposible. Sus manos recorrían desde mi rostro hasta mis glúteos y por donde pasaban sentía esa electricidad que me envolvía en una burbuja donde solo éramos nosotros dos.
– Constanza… – logra decir separándonos solo unos milímetros para tomar aire – Dije que iba comportarme y tu no estás colaborando.
– Quizás no sea lo que quiero
Lo miro y sus ojos ardían y aquello me hacía sentir realmente bien conmigo misma. Aunque parezca absurdo decirlo pero ver que alguien se encontraba así de encandilado por mi lograba aumentar mi ego y hacerme ver que realmente soy una mujer bella, quizás no para todos pero por lo menos había alguien que así lo veía y eso me reconfortaba.
Aunque aparente ser una mujer fuerte y decidida siempre he tenido mis miedos ocultos y mis inseguridades, una de ellas el ser lo realmente bella como para agradarle a alguien. Años y años de no estar en una cita y no comprender cuando quizás me hayan querido coquetear ya que nunca fui buena con eso. Todo eso había logrado aumentar mis temores conmigo misma y ahora en estos momentos darme cuenta que la verdad es que para él sí lo soy, alegraba mi corazón de maneras que no puedo expresar.
– Bueno esta bien no me mires así – digo volviendo a acurrucarme en su pecho – Pero quedémonos aquí es tan relajante, créeme que hacía tanto no paraba a descansar de esta manera y no me había sentido tan bien hace ya mucho tiempo.
– Creo que tengo una idea. Yo no me he tomado vacaciones desde… ya no lo recuerdo.
Beso su barbilla y vuelvo a acomodarme mientras veo que nos arropa con la manta que se encontraba a un lado. Podía sentir su respiración tranquila y sus suaves caricias en mi brazo, momentos como este tan insignificantes a primera vista eran aún más íntimos y placenteros que cualquier otra cosa.