Capítulo 5.

1581 Palabras
– ¿Quieres pasar? Creo que mis amigos están ansiosos de conocerte – ¿Si? Bueno, hoy no tuve tanto tiempo como para saludar a tus amigas aunque luego tuve que visitar a la reciente mamá para saber de ti. – Ya sabía que Arami tramaba algo. Entramos a la casa tomados de las manos mientras lo arrastraba hasta la cocina donde todos estaban muy pendientes de nosotros. Cómo lo sabía, porque las vi a las chicas colgadas de la mini pantalla que estaba a un lado del teléfono portero ¡Las sinvergüenzas estaban observándonos por la cámara de la entrada! – Atención gente. – anuncio para que todos presten atención – Les presento al Doctor Sexy como lo llaman algunas, pero su nombre es Joaquín Paz. Joaquín ellos son mis amigos, Martín, Bastián y su novia Celeste, Ezequiel y su esposa Anabelle y ellos son Andrés y su novia Sheryl. Conoces a los papás primerizos Arami y Alejo O'Kelly que aunque no lo creas también están al pendiente por Videoconferencia – comento señalando el teléfono en manos de Sheryl. Joaquín algo cohibido por todos los ojos curiosos observándolo, parpadeó un instante hasta que recuperó la cordura y sonrió a mis amigos quienes también le sonreían esperando que dijera algo. – Buenas noches! Es un placer conocerlos y quiero felicitarlos por el nuevo bebé e integrante del grupo. Constanza me ha dicho que son muy unidos. – Somos una familia – corrige Martín con un tono de voz que no supe identificar si estaba molesto o solo lo hacía para molestarlo. – Ya lo veo. Me alegra mucho conocerlos pero tenemos una reservación y no quisiera llegar tarde. Quizás cuando ya los padres estén en casa organicemos algo para así poderlos conocer mejor. – Nos encanta la idea – Escuchamos la voz de Arami desde el otro lado. – Bueno chicos, los veo en un par de horas. Me despedí de mis amigos con sonrisitas y miradas de parte de mis amigas que me decían tanto. Sabía que quería que lo disfrutara y vaya que si lo quería hacer. El hombre es todo lo que había esperado algún día encontrar, pero aún no lo conocía y aunque sus palabras fueron convincentes debía conocer toda la historia ya que esos rumores suyos aún seguían dando vuelta en mi mente. – ¿Dónde piensas llevarme? – pregunto mientras veía las luces pasar tan rápido. – Un lugar que te gustará. – Y ¿cómo sabes eso? – digo apropósito para molestarlo. Entonces veo como sonríe de costado y me guiña el ojo. – Eres muy molesta cuando quieres ser ¿no frutillita? Solo lo sé. ¿Otra vez con eso de frutillita? Que no soy una maldita fruta con puntos negros. Algo molesta pero emocionada decidí mantener la boca cerrada y ver dónde es que me llevaría. Pero luego de unos minutos vi como las luces iban desapareciendo y como nos llevaba lejos de la ciudad a las afueras, esto comenzaba a darme mala espina ¡No puede ser! Sexy pero es un asesino ¿Cómo no lo sospeché? – Tranquila hermosa, puedo ver los engranajes girar a toda máquina en tu cabeza. No soy un asesino ni nada por el estilo. – Eso lo dices ahora. Una carcajada de su parte hace que mi ceño fruncido se haga presente. ¿Solo sabe sulfurarme? 《No, también sabe hacer otras cosas》 me contesta mi mente pervertida. ¡No es momento para chistes! – Eres la mujer más exasperante que conocí pero me vuelves loco debo decir. – No se si tomarlo como bueno o malo. – digo y nuevamente logro hacerlo reír. – Tranquila ya llegamos. Cuando veo frente a nosotros efectivamente habíamos llegado pero no donde supuse que iríamos, en efecto no era un restaurante glamuroso ni nada parecido. Era una hermosa casa a las afueras de la ciudad, con ventanales enormes que abarcaban desde del techo hasta el suelo. Un jardín hermoso con unas flores bastante pintorescas y un sendero que es por donde avanzábamos y nos acercaba aún más a la casa. – Esta es… – Mi casa. – dice contento. Volteo a verlo y una sonrisa radiante estaba estampada en su rostro – Lamento si lo que querías era salir a un restaurante pero como sabrás reservar una mesa a último momento en un buen lugar es imposible además de que quería un momento para nosotros y que mejor en un lugar íntimo. Lo había pensado muy bien y no, no había forma en que cuestionara esto porque realmente era un lugar muy hermoso. Oculto pero un pequeño paraíso íntimo. – Es realmente hermoso. – Espero que te guste el interior, jamás había traído una mujer aquí y la decoración y demás es cosa mía no deje que nadie más me dijera como organizar mi casa así que capaz encuentres cosas incoherentes fuera de lugar. – No puedo creer que no hayas traído mujeres aquí. – Es mi lugar seguro. – Y porque me has traído a mi. Aún sentados en el interior del auto, se sienta de lado para observarme de frente mientras toma con sus manos mi rostro. – Porque ya te lo he dicho eres especial y no me preguntes cómo lo sé solo… sé que es así. No lo resistí. Me acerqué a él y con débil pero significativo beso le dejé saber que amaba estos detalles. – Bajemos que estoy famélico. Como todo un buen caballero no dejó que bajara del auto sin abrirme el primero la puerta y darme su mano. Agradecía que el suelo no fuera de tierra ya que sino mis tacones me dificultaría poder caminar. Tomados de la manos ingresamos a la casa y quedé maravillada ante lo que veía. Realmente era increíble en el interior al igual que el exterior, podría decir que para nada me imaginaba que la casa de un hombre que se encontraba más fuera de ella que dentro tendría un lugar tan hermoso como este con ese aroma a “hogar" todo aquí olía como si viviera mi abuela o mi madre. A pesar del característico aroma suyo que me volvió loca todo el trayecto podía sentir esa paz y tranquilidad además de claro flores, la casa olía a flores. Cuando vi donde apoyaría las llaves supe darme cuenta de porque, en la mesita del recibidor un jarrón con flores blancas eran las causantes de tales aromas. Más allá, donde se encontraba el juego de Living también vi unas gerberas puestas en una pecera. En un momento me sentí por completo fuera de lugar, si fuera a mi casa vería un departamento monótono y sin vida. – Quieres venir a la cocina, deje la carne en el horno y debo chequear que esté bien. – Tu casa es maravillosa con flores en las mesitas y ¿cocinas? ¿Qué eres? Un príncipe de un cuento de hadas. – No soy para nada un príncipe pero mi madre quiso que su único hijo sea útil consigo mismo y además tenía la firme idea de que no solo las mujeres debían encargarse de la casa sino también los hombres. – Amo a tu madre. Pero en estos momentos no quisiera que jamás pongas un pie en mi departamento. – ¿Por que? – Porque soy nada esto – digo señalando todo en la casa. Joaquín sonríe mientras me abraza y me da un pequeño y dulce beso en la cabeza mientras me anima a caminar donde supongo quedará la cocina. De todas formas la casa no era enorme, es del tamaño justo para una persona y mientras caminábamos iba diciéndome donde quedaba qué cosas, me maravilló ver su oficina donde vi un librero enorme que iba desde el suelo hasta el techo donde me dijo que solo encontraría libros de medicina sino también de literatura ya que su madre era una lectora voraz y le fue heredando varios de sus libros. Cada vez amaba más a la mujer sin conocerla. – Toma asiento, te sirvo vino blanco o tinto – ofrece mientras retira una butaca del desayunador. Aún algo estupefacta al ver semejante cocina respondo asintiendo la cabeza – Frutillita si solo asientes no se que es lo que quieres en verdad. – Ay perdón es que Wow! Tu cocina es genial – digo y veo como sonríe nuevamente y levanta una ceja. Sabía que vendría un comentario mordaz y antes que tuviera oportunidad contesté a su anterior pregunta – Tinto. Prefiero el tinto si vas a seguir llamándome así. – ¿No te gusta? A mi si. Me guiña el ojo mientras veo cómo retira una tapa de madera de un costado de la mesada y una cava de vinos aparece frente a mi. Este hombre viene con el Pack completo, es que tengo una debilidad por los vinos son mi elixir de la vida además del café obviamente. Mientras veía como servía y además preparaba unos quesos y pancitos para picar estaba emocionada porque jamás había tenido una cita así, esto era realmente gratificante. Cuando era joven odiaba las citas porque los chicos eran odiosos, luego cuando estaba todo el día en el trabajo mis ganas de estar en un lugar tranquilo sin personas gritando o simplemente hablando hizo que me alejara aún más de todo ese mundo. Nadie comprendía mi necesidad de paz, de esto. Pero hoy me doy cuenta que encontré a la persona que sin querer buscaba lo mismo que yo.
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